Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



jueves, 2 de junio de 2011

REUNION OSCURA/CAPITULO 17

CAPÍTULO 17

Manolito De La Cruz se filtró entre los árboles en una lenta y firme corriente, cuidando de no perturbar el aire a su alrededor. Había algo hilarante en estar tan cerca de tantos cazadores, su presa en medio del apretado círculo, y que ninguno de ellos le hubiera visto. No podía dejarla hasta estar seguro de que estaba a salvo. La quería fuera de los bosques y de vuelta en el refugio de la casa de Nicolae hasta la fiesta. Los antiguos se mostraban suspicaces, volviendo atrás varias veces intentando averiguar dónde estaba... quién era.

La euforia podía ser tan peligrosa como no sentir nada en absoluto. Se sentía vivo, mareado, mirando con temor los colores, absorbiendo las emociones que parecían bombardear todo su sistema. Había esperado en vano tanto tiempo, viviendo solo con sus recuerdos, solo con el honor, y ahora esta mujer le había devuelto su vida. No se la quitarían, sin importar el coste. Había vivido siglos arriesgando su vida... su misma alma... sin pedir nada a cambio. Hasta ahora. MaryAnn era suya, y no renunciaría a ella.

¿Manolito? ¿Me necesitas?

La voz de su hermano aquietó el salvaje caos de su mente. Necesitaba estar sereno y concentrado, planeando su campaña al detalle a cada paso del camino. Incluso mientras sentía a Rafael extendiéndose hacia él, sintió la prueba de Nicolae, empujando con fuerza en un esfuerzo por coger abierta la mente del incauto para la invasión. Habían pasado siglos desde que había sido capaz de divertirse, en realidad de sentir nada en absoluto, y jugar al escondite, con lo peligroso que era, le había proporcionado una ráfaga de adrenalina, un poderoso subidón. Había utilizado sus habilidades de caza, jugando al gato y al ratón con todos ellos, sin dejar más que un ligero olor o un pelo para burlarlos. Como hombre de los cárpatos sin compañera, estaría naturalmente bajo sospecha, pero eran varios los que se reunirían con las parejas para la celebración. Tenía que aparentar indiferencia, sin hacer mucho más que rozarse con ella, sin ni siquiera notar que estaba cerca.

Manolito. ¿Dónde estás? ¿Me necesitas? Rafael le llamó de nuevo, esta vez mucho más insistente, con alarma en la voz. Sus hermanos sabían lo cerca que estaba, como la bestia se enroscaba y rugía y la oscuridad se extendía cubriendo su alma.

Comprobé que no hubiera enemigos en la posada y he escaneado los bosques. Volveré tan pronto como me asegure de que Juliette y Riordan están a salvo. Quiero doblar sus salvaguardas. Manolito se aseguró de sonar duro, inexpresivo, simplemente un hombre ocupándose de su deber. Sus hermanos, Rafael y Riordan, definitivamente le ayudarían a llevar a cabo su plan, pero ponerles al tanto los colocaría en una posición terrible con sus compañeras... y no confiaba para nada en que las mujeres guardaran silencio. Ninguna de ellas parecía entender que se trataba de la salvación del alma... mucho más importante que una vida.

Rafael dejó escapar un pequeño suspiro. Es buena idea. Juliette estaba muy molesta porque su hermana y su prima se negaron a unirse a nosotros en estas vacaciones. Nunca vienen a ninguna de las reuniones familiares. Colby dice que Juliette es muy infeliz. Riordan están considerando dejar el rancho e ir a la jungla donde Jasmine y Solange viven, para que pueda estar cerca de ellas.

Manolito se quedó en silencio un momento, sopesando si aprovechar o no esta oportunidad para plantar una semilla. La aprovechó. Que pena que no tengamos una consejera como esa mujer que está de visita con Nicolae y Destiny. Nicolae mencionó que había ayudado a Destiny y a la jovencita, Skyler. Quizás Riordan debería intentar encontrar a alguien similar cerca del rancho. Mantuvo la voz como siempre, seria y despreocupada, solo una sugerencia para resolver un problema. No traicionó que su corazón estaba acelerado y sus ojos casi ciegos por el brillo vívido del mundo a su alrededor.

Hubo otro pequeño silencio. Esa es buena idea. No había pensado en eso. Oí que Destiny estaba casi perdida y esta mujer la trajo de vuelta. Quizás la hermana de Juliette se beneficiaría de una consejera también. Ve a ver a Riordan y si es posible, vuelve antes de la fiesta. No sé si estás prestando atención, pero se ha extendido la noticia de que hay un mago trabajando.

Lo he oído. Había visto luchar a Natalya, y había permanecido cerca vigilando a MaryAnn. Ahora ella estaba finalmente a salvo, de vuelta en la casa de Nicolae, y podía relajar algo su vigilancia. Dos veces había vislumbrado a un lobo negro y supo que Dimitri estaba vigilando a la joven Skyler, y sintió simpatía por el hombre. Dimitri no tenía la elección de arrancar a la niña de la seguridad que ofrecían sus padres. Ni siquiera Manolito atravesaría esa línea.

Hizo su camino de vuelta a la posada, intentando conseguir una sensación del mago que había atacado antes. Un hechizo mágico semejante al utilizado no funcionaría con un cazador sin compañera. No tenían emociones con las que jugar. Este estaba dirigido a las mujeres. Y eso significaba que todas las mujeres estaban en gran peligro. La urgencia le asaltó. Deseó simplemente raptar a MaryAnn y arrastrarla de vuelta a su rancho en Sudamérica. Con sus cuatro hermanos y los trabajadores de su rancho serían capaces de cuidar de su seguridad, no había posibilidad de que nada... ni nadie... le hiciera daño.

Lejos de la casa de Nicolae... y de la tentación... Manolito cambió a niebla y flotó a través del bosque hacia el caverna de sanación. Sabía que se habían colocado salvaguardas, pero con enemigos tan cerca, quería tomar precauciones extra. Quizás simplemente estaba intranquilo con tantos otros cárpatos alrededor. La familia De La Cruz estaba acostumbrada a confiar los unos en los otros, y no se arriesgaría con la vida de su hermano menor. Tenía una sensación fastidiosa que simplemente no desaparecía, y él nunca ignoraba esos presentimientos.

Fluyó al interior de la caverna a través de una de las estrechas chimeneas y se dejó caer al piso principal. Había una red de cámaras y charcas y en vez de ir directamente a la cámara donde Riordan y Juliette descansaban, se movió lentamente a través de las demás, intentando sentir con cada sentido, deseando librarse del persistente presentimiento de que algo no estaba del todo bien. El mago sabía que Juliette estaba herida. La había hecho caer en una trampa para que el vampiro llevara a cabo la muerte. Sabría que su compañero descansaba con ella en la tierra sanadora, y si sabía donde estaban las cavernas que normalmente utilizaban, ¿no sería ese el lugar perfecto para atacar? Eso era lo que Manolito hubiera hecho.

Se tomó su tiempo, ocultando su presencia mientras examinaba cada cámara. Era experto en ocultarse a sí mismo, y asumió que sus enemigos lo serían también. Miró en busca de una pequeña anomalía, un fallo en la armonía natural, un pequeño signo de malevolencia. Para su sorpresa, cuando entró en la cámara donde yacía su hermano, Mikhail Dubrinsky estaba allí de pie examinando las paredes y el suelo de la caverna, con un pequeño ceño en la cara. Giró la cabeza ante la aproximación de Manolito, colocándose en una mejor posición defensiva.

Manolito tomó su forma humana, cruzando el suelo de la caverna, automáticamente comprobó a su hermano mientras lo hacía. Riordan parecía estar descansando pacíficamente bajo tierra con Juliette.

—No deberías estar aquí solo —dijo Manolito. Ya se estaba moviendo para proteger al príncipe, extendiéndose hacia Rafael, preocupado por que su príncipe estuviera tan expuesto—. ¿Dónde está tu segundo?

Mikhail le lanzó una débil sonrisa.

—No necesito un guardaespaldas para viajar por mi propio territorio, Manolito.

—No estoy de acuerdo y no puedo imaginar que Gregori quiera que viajes solo. ¿Qué estás haciendo aquí de todos modos?

—Empecé a preocuparme porque Riordan y Juliette pudieran ser atacados mientras yacían en su lugar de descanso. —Mikhail se pasó una mano por el pelo oscuro—. Supongo que por un segundo di a nuestro enemigo demasiado crédito.

—Yo pensé lo mismo. No me gusta que el mago oscuro haya enviado a un emisario o venido el mismo. Utiliza cosas contra las que no tenemos las adecuadas salvaguardas. —Manolito estudió la cara del príncipe. Parecía más viejo de lo que Manolito le recordaba la semana anterior. Había pesar en sus ojos, y el efecto de la luz hacía que pareciera como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.

—Indudablemente tenemos que aprender a protegernos bajo tierra al igual que sobre ella. Nuestros lugares de descanso ya no son los refugios seguros que creíamos que eran —estuvo de acuerdo Mikhail—. ¿Cómo te sientes? Sé que tus heridas fueron bastante serias. ¿Gregori te ha examinado para asegurar que estás completamente curado?

—Estoy bien. Me han herido muchas veces y volverán a hacerlo. —Manolito examinó las paredes de la caverna—. ¿Crees que Xavier ha sido capaz de unir a los vampiros contra nosotros?

—Sea quien sea el que ha unido a nuestros enemigos, ya sean los hermanos Manilov o Xavier y Razvan, en realidad no importa. Se han unido y no tenemos más elección que tratar con ellos. —Mikhail añadió un complicado tejido a las salvaguardas que ya rodeaban a la pareja en la tierra—. No puedo encontrar ninguna evidencia aquí, o en la red de cavernas, de que nuestro enemigo esté acechando a la espera. ¿Y tú?

—No —admitió Manolito con algo de reluctancia mientras añadía su propia salvaguarda, peculiar y solo para su familia, una que sería difícil... y lenta... de desentrañar, con serias consecuencias si se hacía inapropiadamente. Riordan reconocería su obra inmediatamente. No había encontrado ninguna evidencia, pero todavía no estaba convencido de que su hermano menor estuviera totalmente a salvo... y eso no encajaba bien con él.

Los dos caminaron juntos saliendo de la cámara y empezaron a bajar por el estrecho pasadizo que conducía de vuelta hacia la superficie. Manolito intentó colocarse justo delante del príncipe, todavía intranquilo, todavía sintiéndose inquieto, a pesar de su examen de la caverna entera.

—Tengo que ver a Falcon y Sara y después pasar a visitar a Gregori y mi hija —dijo Mikhail—. Me alegraré de que esta noche acabe. ¿Comprobaste la posada? Skyler ha señalado varias veces que cree que la oleada de poder llega de esa dirección.

—Si, pero volveré de nuevo. Falcon me dijo que llevaría a los niños allí en una hora. Quiero hacer otra pasada antes de que lleguen las mujeres y los niños —replicó Manolito—. Solo para asegurarme de que están a salvo.

Su mirada descontenta se movió por el suelo, las paredes y el techo de la caverna mientras caminaban rápidamente por el pasadizo. El sonido del agua goteando era implacable. Parecía excesivamente alto en las cámaras, el ritmo interminable bloqueaba cualquier susurro que pudiera haberle alertado del peligro. Intentó atenuar el volumen pero el sonido solo pareció hacerse más alto, casi resonando a través de las cavernas.

Manolito se detuvo, colocando su cuerpo entre Mikhail y esta caverna.

—Esto no me gusta.

—A mí no me ha gustado nada de esto desde hace rato —respondió Mikhail.

Ambos estudiaron el pasadizo. Estaban solo a unos metros de la entrada. La luz de la nieve y el hielo se alargaba en la abertura durante varios metros como si fuera una invitación. Pequeñas formaciones de hielo se habían formado en el techo del pasadizo, estrechas y afiladas lanzas de varios colores.

Manolito sacudió la cabeza, levantando la mano.

—Déjame ir primero. Solo espera aquí y observa si activo una trampa, o quizás podamos atravesarla como vapor y ver qué ocurre.

—Si están aquí, queremos saberlo. Tu hermano yace dormido con su compañera. Una de nuestras mujeres está a punto de dar a luz. Tenemos que saber si nuestros enemigos han invadido nuestras cámaras también.

Manolito asintió y dio varios pasos cautelosos, manteniendo un ojo cauto en las lanzas de hielo de arriba. Con cada paso que daba, el hielo de movía como si una vibración lo hubiera atravesado.

—Conviértete en niebla —instruyó Manolito al príncipe, preocupado por la sombra en su mente.

La suciedad y el hielo fueron arrojados al aire justo a los pies del príncipe, un geiser de tierra salpicó alto entre el cazador y Mikhail, abriendo la tierra donde Mikhail había estado.

—¡Vamos! Sal de aquí —ordenó Manolito, volviendo atrás.

El agujero se amplió y profundizó con asombrosa velocidad, una hendidura abismal se abrió bajo el príncipe mientras este empezaba a disolverse en vapor. Una mano con garras salió del oscuro agujero y se envolvió alrededor del tobillo de Mikhail, las garras mordieron profundamente la carne. El apretón evitó el cambio y la criatura tiró con fuerza, decidida a arrastrar al príncipe bajo tierra.

Un jadeo colectivo surgió de la gente de los cárpatos. Era Mikhail el que los conectaba a todos. Mikhail quien proporcionaba el vínculo común de comunicación, y era Mikhail quien mantenía el pasado y el futuro junto con el presente para la gente de los cárpatos. Todos supieron el momento en que estuvo en problemas... bajo ataque.

El suave grito de preocupación de Raven solo aumentó la alarma y la sorpresa.

Manolito lo ignoró todo, se disolvió en vapor, deslizándose a través del geiser de tierra hasta el otro lado. Mikhail luchaba por salir del agujero abierto en el suelo del pasadizo. Las garras le habían abierto dos heridas en los tobillos. Mikhail podía sentir las puntas afiladas de las garras del vampiro perforar su misma carne. La criatura engullía su sangre, los dientes desgarraban la carne en busca de más, todo mientras hacía horrendos sonidos, mientras retorcía la pierna de Mikhail en un esfuerzo de arrastrarle a su guarida.

Vampiro, aunque no del todo, envió Mikhail a Manolito.

Manolito se zambulló directamente en la tierra, apuntando directamente a la cara vuelta hacia arriba de la criatura, con un gran pico curvado, garras afiladas como cuchillas de afeitar curvadas y malvadas. Fue directamente a por los ojos. Cuando entró en la tierra a matar a la criatura desconocida... una mezcla de vampiro y algo horrendamente malvado, pensó en MaryAnn. Lo siento.

Por un breve momento sintió la consciencia de ella, desconcertada y asustada. Tocó su mente, una breve caricia, y la dejó ir. Mejor no haberla encontrado que llevarla con él a la tumba. Y entrar en la madriguera de un enemigo desconocido era una invitación al suicidio. El príncipe tenía que ser protegido y no hubo duda por su parte. Si su vida acababa, su gente todavía continuaría.

El águila arañó los ojos rojos del vampiro, rasgando la piel sobre la garganta y el pecho, lanzándose profundo y rápido en un esfuerzo por obligar a la criatura a soltar a su presa. Esta no tuvo elección, no si quería sobrevivir. La abominación arrancó las garras del tobillo de Mikhail y apuñaló viciosamente al águila.

¡Vete! ¡Vete! ¡Sal de aquí! gritó Manolito a Mikhail mientras tierra y rocas empezaban a llover sobre su cabeza. Una roca golpeó al águila con fuerza, lanzándole de lado y arrugando un ala. Manolito cambió de forma, intentando hacer un hueco en la suave tierra antes de que esta se cerrara rápidamente sobre su cabeza. Utilizó las manos para cogerse a las raíces y mantenerse arriba mientras pateaba a la rabiosa criatura con el pie. La tierra y los escombros llovían sobre su cabeza, llenando su boca, haciendo que escupiera y cerrara los ojos, cambiando una vez más para permanecer vivo bajo tierra.

Mikhail maldijo cuando el agujero se cerró, atrapando al cazador bajo tierra. Cambió al cuerpo de un tejón, abriéndose paso a través de las capas de tierra, buscando a Manolito, todo mientras enviaba oleadas de terremotos a través de la tierra, esperando desorientar al monstruo.

Ambos, cazador y presa estaban ciegos ahora, el águila había logrado su objetivo. Manolito intentó utilizar los sentidos del topo gigante en el que se había convertido para encontrar su camino hacia arriba. Oyó al príncipe zambullirse, sintió la tierra sacudirse y supo que Mikhail no le había abandonado. Empezó a cavar frenéticamente hacia el príncipe.

Fue el topo el que sintió a la criatura venir desde atrás, pero Manolito se quedó en silencio, encogiendo al topo al tamaño normal, esperando hasta que sintió el aliento sobre la cara del topo antes de golpear con fuerza saltando hacia adelante, arañando con sus propias garras, un ataque salvaje con el que se anotó un tanto. No podía verlo, pero podía sentir la sangre ardiendo a través de su cuerpo, oyó el horrible aullido de dolor, y de repente el enemigo desapareció, hundiéndose en la tierra hasta donde Manolito no tenía posibilidad de seguirle.

La tierra sobre él casi había desaparecido gracias a los esfuerzos de Mikhail. Trabajó un poco y llegó la superficie, cambiando una vez más, tirándose al suelo en busca de aire fresco.

—Tu sangre o la de él —exigió Mikhail.

—Principalmente de él —respondió Manolito, intentando desesperadamente recuperar el control. No podía permitir que el príncipe comprendiera que había recuperado las emociones y por primera vez en su vida había experimentado la claustrofobia.

—Parece sangre de vampiro, quema como ácido, pero eso no actuaba como ningún vampiro con el que me hubiera encontrado nunca. No parecía experimentado en una pelea real. —Manolito se sentó lentamente, ganando algo más de tiempo—. Tendió una gran trampa, pero no pudo pelear realmente. Confiaba en el veneno para detenernos, estaba en sus garras.

—¿Juliette y Riordan están a salvo bajo la superficie?

—No creo que pueda llegar a ellos. No puede pasar las salvaguardas. ¿No lo encuentras extraño? Puede hacer mucho dañó, pero a la hora de la verdad se echa atrás.

—Me temo que Razvan no murió como habíamos esperado. —Mikhail extendió la mano y se rodeó el tobillo, inspeccionando el daño—. Es bueno planeando una batalla, pero por lo que tengo entendido era incapaz de idear sus propios hechizos y salvaguardas. Eso significaría que no puede desentrañarlas. —Estoy cansado, Raven. Muy cansado.

Gregori va hacia ti, mi amor. Su voz fue una suave caricia. Ha habido muchas batallas últimamente. Esto es culpa mía. No debería haber insistido en juntar a todo el mundo. La responsabilidad de su seguridad pesa sobre ti.

Gregori llegó al pasadizo, un nube tormentosa de vapor, ya cambiando. Se acercó a zancadas sus ojos plateados llameaban, su largo pelo flotaba tras él, su cara era una máscara severa. Los músculos corrían como acero bajo su piel y se movía con fluida gracia. Simplemente se inclinó y pasó las manos sobre Mikhail, examinando cada arañazo que pudiera haber abierto una puerta al veneno.

—Nuestra gente te lo agradece, Manolito. No podemos agradecer lo suficiente tu intervención.

Ah, viejo amigo. ¿Tienes que tratarme como a un niño delante de los niños?

No hagas bromas. ¿Cuántas veces van ya que nuestros enemigos te han colocado trampas? Raven y Savannah están las dos preocupadas, las dos llorando. Solo por eso podría arrancarte el corazón. Sus manos eran extraordinariamente gentiles mientras examinaba al príncipe.

—Manolito tiene varias quemaduras y marcas de garras —dijo Mikhail.

Gregori observó a su príncipe suspicazmente. Mikhail siempre respondía a sus escandalosas amenazas, pero esta vez ni siquiera intentó una burla. Alarmado, Gregori repasó su cuerpo una segunda vez para asegurarse de que había evaluado el daño correctamente.

—Te llevaré a casa para que Savannah pueda curarte el tobillo, si no te importa, Mikhail. Le hará bien verte y yo podré pasar más tiempo asegurándome de que todo el veneno ha desaparecido.

—Lo que te parezca mejor, Gregori.

La ceja oscura de Gregori se alzó y una vez más su penetrante mirada plateada comprobó al príncipe. Finalmente se giró hacia Manolito y limpió las quemaduras de la sangre ácida, sanando las pocas marcas de garras de su cara y pecho, comprobó para asegurarse de que había sacado todo el veneno de su cuerpo.

—Deberías descansar —aconsejó.

—Iré a la tierra después de la celebración. Creo que cada guerrero debería estar cerca solo por si acaso —dijo Manolito.

Gregori asintió.

—Gracias de nuevo por tu servicio a nuestra gente.

—La lealtad de la familia De La Cruz ha sido siempre para nuestro príncipe —dijo Manolito. Esbozó un pequeño saludo y los dejó solos.

—¿Estás bien, Mikhail? ¿Realmente bien? —preguntó Gregori.

Mikhail se quedó en silencio un rato.

—Si, por supuesto. Solo cansado de que tantos de los míos tengan que tomar la decisión de cambiar sus vidas por la mía. Es difícil vivir con uno mismo después de un tiempo. —No esperó a que Gregori replicara. Se convirtió en niebla y fluyó por las cavernas hacia la casa de su hija.

Savannah esperaba ansiosamente por ellos, con el espeso pelo negroazulado cayéndole por la espalda, y ansiedad en sus ojos profundamente azules... casi violetas. Lanzó los brazos alrededor del cuello de Mikhail y le abrazó firmemente.

—Papá, todos estábamos muy preocupados.

—Lo sé, csitri —replicó él—. Lo siento. Estoy bien, solo un arañazo.

—Siempre mi llamabas pequeña, pero ahora que he crecido —Savannah extendió el brazo en busca de Gregori, cogiéndole la mano—. solo lo haces cuando las cosas no van muy bien. ¿Cómo de grave estás herido realmente, Papá? —Levantó la mirada hacia su compañero—. ¿Gregori?

Gregori le enmarcó la cara con sus grandes manos, los pulgares le acariciaron gentilmente la boca.

—Sabes que nunca permitiría que le ocurriera nada a tu padre. Tiene un tobillo desgarrado y voy a echarle una buena mirada. —Su mirada plateada se deslizó sobre Mikhail.

—No me mires así —exclamó Mikhail, bajó la mano a su tobillo. El dolor era casi imposible de bloquear—. ¿Qué querías que hiciera? Quedarme a un lado y ver morir a un hombre que arriesgaba la vida por mí?

Gregori ondeó la mano y una silla acolchada se deslizó colocándose delante de Mikhail.

—Si. Eso era lo que quería que hicieras. No lo esperaría de ti, pero si, lo habría preferido. Uno de estos días, no vas a sobrevivir a estos ataques continuos. Si no puedes pensar en ti mismo o en tu compañera, quizás podrías pensar en lo que le ocurriría a nuestra gente. —Su voz era suave mientras entregaba lo que definitivamente era una reprimenda.

Savannah agachó la cabeza, sobresaltándose un poco, su protesta muriendo bajo la mirada mordaz de Gregori. Acarició el pelo de su padre con dedos gentiles.

—Fue muy valiente por tu parte, pero podrías haber muerto.

—¿Y qué hay del cazador, Manolito De La Cruz, que lo arriesgó todo por salvarme? Se metió voluntariamente en la madriguera, sabiendo lo que era, sabiendo que probablemente moriría. ¿Ignoro eso? No puedo, Gregori. No lo haré.

Gregori encogió sus amplios hombros.

—Supongo que no puedes. Por eso tú eres el príncipe. Pero en realidad, De La Cruz cumplía con su deber para con su gente. Tiene su honor y puede vivir con eso. Eso es lo que hacemos todos, Mikhail, e incluso tú tienes que vivir con las reglas de nuestra sociedad. No podemos existir sin ti.

—Está Savannah.

—No sabemos si ella es un receptáculo viviente para nuestra gente. Y es mujer. Tiene que tener hijos. Si ella mandara, no tendríamos esa posibilidad. —Gregori se inclinó para examinar las heridas del tobillo de Mikhail—. Es un ataque muy similar al del tobillo de Natalya justo antes de la gran batalla. Razvan la atacó desde debajo de la tierra y le inyectó un veneno utilizando las puntas de sus garras. ¿Cómo te sientes?

—Como si me hubieran abierto un agujero en mi tobillo justo hasta el hueso —admitió Mikhail. Cuando Gregori continuó mirándole, suspiró—. La pierna está débil y estoy mareado.

Savannah limpió la sangre, utilizando un paño suave húmedo.

—Esto debería ayudar un poco con el dolor —explicó—. Sabía que estabas teniendo dificultades para controlarlo y puse un tranquilizante en el agua.

Antes de que pudiera tocar a su padre, Gregori le cogió el brazo y la alejó de la herida.

—Creo que trataremos esto como si fuera un veneno.

Savannah le miró fijamente.

—Vas a entrar en su cuerpo y destruir el veneno, ¿verdad? Que importa si ayudo a mi padre a sentirse un poco mejor.

Gregori se detuvo, sus cejas negras se dispararon.

—Es impropio de ti gruñir a tu compañero, Savannah. Quizás estás más nerviosa de lo que crees por que tu padre haya resultado herido. Y lloraste sobre ese ridículo plato que tu madre te pidió que hicieras.

Las mejillas de ella se colorearon.

—No lloré por él. Te lo dije. —Le fulminó con la mirada. No le digas eso a mi padre. Se lo contará a mi madre y ella se sentirá mal. Y deja de darme órdenes. Solo me siento rara hoy.

Gregori la cogió por ambos brazos y la empujó al abrigo de su cuerpo.

—Casi estás llorando otra vez. ¿Qué te pasa? ¿Es el bebé? —Su mano le acarició el pelo con exquisita gentileza.

—¿Bebé? ¿Qué bebé? —preguntó Mikhail, cambiando de posición para poder ver el estómago de su hija. Savannah era pequeña como su madre. Ahora que Gregori había soltado la noticia, podía ver que estaba definitivamente más gruesa alrededor de la cintura y se encontró sonriendo a pesar del dolor.

Ella jadeó y golpeó el hombro de Gregori con el puño cerrado.

—Se suponía que no ibas a contarlo. Iba a decírselo yo.

—¿Qué pasa? —exigió Gregori, cogiéndole el puño y abriéndolo, para colocar en beso en el centro de su palma. Lanzó una mirada a Mikhail—. Siempre puedo borrar los recuerdos de tu padre.

—Oh, ya me gustaría verte intentarlo —se mofó Mikhail—. Y si estás haciendo llorar a mi pequeña, vas a ver lo que un príncipe puede hacer cuando se enfada.

—Estoy embarazada de gemelos —anunció Savannah—. Niñas.

—Solo oímos un latido, sentimos una sola vida —objetó Gregori dirigiéndole una mirada entrecerrada—. Es un bebé. Un niño.

—La otra estaba ahí, escondida tras su hermana. Son dos, ambas niñas y voy a ponerme tan grande como una casa. Y tú vas a estar horrible, dándome órdenes todo el rato. Si crees que exagera dándote órdenes, Papá, confía en mí, es peor conmigo.

Gregori sacudió la cabeza.

—Niñas no, Savannah. Necesitamos hijos. Guerreros Daratrazanoff que protejan al príncipe.

—Bueno, siento decirte esto, pero son definitivamente niñas. Nada de hijos. Hijas. Estoy conectada con ambas. No hay duda.

Mikhail se recostó con una sonrisa satisfecha en la cara.

—Y te mereces tanto esto, Gregori. No puedes imaginarte lo mucho que voy a disfrutar viéndote sobrevivir, no a una, sino a dos hijitas.

Gregori simplemente se quedó allí de pie con aspecto tan sorprendido como un cárpato podía tener.

—¿Cómo pude no saber? Te examiné yo mismo. —Sacudió la cabeza de nuevo—. Debes estar equivocada. Yo no puedo equivocarme.

—Se escondió.

Las cejas de él se unieron.

—Eso es inaceptable.

Mikhail rió.

—Estoy seguro de que tus hijas harán exactamente lo que tú ordenes, Gregori, Y para cuando empiecen a andar, realmente te escucharan.

—Savannah, lo digo en serio. Habla con ellas —ordenó Gregori—. No puedo tener a una escondiéndose de mi cuando me esté asegurando de que están sanas.

—Fuiste brusco y la asustaste.

—Soy su padre y no debería tenerme miedo.

Mikhail suspiró.

—Estoy sangrando y tengo que estar levantado y en buena forma en unos minutos, así que sugiero que superes tu sorpresa porque en el mundo no todo sea como tú dictas y sigas con lo de sanarme.

Gregori se dio la vuelta, todo fría elegancia y peligro.

—Tú la incitaste a esto, ¿verdad, Mikhail?

—¿Incitarla a darte gemelas? Si se me hubiera ocurrido lo habría hecho, pero mi imaginación de se extiende tan lejos. —Mikhail movió la pierna e intentó no hacer una mueca.

Al instante Gregori se empleó a fondo.

—Savannah, quédate lejos de la sangre solo por si acaso es tan venenosa como creo que es.— Abandonó rápidamente su cuerpo, convirtiéndose en pura luz blanca, una energía brillante que entró en el cuerpo de Mikhail y se movió rápidamente hacia la herida. Como esperaba, el veneno era un problema. Fue concienzudo, asegurándose de atrapar cada gota, sacarla del cuerpo de Mikhail y sanar el tobillo de dentro a fuera.

—Hecho, pero estará débil un rato. Descansa tanto como sea posible hasta que puedas ir bajo tierra y permitir que la tierra te rejuvenezca.

—Por supuesto.

—Supongo que no estarás de acuerdo con tenderte durante una hora o dos ahora y saltarte una pequeña parte de las festividades.

Mikhail sintió el ligero toque de Raven rozarle la mente. Quizás deberías hacer lo que dice. Sonaba ansiosa.

—No. —Estoy bien, Raven, solo un poco cansado. Quiero ir a casa y abrazarte un rato. Eso me hará más bien que ir a la tierra.

Entonces ven a casa.

¿Has oído las noticias? ¿Te lo ha contado Savannah? Está embarazada de gemelas.

Lo he oído. Está muy excitada. Raven no añadió nada más y él supo que estaba intentando parecer feliz y valiente por su hija. Llevar gemelos sería mucho más difícil que un solo niño y Raven era plenamente consciente de eso. No quería la pena de perder a un hijo para su hija.

—Tengo que ir a casa con Raven —dijo Mikhail—. Savannah, cielo, como siempre estás preciosa. Creo que el embarazo te sienta bien. ¿Has guardado mucho este secreto? Para saber que si son niñas o niños debes de estar de varios meses.

—No queríamos decir nada hasta que estuviéramos seguros de que había buenas probabilidades para el embarazo—. Sonrió a Gregori y una vez más él se inclinó para besarla.

—Hijo —dijo Mikhail suavemente, poniendo una mano en la espalda de Gregori.

El Oscuro se tensó y se dio la vuelta, sus ojos plateados fundidos.

—¿Hijo? —repitió—. ¿Desde cuando mi príncipe se dirige a su segundo al mando y más viejo amigo de esta manera?

Los labios de Mikhail se retorcieron. Por dentro, donde solo Raven podía oírlo, estaba rugiendo de risa, pero se las arregló para mantener su máscara inexpresiva.

—Eres familia... mi yerno, y pienso en ti como en un hijo en ocasiones. —Mikhail se frotaba las sienes como si le dolieran, pareciendo tan penoso y cansado como pudo.

—¿Oh, si?, ¿si? —Gregori cruzó los brazos sobre el pecho y lanzó una mirada sospechosa a la habitación. Moscas y escarabajos se aferraban a las paredes y los paneles de las ventanas. Algunos se arrastraron bajo la puerta para unirse a los demás. Miró fijamente a los insectos volviendo después la mirada a su suegro—. Parece haber una cantidad desmesurada de bichos invadiendo mi casa. Creo que necesitamos un insecticida particularmente venenoso. ¿Tu repentino sentimiento paternal no tendrá nada que ver con los bichos, verdad?

Mikhail gimió suavemente.

—¡Gregori! —Savannah le frunció el ceño—. Mi padre sufre un terrible dolor. Te está tratando como parte de la familia y tú no estás siendo muy amable. Consíguele una almohada para la espalda.

—Gracias, cielo, pero de verdad no puedo quedarme. Tengo que terminar con los detalles para esta noche. Estoy seguro de que lo que sea que hicieras estará bien, y si no es así, habrá muchos otros platos —. Mikhail volvió a bajar la pierna al suelo y esperó un momento a que el dolor disminuyera. Gregori tenía razón. Había sanado la herida lo mejor que había podido y eliminado el veneno, pero esta estaba tierna y cruda. Necesitaba ir a la tierra para completar el proceso. Hasta la mañana tendría que vivir con el dolor.

—Aquí, Papá —dijo Gregori con pesado sarcasmo— déjame ayudarte a levantarte. ¿Necesitas algo más?

Mikhail le dejó ayudarle a llegar a la puerta.

—Ahora que lo mencionas, hijo, si. —Envolvió su brazo alrededor de Savannah y la besó en la mejilla—. Felicidades, cariño, espero ansioso tener nietas. —Sonrió a Gregori—. Me gustaría que hicieras de Santa Claus para los niños esta noche. Es una gran responsabilidad y obviamente eres la mejor elección para el trabajo —. Sacó un gorro rojo con una borla blanca como la nieve del aire y se lo encasquetó a Gregori en la cabeza—. He traído todo el disfraz, aunque hay algo de controversia sobre si Santa lleva a no mallas rojas. —Ondeó las mallas bajo la nariz de Gregori.

Gregori arrancó las mallas de la mano de Mikhail y el sombrero de su cabeza.

—Mikhail.... —Sus dientes se unieron en un ruidoso chasquido de advertencia—. No te atreverías a hacerme esto —Miró alrededor de la habitación a los insectos que decoraban sus paredes—. Ya veo por qué mis hermanos han decidido visitarme —. Ondeó las manos para crear un viento salvaje que sopló un ciclón a través de la casa.

Los insectos vacilaron, cambiando a hombres, todos riendo ruidosamente. Lucian le palmeó la espalda y Gabriel le alborotó el pelo.

—Felicidades, hermanito, sacaste la varita más corta.

—¿Todos lo sabíais? —exigió Gregori. Hizo ademán de agarrar a Mikhail, pero el príncipe ya estaba saliendo por la puerta con un alegre saludito.

Darius chocó el puño con Julian, los dos sonriéndose abiertamente el uno al otro. Los demás aullaban de risa.

—Fuera —ordenó Gregori—. Todos y cada uno de vosotros.

—No me importaría ver de nuevo el sombrero en tu cabeza. —Darius contoneó los dedos como si Gregori debiera girarse y pasar modelos para ellos.

—Ponte las mallas —animó Jacques.

—Fuera —Gregori pronunció cada sílaba.

—Claro, estrella —bufó Julian—. Te dejaremos para que practiques para tu actuación de esta noche.

Otra ronda de risas llenó la casa, amenazando con arrancar el techo. Gregori mantuvo la puerta abierta y simplemente señaló. Los hombres salieron, con grandes sonrisas en las caras.

Gregori cerró la puerta de una patada y se giró hacia su compañera.

—Voy a matar a tu padre. He decidido que la gente de los cárpatos puede pasar muy bien sin él.

Savannah se presionó la mano firmemente sobre el estómago.

—En realidad es un honor. —Las palabras salieron amortiguadas mientras ahogaba la risa.

Él mantuvo en alto la mano.

—No. No digas ni una palabra más.

Ella la pasó el brazo alrededor de la cintura y se apoyó en él.

—¿Realmente es tan terrible?

—Ya les viste. Cada hombre en el territorio estará allí. Tu padre me la ha jugado.

Savannah se quedó en silencio un momento.

—Entonces supongo que tendremos que encontrar una forma de girar las tornas, ¿verdad?

Gregori se envolvió un manojo del pelo de ella alrededor de la mano y miró su cara vuelta hacia arriba, siempre tan amada para él.

—¿En qué estás pensando exactamente?

Una lenta sonrisa iluminó los ojos de ella.

—¿Quieren a Santa Claus? Soy maga, ¿verdad? ¿No soy la gran Savannah Dubrinsky? Y tú eres Gregori, comandante de la tierra, el espíritu, el fuego y el agua. Controlas el tiempo y haces que la tierra tiemble. Santa Claus va a ser pan comido. Ojalá nos hubieran dado algo más de tiempo para prepararnos. Pero les daremos el mejor Santa Claus que hayan visto nunca. Ningún niño va a tenerte miedo y no vas fallar ante todos como esperan.

—¿Estás segura de que no sería más sencillo deshacernos de tu padre y enterrar su cuerpo en algún lugar de los bosques? —Gregori sonaba esperanzado.

Ella se puso de puntillas y le presionó un beso en la boca.

—Eres tan sanguinario.

Él colocó la mano sobre su estómago redondeado.

—¿Estás realmente segura de que hay dos pequeñas creciendo en tu interior?

Ella asintió, colocando su mano sobre la de él.

—Si. Realmente nos las hemos arreglado para sorprenderte, ¿verdad?

—Soy un sanador, ma petite. Debería saber lo que está pasando dentro de tu cuerpo siempre. ¿De qué otra forma te mantendré saludable?

Savannah se llevó su mano a la boca, mordisqueándole los nudillos.

—Me gusta que ocasionalmente podamos sorprenderte.

—Oh, lo haces, Savannah —le aseguró—. Siempre lo haces.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary