Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



viernes, 6 de mayo de 2011

SUEÑO OSCURO/CAPITULO 10




10

Sara estaba sentada sobre una roca redonda, sumergiendo su mano en una pequeña charca de agua, y mirando el cielo nocturno. Las nubes eran espesas y oscuras, borrando las estrellas, pero la luna persistía valientemente intentando brillar. Blancos jirones de niebla se rizaban aquí y allá a lo largo de suelo del bosque, dando una extraña apariencia a la noche. Una lechuza se sentó en lo alto de las ramas de un árbol a su derecha, completamente inmóvil y muy consciente de cada movimiento del bosque. Varios murciélagos revoloteaban en lo alto, lanzándose a la caza de la plétora de insectos que volaba por el aire. Un roedor se escurrió entre las hojas, buscando comida, atrayendo la atención de la lechuza.
Sara ya llevaba fuera algún tiempo, simplemente inspirando la noche. Su perfume favorito mezclado con su fragancia natural era llevado a través del bosque para que la fauna que allí habitaba fuera muy consciente de su presencia. Sara se puso en pie lentamente y vagó de vuelta hacia la casa. Raras flores que florecían en la noche llamaron su atención y se detuvo a examinar una. Su fragancia fresca se mezcló con la de la flor y fueron llevadas por la brisa, flotando por el bosque y hasta lo alto de los árboles. Un zorro inhaló el aire y tembló, encorvándose en el interior de los espesos arbustos cerca de la roca donde la humana había estado. Hubo un suave sonido de vegetación cerca de los pies de ella. Sara se congeló en su sitio, observando a la gran rata que salió de los arbustos bastante cerca de ella. Demasiado cerca. Entre ella y la casa. Retrocedió lejos del roedor, de vuelta al interior del bosque. Miró hacia la roca, juzgando su peso. Los vampiros eran una cosa, las ratas otra muy distinta. Era un poco remilgada en cuanto a las ratas.
Cuando Sara miró hacia atrás, un hombre estaba de pie observándola. Alto. Delgado. Con la piel gris y largo pelo blanco. El vampiro la miró fijamente con brillantes ojos rojos. Ojos llenos de odio y rabia. No había falsa pretensión de amistad. Su amarga enemistad se mostraba en cada profunda línea de su cara devastada.
- Después de todos estos años malgastados. Al fin te tengo. Me has costado más de lo que nunca sabrás. Estúpida y penosa mujer. Que algo tan ridículo como tú haya sido una espina en mi costado. Me disgusta.
Sara retrocedió lejos de él, rehaciendo el camino por el que había venido hasta que sus piernas toparon contra la roca. Con gran dignidad simplemente se sentó en ella y le observó en silencio; los dedos que se retorcían unidos eran el único signo de temor. Este era el monstruo que había asesinado a su familia, llevándose a todos a los que amaba, virtualmente llevándose su vida. Este hombre alto y flaco con mejillas chupadas y ojos venenosos.
- Tengo casi poder ilimitado, aunque necesito a una pequeña gusano como tú para completar mis estudios. Ahora el hedor de Falcon está sobre ti. Me asquea. - El vampiro rió suavemente, burlonamente, escupiendo al aire. - No creías que supiera quién es él, pero le conocía bien en los viejos tiempos. Un buen sirviente que hacía la voluntad del Príncipe. Vladimir vivió mucho tiempo con Samantha, pero a nosotros nos envió lejos a vivir solos. Sus hijos quedaron atrás, protegidos por él, aunque a nosotros nos envió a morir solos. Yo no elegí morir sino abrazar la vida, y he estudiado mucho. Hay otros como yo, pero seré yo el único que controle. Ahora que te tengo, seré un dios y nada me tocará. El Príncipe se arrodillará ante mí. Todos los cazadores temblaran en mi presencia.
Sara alzó la cabeza.
- Ya veo. Aunque piensas en ti mismo como un ser todopoderoso, un dios, todavía me necesitas a mí. Me has seguido durante quince años, a una penosa mujer humana, una niña cuando me encontraste, aunque no pudiste capturarme.
Él siseó, un sonido horrendo y escalofriante, una promesa de brutal represalia.
Sara frunció el ceño hacia él, de repente la comprensión iluminó sus ojos.
- Necesitas que yo encuentre algo para ti. Algo que tú no puedes hacer por ti mismo. Mataste a todos los que yo amaba, y aún así pensaste que te ayudaría. No lo creo. En vez de eso tengo intención de destruirte.
- No tienes ni idea del dolor que puedo infringirte. Las cosas que puedo hacerte. Conseguiré gran placer en doblegarte a mi voluntad. No tienes ni idea de lo poderoso que soy. - La parodia de una sonrisa del vampiro expuso dientes manchados y afilados. - Disfrutaré viéndote sufrir ya que has sido una plaga para mi durante tanto tiempo. No te preocupes, querida, te mantendré viva durante mucho tiempo. Encontrarás la tumbo del maestro mago y el libro de conocimiento que me dará poder indecible. He adquirido varias de sus pertenencias, y tú sabrás donde está el libro cuando sostengas esas cosas. Los humanos no saben el verdadero tesoro que son. Los encierran en museos que unos pocos visitan, y nadie ve su auténtico valor. Creen que los magos y la magia son cuentos de hadas, y viven en su ignorancia. Los humanos merecen ser gobernados con puño de hierro. Son ganado, nada más. Solo presas, comida para los dioses.
- Quizás esa es tu impresión de los humanos, pero es falsa. ¿De otro modo como podría yo haberte evitado durante quince años? - Preguntó Sara suavemente. - No soy tan insignificante como te gustaría creer.
- ¡Cómo te atreves a burlarte de mí! - El vampiro siseó, sus facciones se desfiguraron con oido cuando súbitamente miró a su alrededor cautelosamente. - ¿Cómo es que estás sola? ¿Tus guardianes son tan ineptos que te permitirían caminar por ahí desprotegida?
- ¿Por qué crees que no están protegiéndome? Están todos a mi alrededor. - Sonaba veraz, sincera.
Los ojos de él se entrecerraron y señaló con una uña afilada hacia ella. Si ella lo hubiera negado, habría sido mucho más cauteloso, pero había sido demasiado rápida para delatar a los cazadores.
- No pongas a prueba mi paciencia. Ningún cazador Cárpato utilizaría a su compañera como cebo en una trampa. Te escondería profundamente en la tierra, cobarde como es, sabiendo que soy demasiado poderoso para que me detenga. - Rió suavemente, el sonido de un chillido horrendo. - Ha sido tu propia arrogancia la que ha causado tu caída. Ignoraste sus órdenes y saliste a la noche sin que él lo supiera o lo consintiera. Esa es una debilidad de mujer. No piensan con lógica, siempre lloriqueando y queriéndolo todo a su manera. - Su uña afilada como una daga le hizo señas. - Ven a mí, ahora.
Utilizó su mente, una aguda y fuerte compulsión diseñada para hacer daño, para ejercer una tremenda presión sobre el cerebro incluso mientras exigía obediencia.
Sara continuó sentada serenamente. Con un ligero fruncimiento de su suave boca. Suspiró y sacudió la cabeza.
- Eso nunca antes ha funcionado conmigo. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?
Maldiciendo, el vampiro levantó el brazo, después cambió de opinión. La vibración de poder habría atraído inmediatamente a los cazadores Cárpatos. Caminó hacia ella, cubriendo la corta distancia que los separaba, sus zancadas decididas, su cara una máscara de rabia ante la impertinencia de la mujer.
Sara se quedó sentada perfectamente inmóvil y le observó venir hacia ella. El vampiro inclinó su alta forma, extendiendo sus dedos huesudos hacia ella. Sara entró en acción, solo que fue el puño de Falcon el que golpeó con fuerza el pecho del no-muerto, mientras volvía a su verdadera forma. Mientras Falcon hacía eso, el vampiro, con una mirada de pura incredulidad, tropezó hacia atrás consiguiendo que el puño a penas penetrara en el pecho. En lo alto, Jacques, en la forma de una lechuza, se lanzó desde las ramas y voló directamente hacia el no-muerto con las garras extendidas. El pequeño zorro creció en estatura, tomando la forma de un cazador alto y elegante, y las manos de Mikhail estaban ya ondeando un hechizo para evitar que el vampiro cambiara de forma o se desvaneciera.
Presionado por el aire, capturado entre dos cazadores e incapaz de escapar, el vampiro lanzó su propio ataque, arriesgándolo todo con la esperanza de derrotar al único Cárpato cuya muerte podría obligar a los otros dos a detenerse. Convocando a cada onza de poder y conocimiento que poseía, lanzó su pecho contra el codo de Falcon, haciendo pedazos el hueso. Después se revolvió, su cuerpo replicándose a sí mismo una y otra vez hasta que hubo cien clones del no-muerto. La mitad de los clones iniciaron ataques utilizando estacas o lanzas de puntas afiladas; los demás escaparon en diversas direcciones.
Jacques, en la forma de la lechuza, dirigió las garras directamente a la cabeza de un clon, atravesando aire vacío, lo que le obligó a tomar altura rápidamente antes de golpear el suelo. El aire vibraba con poder, con violencia y odio.
Cada uno de los clones que atacaba ondeaba un hechizo diferente, y las salpicaduras de sangre llenaban al aire que los rodeaba como un crisol tóxico. La mente de Falcon se desconectó de su codo destrozado mientras evaluaba la situación en lo que duraba un latido del corazón. Eso fue todo lo que tuvo. Todo lo que tendría nunca. En ese parpadeo vio los siglos de su vida pasada, vacía y árida, extendiéndose interminablemente hasta Sara. Este es mi regalo para ti. Ella era su vida. Su alma. Su futuro. Pero estaba su honor. Estaba qué y quién era él, lo que defendía. Era el guardián de su gente.
Ella estaba allí con él. Su Sara. Ella entendía que no tenía otra elección. Eso era todo lo que él era. Sin arrepentimiento, Falcon introdujo su cuerpo entre su Príncipe y el vampiro que se acercaba para matar. Una multitud de lanzas afiladas como cuchillas de afeitar traspasaron el cuerpo de Falcon, quitándole el aliento, derramando su fuerza vital hasta el suelo en ríos oscuros. Mientras caía a tierra, extendió los brazos, golpeando con ambas manos abiertas la fuente escarlata del pecho del vampiro, dejando sus marcas como una señal de neón para que los otros cazadores fijaran el objetivo.
Sara, compartiendo la mente de Falcon, reaccionó con tranquilidad, sabiendo ya que hacer. Tenía que hacer buen uso del conocimiento de Falcon y detener el corazón y los pulmones de él instantáneamente, así quedaría tendido tan inmóvil como muerto sobre el campo de batalla. Se concentró, sujetándole a ella, una luz vacilante y apagada que quería retirarse del dolor.
No tenía tiempo para la pena. No tenía tiempo para las emociones. Le sujetó a ella con la misma feroz determinación que el más fino guerrero de los Cárpatos,  mientras la batalla rabiaba alrededor de él.
Makhail vio caer al guerrero ancestral, su cuerpo lleno de agujeros. El Príncipe ya estaba en movimiento, rompiendo lanzas como cerillas mientras avanzaba, dirigiendo a Jacques con su mente. Los clones intentaban reagruparse intentando despistar a los cazadores, pero era demasiado tarde. El vampiro se había revelado a sí mismo en su ataque, y Mikhail se fijó en las marcas de Falcon, tan seguras como huellas dactilares.
El no-muerto gruñó de odio, chillando su furia, pero el hechizo se aferraba a él. No podía cambiar de forma y ya era demasiado tarde. El Príncipe enterró el puño profundamente, siguiendo el retorcido camino que el antiguo guerrero había marcado. Jacques tomó la delantera, acuchillando limpiamente, una táctica dilatoria para dar a su hermano tiempo de extraer el negro y pulsante corazón. Del cielo llovían insectos, grandes bichos atrapados por el hielo y la lluvia. Mikhail tranquilamente convocó la carga de energía en las nubes turbias. Mientras tanto, el negro corazón saltaba y se arrastraba ciegamente, buscando a su amo. Surgieron ampollas en la tierra y sobre sus brazos cuando la salpicadura escarlata se incrustó e sus pieles. La furia del viento los batió, gimiendo y siseando una oscura promesa de venganza.
Mikhail continuó serenamente, llamando a la naturaleza, dirigiendo una feroz bola naranja desde el cielo hasta el pulsante corazón. La cosa quedó incinerada con un olor nocivo y una nube de humo negro.
El cuerpo del vampiro se sacudió, su cabeza rodó, los ojos miraron hacia la forma inmóvil de Falcon con un odio más allá de lo que ninguno de los cazadores había nunca presenciado. Una mano se movió, la garra afilada se extendió hacia el guerrero caído como para llevarle con él a la muerte. La bola naranja de energía le golpeó el cuerpo, incinerándolo inmediatamente, después saltó a la cabeza para reducirla a finas cenizas.
Jacques se ocupó de limpiar la tierra, y después sus propias pieles, borrando toda evidencia de la apestosa criatura que había ido contra la naturaleza misma.
Raven se encontró con su compañero en la puerta, tocando su brazo, compartiendo su profundo pesar, ofreciéndose consuelo y calidez.
- Shea se ha adelantado a la cueva de sanación, abriendo la tierra y llevando las velas que necesitaremos. Jacques ha llevado a Falcon allí. La tierra es rica y la ayudará a trabajar. He convocado a nuestra gente para que se unan a nosotros en el canto sanador. - Se volvió para mirar a Sara. Sara se puso en pie lentamente. Podía ver compasión, incluso pena, en la cara de Raven. Las lágrimas veteaban las mejillas de Raven y extendía hacia ella ambas manos. - Sara, le hemos llevado al mejor lugar posible, un lugar de poder. Shea dice... - Contuvo un sollozo y se presionó un puño contra la boca incluso mientras cogía la mano de Sara entre las suyas. - Debes venir con nosotros rápidamente a la cueva de sanación.
Mikhail caminaba detrás, evitando sus ojos, sus facciones eran una máscara de granito, pero Sara sabía lo que estaba pensando. Le tocó el brazo brevemente para atraer su atención.
- Estaba compartiendo su mente cuando tomó la decisión. Fue una decisión consciente, una que no dudó en hacer. No minimices su sacrificio sintiéndote culpable. Falcon cree que eres un gran hombre, la pérdida de tu vida sería intolerable para él, para vuestra gente. Sabía exactamente lo que estaba haciendo y lo que podría costarle. Estoy orgullosa de él, orgullosa de quién es. Es un hombre honorable y siempre lo será. Apoyo totalmente su decisión.
Mikhail asintió.
- Eres la compañera adecuada para un antiguo tan honorable como Falcon. Gracias por tu amabilidad en semejante hora de negra, Sara. Es un privilegio contarte entre nuestra gente. Debemos acudir a él rápidamente. No has tenido tiempo de acostumbrarte a los usos de nuestra gente, así que te pregunto si me permites tomar tu sangre. La sangre de Falcon corre en mis venas. Debo ayudarte a cambiar de forma para llegar a este lugar de sanación.
Ella sostuvo su mirada negra firmemente.
- Me honras, señor.
Los dedos de Raven se apretaron alrededor de los de Sara como para mantenerla cerca, pero Sara a penas podía sentir el contacto. Su mente estaba firmemente arraigada en la de Falcon, sujetándole a ella, negándose a permitirle deslizarse lejos a pesar de la gravedad de sus heridas. Sintió el pinchazo de los dientes de Mikhail en su muñeza, sintió el apretón tranquilizador de la mano de Raven. Nada importaba a Sara excepto la luz vacilante, apagada y tan lejana.
Mikhail colocó la imagen de una lechuza en su mente, y al momento sintió los huesos retorcerce, su cuerpo contoneándose, y la súbita ráfaga de aire cuando emprendió el vuelo. Pero existía solo Falcon, y no se atrevía a dejar marchar esa luz que se apagaba para mirar el mundo que se alejaba de ella mientras volaba hacia la cueva de sanación.
Profundamente bajo la tierra, el aire era pesado y espeso por el aroma de cientos de velas aromáticas. Sara fue hacia Falcon, sorprendida por las terribles heridas de su cuerpo, por su piel blanca y casi traslúcida. El cuerpo de Shea era una cáscara vacía. Sara fue vívidamente consciente de ella en el cuerpo de Falcon, valientemente reparaba el extenso daño. El sonido del canto ancestral, hermosas palabras en una lengua que reconocía aunque no la comprendiera llenaba la cámara. La lengua ancestral de los Cárpatos. Aquellos que no estaban presentes allí no obstante, se unieron mente con mente, enviando sus poderes de sanación, su energía, a su guerrero caído.
Sara vio al Príncipe dar su sangre, mucha más de la que podía afrontar, aunque apartó a los otros y dio hasta que estuvo débil y pálido, hasta que su propio hermano lo obligó a reabastecer lo que había dado. Ella observaba a cada uno de los Cárpatos, desconocidos para ella, dando generosamente a su compañero, reverentemente, prestándole una especie de homenaje. Sara tomó la mano de Falcon entre las suyas y observó como Shea volvía a su propio cuerpo.
Shea, tambaleante por el cansansio, hizo señas a los otros para que cubrieran las terribles heridas de Falcon con saliva y las profunda riqueza de la tierra. Ella se alimentó brevemente de su compañero y volvió a la monumental tarea de cerrar y reparar las heridas.
Llevó horas. Fuera de la cueva el sol estaba saliendo, pero ninguno de ellos flaqueó en su tarea. Sara sostuvo a Falcon a fuerza de pura voluntad, y cuando Shea emergía, se miraban la una a la otra sobre su cuerpo, ambas cansadas, ambas con lágrimas brillando en sus ojos.
- Debemos ponerle en la tierra y esperar que ella obre su magia. He hecho todo lo que he podido. - Dijo Shea suavemente. - Ahora te toca a ti, Sara.
Sara asintió.
- Gracias. Te debemos mucho. Tus esfuerzos no serán en balde. Vivirá. No permitiré ninguna otra cosa. - Se inclinó cerca de su compañero. - No te morirás, ¿me oyes, Falcon? - Exigió Sara, con lágrimas corriendo por su cara. - Aguantarás y vivirás por mí. Por nosotros. Por nuestros niños. Te lo exijo. - Lo dijo ferozmente, en serio. Lo dijo con el corazón, la mente y el alma.
Gentilmente tocó su amada cara, trazando sus rasgos agotados. ¿Me oyes? Sintió el más débil movimiento en su mente. Una calidez. Suave, cansada risa. ¿Quién no te oiría, mi amor? No puedo hacer más que acceder.

La casa era grande, una casa enorme construida en piedra y con columnas. La terraza daba la vuelta a la estructura entera en un porche inferior. Un balcón similar de hierro forjado rodeaba el piso superior. Ventanas de cristales tintados saludaban a la luna, piezas hermosas y únicas que consolaban el alma. Sara adoraba cada pequeña cosa en la hacienda. Los arbustos demasiado crecidos y las filas de gruesos árboles. La confusión de flores que parecían florecer por todas partes. Nunca se cansaba de sentarse en el balancín de su  porche y mirar el bosque circundante.
Todavía era difícil de creer, incluso después de todos esos meses, que el vampiro estaba realmente fuera de su vida. Había estado firmemente en la mente de Falcon cuando él asumió su forma. Sus pensamientos y emociones le habían guiado para disfrazar su cuerpo. Falcon estaba tan profundamente enterrado, que el vampiro no podría detectarle. El plan había funcionado, el vampiro había sido destruido, pero le llevaría mucho tiempo poder despertar sin sentir miedo. Sólo podía esperar que el libro que el vampiro había estado buscando permaneciera escondido, perdido para mortales e inmortales por igual. El hecho de que el no-muerto hubiera llegado hasta tales extremos para encontrar el libro sólo podía significar que su poder era tremendo. En las manos equivocadas, ese libro podría significar el desastre tanto para mortales como para inmortales.
Falcon había contado a Sara que conoció al vampiro siendo un jovencito. Vladimir le había enviado a Egipto mientras Falcon había ido a Italia. En algún lugar a lo largo del camino, Falcon había escogido el honor, mientras su amigo de la niñez había deseado el poder último. Sara se meció atrás y adelante en el balancín, permitiendo que la paz de la noche empujara los pensamientos desagradables fuera de su mente.
Podía oír al personal en la cocina hablando juntos tranquilamente, sus voces reconfortantes. Podía oír a los niños, escaleras arriba en sus dormitorios, riendo y murmurando mientras empezaban a prepararse para irse a la cama. La voz de Falcon era amable mientras bromeaba con los niños. Estalló una guerra de almohadas como ocurría con frecuencia, casi era una traducción nocturna.
Tu mismo eres un niño. La palabras aparecieron en la mente de Falcon, rodeándolo con un profundo amor que le quitó el aliento. Sara adoraba que él se divirtiera, que disfrutara de todas las cosas simples que se había perdido en su larga vida. Y era bien consciente de que Falcon la amaba por eso y por la forma en que ella disfrutaba de cada momento de su existencia compartida, como si cada hora fuera brillante y nueva.
Ellos me atacaron a mí, pequeños bribones. Sara podía ver la imagen de él riendo, tirando almohadas tan rápido como ellos le tiraban a él.
Si, bueno, cuando hayas acabado con tu guerra, tu compañera tiene otras ocupaciones para ti. Sara se reclinó hacia atrás en el balancín, golpeando con el pie impacientemente mientras una pequeña sonrisa tiraba de su boca. Deliberadamente pensó en su última fantasía. La charca de agua que había descubierto en la caída de un acantilado aislado. Tirando su ropa a un lado. Caminaba desnuda por la piedra redondeada extendiendo los brazos en una invitación a la luna. Volvía la cabeza para sonreír a Falcon cuando llegaba hasta ella. Inclinándose hacia adelante cara atrapar una pequeña gota de agua que recorría el pecho de él, bajando por su estómago, después más abajo, más abajo.
El aire brilló tenuemente durante un momento y él estaba delante de ella, su mano extendida, una sonrisa en su cara. Sara levantó la mirada hasta él, tomando nota de su largo pelo sedoso y sus hipnotizadores ojos oscuros. Parecía en forma y bien parecido, aunque ella sabía que todavía quedaban débiles cicatrices en su cuerpo. Estaban grabadas en su mente más profundamente que en la piel de él.
Sara acudió a él, fluyó hacia él, se derritió en él, alzando la cara para que la besara, sabiendo que podía mover la tierra para ella.
- Quiero echar un vistazo a esa charca que has descubierto. - Susurró maliciosamente contra los labios de ella. Sus manos se movieron sobre el cuerpo de Sara gentil y posesivamente.
Ella se rió suavemente.
- Confiaba que en lo harías.





SUEÑO OSCURO/CAPITULO 9



9

Sara estaba esperando en la enorme y hermosa cámara. Había velas por todas partes, llamas que vacilaban haciendo que brillaran luces y sombras sobre las paredes. Estaba sola, sentada al borde de la cama. Las otras mujeres habían sido convocadas por sus compañeros. Sara saltó hacia arriba cuando Falcon entró. Vestía solo una camisa de seda de hombre, los faldones le llegaban casi hasta las rodillas. Un solo botón mantenía unidas ambos extremos sobre los generosos pechos. Era la cosa más bella que Falcon había visto en todos sus siglos de existencia. Cerró la puerta tranquilamente y se apoyó contra ella, simplemente embebido con ella. Estaba viva. Y era real.
Sara levantó la mirada hacia él, con el corazón en los ojos.
- Parece como siempre.
Su voz era suave y le inundó con la fuerza de un huracán, haciendo que su pulso martilleara y sus sentidos se revelaran. Ella estaba esperándole con esa misma bienvenida en su cara. Real. Era real, y sólo por él.
Falcon extendió sus manos hacia ella, necesitando tocarla, comprobar que estaba vida y bien, que la sanadora había obrado su milagro.
- Nunca quiero volver a experimentar un horror semejante. Encerrado en el interior de la tierra, me sentí impotente para ayudarte.
Sara acudió a su lado sin dudar. Tocó su cara con dedos temblorosos, trazando cada amada línea... la curva de su boca, sus cejas oscuras... y frotó una caricia a la largo de su mandíbula sombreada.
- Pero viniste a ayudarme. Enviaste a otros hacia mí, y siempre estuviste conmigo. No estaba sola. Más aún, sabía que tú salvarías a los niños. - Había tanto amor en su voz que le robó el corazón.
Él inclinó la cabeza para tomar posesión de su tentadora boca. Era suave satén y un sueño oscuro de futuro. Se tomó su tiempo, besándola una y otra vez, saboreando la forma en que se fundía en él, la forma en que era tan parte de él. ¿Estás preparada para ser como soy? ¿Ser una Cárpato y caminar a mi lado para siempre? No podía decirlo en voz alta así que se lo susurró íntimamente en la mente mientras el corazón se le detenía y contenía el aliento en los pulmones. Esperando. Sólo esperando su respuesta.
Eres mi mundo. No creo que pueda soportar estar sin ti. Le respondió a la manera de su gente, deseando reconfortarle.
- ¿Es esto lo que quieres, Sara? ¿Soy yo lo que quieres? Estas segura de esto... no es cosa fácil. La conversión es dolorosa. - Falcon apretó su abrazo posesivamente, pero tenía que decirle la verdad.
- Estar sin ti es mucho más doloroso. - Sus brazos avanzaron hasta rodearle el cuello. Apoyó su cuerpo contra el de él, sus pechos suaves empujaron contra el pecho, su cuerpo se amoldó al de él. - Esto es lo que quiero, Falcon. No tengo reservas. Puede que esté nerviosa, pero no tengo miedo. Quiero una vida contigo. - Su boca encontró la de él, pequeños besos que tentaron las comisuras de la sonrisa de él, sus dientes le mordieron el labio inferior. El cuerpo de Sara estaba ardiente, intranquilo y dolorido por él. Sus besos eran fuego y pasión, ardientes y llenos de promesas. Se entregó a él sin reservas.
Él se rindió por dentro. Fue una instantánea y completa fusión, sus entrañas se suavizaron y su cuerpo se endureció. Ella le desgarraba por dentro como nada había hecho nunca. Nadie había nunca penetrado la armadura que rodeaba su corazón. Había estado frío. Muerto. Ahora estaba salvajemente vivo. Su corazón bombeaba maliciosamente ante el amor en los ojos de ella, el toque de sus dedos, la generosa bienvenida de su cuerpo, la total confianza que ella le daba cuando su vida había estado llena de tanta desconfianza.
Su beso fue posesivo, exigente. Ardiente y urgente, la sensación de su cuerpo. Llevó las manos a la cintura de ella en una suave caricia, deslizándolas hacia arriba para acunar el peso de sus pechos entre sus manos. Pero su boca era puro fuego, salvaje y ardiente incluso cuando sus manos eran tan tiernas. Desabotonó el único botón, el aliento se le atascó en la garganta, y retrocedió un paso para ver la lujuriosa tentación de sus pechos.
- Eres tan hermosa, Sara. Todo en ti. Te amo más que a nada. Espero que lo sepas. Espero que estés leyendo mi mente y sepas que eres mi vida. - Sus dedos trazaron hacia abajo el valle entre los pechos hacia el ombligo. Su cuerpo reaccionó, ese doloroso tirón y urgente demanda. Le dejó que ocurriera.
Sara observó como le cambiaban los ojos, observó la forma en que el cuerpo de él cambiaba, y sonrió, sin temor el salvajismo que brillaba en él. Deseándolo. Deseándole loco por ella. Le desabotonó la camisa, deslizándosela por los hombros. Inclinándose hacia adelante, presionó una fila de besos a lo largo de sus músculos, su lengua se deslizó alrededor de un pezón. Sonrió hacia él mientras frotaba una mano sobre la tensa tela de sus pantalones, los dedos liberándole hábilmente de los apretados confines. La mano se envolvió alrededor de su gruesa longitud, simplemente sosteniéndole durante un momento, disfrutando la libertad de ser capaz de explorar. Entonces enganchó los pulgares en la pretina de los pantalones para quitárselos.
- Yo creo que tú eres hermoso, Falcon. - Admitió ella. - Y sé que te amo.
Él le envolvió la cintura con un brazo, arrastrándola hacia él, su boca fusionándose con la de ella, siempre agresiva, exigente, un poco primitiva. Sara enfrentó beso con beso. Las manos de él estaban por todas partes; al igual que las de ella.
Falcon deslizó la palma de la mano por sobre el estómago de ella, deseando sentir un niño, su hijo, creciendo allí, deseándolo todo a la vez… ella, un hijo, una familia, todo lo que nunca había tenido. Todo lo que había creído que nunca tendría. Sus dedos se movieron hacia abajo para sumergirse entre los apretados rizos, acunando su cálida bienvenida incluso mientras su boca devoraba la de ella.
- Sé que debería ir más despacio. - Se las arregló para dejar escapar.
- No hay ninguna necesidad. - Contestó ella, sintiendo la misma sensación exacta de salvaje urgencia. Le necesitaba. Le deseaba. Cada centímetro de él enterrado profundamente dentro de ella fundiendo sus dos mitades en un mismo todo.
Las sombras danzaban sobre la pared desde las velas vacilantes, provocando un brillo tenue sobre la cara de Sara. Él alzó la cabeza mientras lentamente, cuidadosamente, empujaba dos dedos dentro de ella. Quería observar el placer en los ojos de ella. Sara jadeó, su cuerpo se tensó, cerrándose alrededor de sus dedos, ardiente y necesitada. Se movió contra la dureza de él, una lenta y sexy cabalgada, echó la cabeza hacia atrás para exponer la garganta, sus pechos eran una brillante invitación a la luz de las velas.
Empujó profundamente dentro de ella, sintió la instantánea oleada en respuesta a la cálida humedad. Muy lentamente inclinó la cabeza hacia la garganta. Su lengua jugueteó perezosamente. Sus dientes arañaron. No le escondió nada, su mente empujó dentro de la de ella, compartiendo el perfecto éxtasis del momento con ella, la reacción de su cuerpo y el frenesí de su acalorada pasión. Los dedos penetraron profundamente en su canal femenino mientras enterraba los dientes en su garganta. El relámpago los atravesó a los dos, ardiente y blanco, un dolor que dio paso a un fuego erótico. Ella era cálida y dulce y tan salvaje como él. Falcon tuvo cuidado de mantener su apetito bajo control, tomando sólo la sangre suficiente para un intercambio. Su boca dejó la garganta con una pasada consoladora de la lengua; le levantó con solo un brazo enredado alrededor de la cintura y la llevó a la cama. Todo el tiempo, sus dedos se deslizaban dentro y fuera de ella, su boca permanecía fundida con la de ella, el placer florecía y se propagaba como un fuego salvaje a través de los dos.
Ella esperaba encontrar que el beber sangre le disgustara, pero fue erótico y de ensueño, casi como si él hubiera lanzado un velo sobre su mente, enredándola en su oscura pasión. Aunque compartía su mente y sabía que no lo estaba haciendo. Ella también compartía la intensidad del placer que extraía él del acto, y eso le dio coraje.
- No es suficiente, Falcon. Quiero más, te quiero dentro de mi cuerpo, quiero que estemos juntos. - Su voz fue jadeante contra los labios de él, sus manos se deslizaron sobre él ansiosamente, trazando cada definido músculo, urgiendo sus caderas hacia las de ella.
Él le besó la garganta, los pechos, deslizando la lengua sobre sus pezones, a lo largo de sus costillas, alrededor de su estómago. Entonces ella jadeó, alzándose de la cama, sus manos apretaron puñados del pelo de él mientras la saboreaba. Estaba rompiéndose con la pura intensidad de su placer. Falcon podía trasportarla a otros mundos, lugares de belleza, emoción y éxtasis físico.
Él se alzó sobre ella, un hombre oscuro y guapo con largo pelo salvaje y ojos negros e hipnotizadores. Pasó un latido de corazón mientras él se colocaba, y después empujó hacia adelante, uniéndoles como debían estar, penetrando profundamente, lanzándola lejos con él. Empezó a moverse, cada estocada le conducía más profundo, llenándola con una oleada de calor y fuego. Ella se elevó para encontrarle, deseando ardientemente el contacto, ansiándole profundamente en su interior, todo el tiempo su cuerpo se apretaba más y más, apresurándose hacia esa elusiva perfección.
Sara jadeó cuando él empujó más profundamente aún, la feroz fricción tensando cada músculo de su cuerpo, inundando cada célula con un salvaje éxtasis. Después él fundió sus mentes, empujando profundamente mientras su cuerpo tomaba el de ella. Sara sintió su placer, él sintió el de ella, cuerpo, mente y corazón, una danza eterna de alegría y amor. Alzaron el  vuelo  juntos, explorando, fragmentándose, oleada de alivio sacudiendo la tierra haciendo que se aferraran juntos con los corazones martilleando y compartiendo sonrisas.
Falcon la abrazó con fuerza, enterrando la cara en su cuello, susurrando suaves palabras de amor, de ánimo antes de desatar su cuerpo reluctantemente.
Tendido en la cama juntos... esperando. El corazón de ella martilleaba, su aliento era también acelerado, pero intentó fingir valientemente que todo era perfectamente normal. Que su mundo entero no estaba a punto de cambiar para siempre.
Falcon la sostuvo entre sus fuertes brazos, deseando reconfortarla, necesitando la cercanía mucho más que ella.
- ¿Sabes por qué escribí el diario? - La besó en la sien, respirando su esencia. - Hace mil años, las palabras fluyeron de mi interior cuando no podía sentir nada, ni ver nada más que imágenes grises. Las emociones y palabras estaban abrazando mi alma. Sentí la necesidad de escribirlas para así recordar siempre la intensidad de mis sentimientos por mi compañera. Por ti, Sara, porque incluso entonces, mil años antes de que hubieras nacido, más incluso, yo sentía tu presencia en mi alma. Una pequeña llama y necesitaba que mi iluminara el camino. - La besó gentilmente, tiernamente. - Supongo que no tiene mucho sentido. Pero te sentí dentro de mí y tenía que decirte cuanto me importabas.
- Esas palabras salvaron mi vida, Falcon. No habría sobrevivido sin tu diario. - Se apoyó en él. Sobreviviría a esto también. Era fuerte y podía con ello.
- Me estremezco al pensar los problemas que los niños están dando a ese pobre desconocido que ha sido reclutado para el servicio. - Se burló Falcon, deseando verla sonreir.
Sara le mordisqueó la garganta.
- ¿Cuánto nos llevará llevar a los niños a una casa de verdad? ¿A nuestra casa?
- Creo que puede arreglarse muy rápidamente. - Le aseguró Falcon, sus dedos se deslizaban a través del sedoso y espeso pelo de ella, adoraba la sensación de esos mechones. - Lo bueno de nuestra gente es que están muy dispuestos a compartir lo que tienen. Yo tengo joyas y oro escondido lejos. Iba a entregarlo a Mikhail para ayudar a nuestra gente de cualquier forma posible, pero podemos pedir una casa.
- Una casa grande. Siete niños requieren una casa grande
- Y mucho personal. Tendremos que encontrar a alguien de confianza para vigilar a los niños durante el día. - Señaló Falcon. - Estoy seguro de que Raven y Shea conocerán a la persona más adecuada. Los niños tienen necesidades muy especiales. Tendemos que ayudarles...
Ella volvió la cabeza, frunciéndole el ceño.
- Quieres decir manipularlos.
El encogió sus poderosos hombros, imperturbable ante su irritación.
- Es nuestra forma de vivir en este mundo. Debemos escudar a aquellos que nos alimentan, o vivirían aterrorizados. Los burócratas que no quieran entregarnos a estos niños serán fácilmente persuadidos. Evitar que los niños vivan con miedo y permitirles acostumbrase mejor a su ambiente y aceptar más fácilmente un nuevo estilo de vida, será necesario. Es un don útil, Sara, y uno del que dependemos para evitar que nuestra especie sea descubierta.
- Los niños quieren vivir conmigo. Lo hemos discutido en muchas ocasiones. Les habría llevado a mi casa inmediatamente para construir un hogar seguro para ellos, un refugio donde podría verlos sin ponerlos en peligro. Pero los burócratas ponían continuamente trabas en mi camino, la mayoría de las veces para cobrar más dinero. Pero los niños sabían que lo estaba intentando. Creen en mí, y no tendrán miedo de una nueva vida.
- Tú no estarás con ellos durante el día, Sara. Debemos asegurarnos de que confían en los humanos que tendremos que contratar para guardarlos durante esas horas.
Justo entonces una onda de fuego atravesó el cuerpo de Sara. Se puso las manos sobre el estómago y volvió la cabeza, encontrando la mirada ensombrecida de Falcon. Él colocó sus manos sobre las de ella. Se inclinó para besarla, un beso de pena, de disculpa.
- Compartiría contigo este dolor si pudiera. - Lo susurró contra su piel. Su cuerpo temblaba contra el de ella.
Sara le cogió de la mano, entrelazando los dedos de ambos. Sus entrañas estaban ardiendo alarmantemente.
- Toda va bien, Falcon. Sabíamos que iba a ser así. - Quería reconfortarle incluso cuando cada músculo se acalambraba y su cuerpo se estremecía de dolor. - Puedo hacer esto. Quiero hacer esto. - No permitió que nada más entrara en su mente. Ni el miedo. Ni el creciente terror. No había lugar para nada, sólo para su completa fe en él, en ellos. En su decisión. Una convulsión elevó su cuerpo, y le dejó caer. Sara intentó alejarse de él, queriendo ahorrárselo.
Falcon la capturó, su mente firmemente arraigada en la de ella. Juntos, piccola. Estamos juntos en esto. Podía sentir el dolor retorciendo su cuerpo y respiró profundamente, suavemente, decidido a respirar por los dos, protegiéndola lo mejor que podía. Deseaba, necesita, apartar el dolor de ella, pero incluso con su gran fuerza y todos sus poderes, no podía aliviar el terrible ardor de los órganos de ella mientras se reformaban. Sólo podía cargar sobre sus hombros una parte del terrible dolor y compartir su sufrimiento. La abrazó mientras su cuerpo se libraba de toxinas. Ni una sola vez detecto un sólo momento en el que ella le culpara o vacilara en su elección de unirse a él.
Para Falcon, el tiempo pasó lentamente, una eternidad, pero se obligó a permanecer sereno en su mente, decidida a aceptarlo tan bien como Sara. Decidido a ser todo lo que ella necesitaba, incluso si todo lo que podía hacer era creer que todo saldría perfectamente. En los siglos de su existencia, se había mezclado con humanos y había visto extraordinarios momentos de valentía, pero el firme coraje de Sara le dejaba atónito. Compartí su admiración por ella, la fe en su habilidad para sobreponerse a las oleadas de dolor y las convulsiones que poseían su cuerpo. Ella se tomó cada momento por separado, buscando reconfortarle a él cuando cada oleada remitía, dejándola agotada y exhausta.
Una vez, le sonrió y le susurró. Él no pudo oírla, incluso con su fenomenal oído. Tener un bebé va a ser pan comido después de esto. Había un humor sardónico en esa suave voz que rozaba las paredes de su mente. Falcon volvió la cabeza para evitar que ella viera las lágrimas de sus ojos ante la prueba de su profundo compromiso para con él.
En el momento en que supo que era seguro enviarla a dormir, Falcon lo ordenó, abriendo la tierra y permitiendo que sus propiedades sanadoras la ayudaran. La tierra de los Cárpatos, más que ninguna otra, rejuvenecía y sanaba a su gente, aunque podían utilizar cualquier otra disponible, como había hecho él durante siglos. Había olvidado el gran consuelo de su tierra natal. Falcon limpió cuidadosamente la cámara de sueño, eliminando todo trazo de enfermedad y evidencia de la conversión de Sara. Se tomó su tiempo, confiando en los otros dos hombres de los Cárpatos para mantener la vigilia contra posibles asaltos por parte del antiguo vampiro. Había pasado mucho desde que había estado en casa, desde que había conocido el confort y estado con su propia gente, el lujo de ser capaz de depender de otros. Falcon tomó la sustancia ofrecida por Jacques, de nuevo agradecido por la poderosa sangre proporcionada por un antiguo de gran linaje. Descansó una hora, profundamente en la tierra, sus brazos enredados alrededor de Sara.
Cuando Falcon estuvo seguro de que Sara había sanado completamente, la llevó a la superficie, tendiéndola cuidadosamente sobre la cama, su cuerpo desnudo extendido, limpio y fresco, la luz de las velas proporcionaban una fragancia consoladora y sanadora. Su corazón martilleaba, tenía la boca seca. Sara. Mi vida. Mi corazón y mi alma. Despierte y ven a mí. Inclinó la cabeza para capturar su primer aliento como Cárpato. Su otra mitad.
Sara despertó a un mundo diferente. Los vívidos detalles, los olores y sonidos, casi demasiado para afrontarlo. Se aferró a Falcon, encajando su cuerpo confiadamente en el de él. Ambos podían oír su corazón palpitando ruidosamente, frenéticamente.
Él la besó en la coronilla, frotando su barbilla sobre los sedosos mechones de pelo.
- Ssh, mi amor, ya está hecho. Respira conmigo. Deja que tu corazón siga el ritmo del mío.
Sara podía oírlo todo. Todo. Insectos. El murmullo de voces en la noche. El suave y sofocado vuelo de una lechuza. El susurro de roedores en un arbusto cercano. Aun a pesar de estar lejos bajo la tierra en una cámara construída con gruesas paredes y roca. Si ella podía oírlo todo, podían también todo los de esta especie.
Falcon sonrió, sus dientes inmaculadamente blancos.
- Es verdad, Sara. - Estuvo de acuerdo, monitoreando fácilmente sus pensamientos. - Aprendemos discreción a una edad muy temprana. Aprendemos a hacer oídos sordos a lo que no es asunto nuestro. Se convierte en una segunda naturaleza. Tú y yo hemos estado solos demasiado tiempo; ahora volvemos a ser parte de algo. Hacer los ajustes necesarios llevará algo de tiempo, pero ahora la vida en un viaje excitante, contigo a mi lado.
Contra su hombro ella rió suavemente.
- Incluso antes de pasar por la conversión, podía leerte como a un libro abierto. Deja de tener miedo por mí. Soy fuerte, Falcon. Tomé la decisión hace quince años de que tú fueras parte de mi vida. Lo eres todo para mí. Estabas conmigo en mis sueños, mi amante oscuro, mi amigo y confidente. Estabas conmigo en mis horas más oscuras cuando todo era vacío y desesperanza y no tenía a nadie. Todos mis días, todas mis noches, tú estabas en mi corazón y mi mente. Te conozco. Viví solo a causa de tus palabras. Nunca había sobrevivido sin tu diario. De verdad, Falcon. Conoces mi mente, sabes que digo la verdad. No temo mi vida contigo. La deseo. Deseo estar contigo.
Él se sintió humillado por su tremenda generosidad, por su regalo. Le contestó de la única forma que podía, su beso tierno y amoroso, expresando con su cuerpo la profunda emoción que no podía describir con palabras.
- Todavía no puedo creer que te haya encontrado. - Susurró suavemente.
Ella le rodeó el cuello con los brazos, sus pechos suaves firmemente presionados contra el pecho de él. Movió las piernas con una invitación, deseando su cuerpo enterrando profundamente en el propio. Deseado el ancla fuerte de su fuerza.
- Yo todavía no puedo creer que seas real y no mi fantasía, el amante soñado que me he inventado.
Falcon sabía lo que ella necesitaba. Él necesitaba la misma tranquilidad. Sara. Su Sara. Nunca temía parecer vulnerable ante él. Nunca temía mostrar lo que quería. Su boca encontró la de ella, alterando los cielos para los dos. El cuerpo de ella era cálido y acogedor, su santuario, un refugio, un lugar de intimidad y éxtasis. El mundo cayó lejos de ellos. Sólo quedaron las llamas vacilantes de las velas y las sábanas de seda. Solo sus cuerpos y largas y pausadas exploraciones. Sólo habían jadeos de placer mientras accedían a cada una de sus fantasías.
Mucho, mucho más tarde, Falcon estaba tendido a lo largo de la cama, con la cabeza en su regazo, disfrutando de la sensación del aire fresco sobre su cuerpo, de la forma que los dedos de Sara jugaban con su pelo.
- No puedo moverme.
Ella rió suavemente.
- No tienes que moverte. Me gustas ahí donde estás. - Su respiración se alteró, capturada en su garganta mientras él soplaba un aire cálido, gentil y tentadoramente sobre sus muslos. El cuerpo entero se le tensó en reacción, tan sensibilizado por la continuidad de su acto de amor que Sara no podía creer que se recuperara nunca.
- Ahh, pero tengo que hacerlo, mi amor. Tenemos que cazar a nuestro enemigo. No dudo de que está cerca y muy ansioso por terminar su trabajo y dejar estas montañas. No puede afrontar el esperar pacientemente aquí. - Suspiró Falcon. - Hay demasiados cazadores en esta área. Querrá marcharse tan pronto como sea posible. Mientras él viva, los niños y tú nunca estaréis a salvo. - Volvió la cabeza ligeramente para juguetear con la lengua dejando una pequeña caricia en la cara interna del muslo. Su pelo se deslizó por la piel de forma que ella latió y ardió en reacción.
- Deja de intentar distraerme. - Dijo ella. Su brazo la estaba rodeando, la palma de su mano le acunó el trasero, masajeando gentilmente, insistentemente. La distraía mucho, dejándola casi incapaz de pensar racionalmente.
- Y todo este tiempo yo pensando que eras tú la que me distraías a mí. - Su voz resultaba melódica a causa de la diversión. Deliberadamente deslizó un dedo a lo largo del húmedo centro de ella. - Estás increíblemente caliente, Sara. ¿Estás en mi mente mientras hacemos el amor? ¿Sientes como te aprietas alrededor de mí? ¿La forma en que te cuerpo reacciona ante el mío cuando estoy rodeado por tu calor? ¿Tu fuego? - Empujó dos dedos en el interior de ella, una larga y lenta estocada. - ¿La forma en que tus músculos se aprietan a mi alrededor? - Dejó escapar su aliento lentamente. - Si. Así mismo. No hay nada como esto en el mundo. Adoro todo tu cuerpo. La forma en que me miras. - Retiró los dedos, llevándoselos a la boca. - Como sabes.
El cuerpo de Sara volvió a la vida mientras le observaba meterse los dedos en la boca como si estuviera devorándola una vez más. Él sonrió, sabiendo exactamente lo que estaba haciéndole. Sara rió suavemente, feliz, un sonido despreocupado.
- Si hacemos el amor de nuevo, estoy segura de que me partiré en un millón de trozos. Y tu, hombre loco, no estarás en muy buena forma para ir a perseguir vampiros si me tocas una vez más. Así que si estás decidido a hacer esto, compórtate.
Él le besó la cara interna del muslo.
- Yo creía que me estaba comportando muy bien.
Ella le cogió un puñado de pelo.
- Lo que yo creo es que me necesitas para coger al vampiro. Para atraerle directamente hacia ti.
El se sentó de golpe, su mirada negra al mismo tiempo cautelosa.
- Te quedarás justo aquí donde sepa que estás perfectamente a salvo.
- Yo no soy de las que se quedan a salvo, Falcon, creía que ya sabías eso. Espero una relación igualitaria y no estoy dispuesta a conformarme con menos. - Dijo firmemente.
Él le estudió la cara durante un largo momento, extendiendo la mano para trazar la forma de su pecho, enviando un escalofrío a través de su cuerpo ante su toque ligero como una pluma.
- Yo no querría menos que una relación igualitaria, Sara. - Respondió honestamente. - Pero no comprendes completamente lo que ocurriría si algo te sucediera.
Ella se rió de él, sus ojos de repente chispeaban como joyas.
- No creo que tú comprendas completamente lo que ocurriría si algo te sucediera a ti.
- Soy un cazador, Sara. Por favor, confía en mi juicio en esto.
- Mas que nada confío en tu juicio, pero es muy parcial en este momento, ¿verdad? No tiene sentido no utilizar a la única persona por la que se pondría al descubierto. Sabes que si me ha perseguido durante quince años, no va a parar. Falcon... - Le colocó una mano sobre el pecho, apoyándose hacia adelante para besarle la barbilla. - ... se mostrará si cree que tiene una seria oportunidad de conseguirme. Si no me utilizas como cebo, todos continuaremos estando en peligro. Nuestros niños están asustados y al cuidado de un completo desconocido. Esta gente se ha portado bien con nosotros; no queremos meterlos a ellos y a la gente de los pueblos colindantes en problemas. - Se pasó una mano por su pelo corto. - Se que puedo atraerle a campo abierto. Tengo que intentarlo. No puedo ser responsable de más muertes. Cada vez que me seguía a una ciudad y leía sobre un asesino en serie en los periódicos, me sentía como si yo le hubiera atraído allí. Déjame hacer esto, Falcon. No parezcas orgulloso e intimidante. Sé que entiendes por que tengo que hacer esto.
Los duros rasgos de Falcon se suavizaron lentamente. Su boca perfectamente esculpida se curvó en una sonrisa. Le enmarcó la cara con las manos e inclinó la cabeza para besarla.
- Sara, eres un genio. - La besó de nuevo. Lentamente. A conciencia. - Eso es exactamente lo que haremos. Te utilizaremos como cebo y nosotros mismos atraparemos al maestro vampiro.
Ella arqueó una ceja, sin confiar en la repentina sonrisa abierta que mostraba su cara.



Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary