Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



jueves, 2 de junio de 2011

REUNION OSCURA/CAPITULO 15

CAPÍTULO 15

—¿Natalya, que estás haciendo con un spray y un encendedor? —exigió Vikirnoff Von Schrieder. Se asomó por la ventana de la cocina hacia el silencioso y reluciente mucho blanco que los rodeaba—. No hay ningún vampiro alrededor, ¿verdad?

—No seas tonto. Estoy aprendiendo a llamar al relámpago cuando lucho con un vampiro. Necesito una llama para la creme brulee. Mira, lo dice justo aquí en la receta. —Natalya se inclinó hacia adelante para releer la tarjeta que tenía sobre el mostrador de azulejos.

—Dame eso. La estúpida receta no vale la pena la cantidad de tiempo que has invertido en ella. —Vikirnoff llegó desde atrás y le rodeó la cintura con los brazos, atrayendo su espalda contra él.

—Creía que siempre habías deseado a June Cleaver cocinando en la cocina con su pequeño delantal —se burló Natalya.

—Fuiste tú quien mencionó a June Cleaver, pero me gusta el delantal —admitió él, besándola hacia abajo por el costado de la cara. Sus manos se enterraron bajo la tela fina estirándola para cubrir los pechos—. Si llevaras esto todo el tiempo, podría considerar el probar uno de estos extraños brebajes que pareces estar intentando hacer.

Le mordisqueó la nuca y dejó que sus manos se deslizaran sobre el estómago plano hasta la conjunción de las piernas bajo el corto delantal. Su palma acarició los cortos rizos, y subió para cubrir la marca de nacimiento con forma de dragón. Las yemas de sus dedos trazaron la forma familiar, y después se movieron alrededor de las caderas hasta los firmes glúteos del trasero. Ainaak Enyem, no tienes ni una hebra de ropa bajo este delantal.

Ella se inclinó hacia adelante solo un poco más para estudiar la receta dirigiendo un ceño hacia su brebaje. La acción hizo que su trasero se frotara contra el cuerpo de él, provocándole una pequeña descarga eléctrica en la ingle.

—No creo que nadie cocine realmente con ropa. Es demasiado lioso. Me cambié tres veces y lo dejé.

Las manos de él continuaron su viaje, moldeando sus caderas y recorriendo su trasero para deslizarse sobre los muslos. Sintió su estremecimiento de consciencia... de excitación en respuesta.

—Así que los humanos están en la cocina completamente desnudos y cocinando —. Una vez más sus manos se movieron, ensanchando su postura, acariciando el lado interno de sus muslos, subiendo más para que los nudillos pudieran acariciar su centro más profundo.

—Estoy segura de ello —dijo Natalya—. He descubierto su secreto. —Cerró los ojos absorta en la sensación de la manos sobre su piel desnuda.

La boca de él le frotaba el cuello, la lengua dejaba caricias sobre su pulso, los dientes jugueteaban y mordían.

—Preguntaré al marido de Slavica si es por eso que pasa tanto tiempo en la cocina con ella. Me preguntaba que hacían juntos en esa enorme habitación con tantos mostradores.

Sus dientes se hundieron profundamente, uniéndolos, su cuerpo más grande inclinando el de ella hacia adelante, sujetándola entre el mostrador bajo y su cuerpo. Su ropa desapareció y su cuerpo se mostró ya duro y agresivo, sus dedos empujaron lentamente, seductoramente en el cuerpo de ella haciendo que jadeara y empujara hacia atrás contra él, ya húmeda y lista. Ya caliente. Le encantó su rápida respuesta y la forma en que su cuerpo empezó a montar su mano ansiosamente.

Su mano subió a las caderas, manteniéndola inmóvil, evitando todo movimiento, haciendo que esperara por sus atenciones, incapaz de darse ningún placer a sí misma.

—Tú empezaste esto —se quejó Natalya.

Él no respondió, disfrutando de su sabor especiado, de la forma en que su cuerpo más pequeño esperaba por el de él, abierto y listo, tan vulnerable y tan dispuesto. Era una sensación intoxicante ser capaz de tomar a una mujer guerrero, envolver su cuerpo alrededor del de ella cuando era tan letal como hermosa. La mantuvo abajo con una mano en la espalda, aumentando el placer, obligándola a esperar por él, sin aliento, sus caderas intentando incitarle, su cuerpo húmedo y ansioso. Le encantaba especialmente cuando se ponía ansiosa y exigente, aunque sometida a su dominación... como ahora.

Vikirnoff pasó la lengua por los pinchazos, esperando de nuevo. Esperando por el latido delator del corazón de ella para acelerar, y empujó con fuerza, conduciéndose profundamente en ella, enterrándose todo el camino. Ella gritó, una nota baja de alegría cuando se unieron. Era tan apretada, un puño cerrándose alrededor de su erección, caliente y suave terciopelo, resbaladiza en cremosa bienvenida. La tomó fuerte y rápido, conduciéndola más allá del límite sin preámbulos haciendo que su cuerpo se derrumbara y su organismo se colapsara, recorriendo sus piernas, ondeando a través de su estómago y estallando en su útero.

Mantuvo el ritmo palpitante, moviéndose como un pistón, arrastrando su espalda con cada empujón hacia adelante haciendo que se unieran con calor y agresión. Podía sentir las venas de relámpago corriendo a través de la sangre de ella, acumulándose... creciendo, siempre creciendo, la presión implacable que después de la primera ráfaga dio más sensibilidad al manojo de terminaciones nerviosas, la mantuvo equilibrada en el borde, empujándola más y más alto hasta que casi sollozó pidiéndole alivio.

Vikirnoff podía quedarse allí todo el día, con su cuerpo enterrado profundamente en seda y fuego, los firmes músculos apretando y estrujando, con el cuerpo de ella sujeto a sus demandas. El pelo que se derraba a su alrededor estaba lleno de franjas de color, su piel era suave e invitadora y cada centímetro cuadrado de ella, cada hueco y sombra, suyo para hacer con él lo que le apeteciera.

Ahora mismo sentía a la tigresa cerca, arañando hacia la superficie, salvaje y abandonada, añadiendo combustible al fuego, deseando que fuera rudo, deseando que igualara al felino que se alzaba con calor en ella. Echó atrás la cabeza, casi poniéndose de puntillas, hundiéndose profundamente una y otra vez, haciendo que la fricción fuera casi intolerable, un placer que bordeaba el dolor y que seguía y seguía porque él así lo dictaba. Porque el cuerpo de ella era su cuerpo cuando se unían así. Natalya se entregaba incondicionalmente, confiando en que él le proporcionara éxtasis absoluto, y era su privilegio complacerla. Porque necesitaba estos momentos más que nada, estas uniones casi violentas después de que ambos hubieran estado solos tanto tiempo.

Le murmuró suavemente en su propio idioma.

Te avio pdldfer—tiilam. Ainnak sivamet jutla. Eres mi compañera. Siempre a mi corazón conectada... siempre mía.

Ella respondió con una de las pocas palabras del idioma ancestral que conocía, con el corazón en la voz.

Sivamet. —Mi amor. Y lo decía en serio.

Vikirnoff se sumergió en ella hasta que su aliento se convirtió en sollozos sin aliento y su propio cuerpo ardió con una especie de furia, hasta que el hambre del uno por el otro fue tan agudo y terrible que no hubo forma de contenerla. El cuerpo de ella se apretó a su alrededor, derrumbándose con duros espasmos que envió un fuego a correr por su espina dorsal directamente a sus pelotas. Su cuerpo entero se estremeció y empujó una vez más, duro acero penetrando ardiente seda, mientras se vaciaba a sí mismo en el centro más profundo de ella, uniéndolos aún más.

Yació sobre ella, manteniéndola cerca, besándole la espalda, frotando la nariz contra su cuello, todo mientras luchaba por encontrar aire. Sus corazones latían al mismo ritmo, pero el hambre roedora, tan insaciable, todavía estaba allí. Podía sentirla en ella, removiéndose y arañando como el ansioso felino de su interior, y también profundamente en él, donde su demonio rugía por su pareja.

Muy lentamente, a regañadientes, separó sus cuerpos y dejó que se enderezara. Se mantuvo cerca, sin dejarle espacio, dejando claras sus intenciones con su boca y manos vagabundas.

—Siempre supe que te gustaba esa cosa de June Cleaver. Tienes un fetiche secreto con la comida —le dijo ella con una pequeña sonrisa.

—Admitiré que tengo un fetiche, pero creo que es por ti. —Inclinó su cabeza oscura mientras la arrastraba todavía más cerca, obligándola a inclinarse hacia atrás para ofrecerle los pechos. Lamió los pezones sensibilizados, arrastrando el pecho a su boca, succionando con fuertes tirones, los dientes mordisqueando, provocando sacudidas a través de su cuerpo.

Ainakka enyem, por siempre mía —susurró—. Sabes que eres mi corazón y alma. Mi misma vida.

Natalya adoraba la forma en que el pelo de él le rozaba la piel, la forma en que su boca estaba tan ansiosa de ella. Podía perderse en su cuerpo toda la noche, sin pensar nunca en nada... ni en nadie más. La miraba y la deseaba. Un roce de su mano le hacía arder. Una vez la había tomado directamente en el pueblo, protegiéndolos de ojos curiosos, pero había sido tan decadente. Ella le había tentado deliberadamente, pasando los dedos por la parte delantera de sus pantalones, frotándose contra él, abriéndose la blusa para mostrar sus pechos... y él había respondido justo como le encantaba. La empujó contra una pared y la tomó allí mismo, incapaz de esperar ni un segundo más. Le encantaba juguetear con él, ver el calor crecer en sus ojos y esa máscara severa desaparecer solo para ella.

Él siempre le decía lo mucho que la amaba... cuando significaba para él. Ella encontraba difícil poner sus emociones en palabras, temía que si intentaba dar voz a la profundidad de sus emociones, estas de algún modo la abandonarían. Nunca había amado como le amaba a él. Ni siquiera había sabido que fuera posible.

Vikirnoff le soltó a regañadientes los pechos, rozando su piel con besos ligeros como plumas antes de enderezarse.

—¿Has oído algo?

—Alguien en los bosques cerca de nuestra casa. —Le pasó un brazo alrededor de la cabeza y le atrajo de nuevo, su boca fundiéndose provocativamente con la de él.

El calor llameó instantáneamente. Su lengua luchó con la de él, jugueteando y acariciando mientras sus manos se deslizaban sobre el cuerpo de Vikirnoff. Sus dedos danzaron sobre la dura erección, ronroneando satisfecha cuando él creció más grueso y más duro. Envolvió la mano alrededor y se inclinó para respirarle encima aire cálido.

Su erección saltó. Ella le lamió como un gato lame crema. El calor húmedo de la boca le engulló, extendiendo fuego por su estómago. Se olvidó de las visitas y cogió dos manojos de pelo leonado arrastrándola más cerca mientras empujaba con las caderas, hundiéndose profundamente en su boca. Ella se puso de rodillas, envolviéndole los brazos alrededor de las caderas y tomándole en su garganta, apretando y mordisqueando y lamiendo hasta que él creyó que se volvería loco de puro placer.

Natalya nunca hacía nada a medias, abandonándose a la satisfacción de servirle, tomando todo el poder a través de su disfrute del sexo. Le encantaba tocarle y saborearle, extrayendo cada gota de su semilla solo para ver lo rápido que podía hacerle volver a un punto febril.

Formó un pequeño ruido ronroneante profundamente en la garganta que envió una vibración a través de la erección; y se extendió por todo el cuerpo: sus pelotas se apretaron y endurecieron; cada terminación nerviosa de su cuerpo pareció centrarse en su ingle. La lujuria era aguda y el hambre arañaba sus entrañas mientras observaba los labios deslizarse sobre su erección y sentía el ardiente revoloteo de la lengua, el calor que paraba el corazón que le provocaba los dientes.

—Mas fuerte —escupió entre los dientes apretados. Ella estaba cerca de tragárselo, haciendo algo fantástico con la lengua y los músculos de la garganta.

Levantó la mirada hacia él y habían tanta alegría en sus ojos. Por él. Por su capacidad de ofrecerle este regalo. Si es que era posible apretó la garganta y lamió con la lengua, empujándolo sobre el borde tan rápido y duro como él la había empujado a ella. El fuego se extendió por su sangre, destrozando su cuerpo.

Le ordenó con su ardiente y apretada boca, con los puños le retorció casi violentamente el pelo manteniéndola inmóvil mientras empujaba impotentemente, entrando tan profundo como pudo. Su cuerpo se rompió, desde los dedos de los pies a la cabeza, estallando en llamas mientras chorro tras chorro de su semilla le era arrancado.

Mujer, me están matando. Y así lo sentía, una hermosa muerte. La puso en pie, sin renunciar al apretón sobre el pelo, su boca encontrando los pechos, sintiendo el deseo intensificado de ella. Lamió los pezones, sintió el estremecimiento en respuesta correr a través de su cuerpo. Mordió gentilmente, sintiéndola saltar, su útero tensarse y sufrir un espasmo.

—Me encanta hacerte esto —susurró ella—. Siempre me pone tan caliente verte así, y siempre me das lo que quiero. Y quiero más, Vikirnoff. Quiero mucho, mucho más.

—Siempre estoy dispuesto a complacerte.

Natalya le envolvió una pierna desnuda alrededor, frotándose contra su muslo.

—Mantenerme feliz en un trabajo a tiempo completo.

Él se agachó y la levantó con una fuerza casual, girándola para que pudiera descansar el trasero sobre el mostrador.

—No tienes a donde huir, sivamet.

Secretamente, una de sus cosas favoritas era que él le hablaba en su idioma ancestral y la llamaba su amor. Su acento era sexy e intrigante y sus palabras parecían un mundo secreto que nadie más podía compartir.

—¿Estaba huyendo? Estaba en la cocina, rodeaba de toda esta comida, y esperaba que estuvieras hambriento.

Vikirnoff rió suavemente, sus ojos se volvieron oscuros como la medianoche.

—Siempre estoy hambriento de ti. —Simplemente le abrió los muslos de un tirón, levantándole las piernas sobre sus hombros, e inclinando la cabeza hacia la dulce fragancia de su ardiente centro. La lamió como ella le había hecho a él, un gato lamiendo crema. Conocía íntimamente cada punto, cada hueco secreto y lo que podía hacerle. Dibujó perezosos círculos alrededor de su sensible brote, torturándola hasta que ella deseó gritar de placer. Sus muslos saltaron impotentemente, sus caderas se arquearon hacia él, y deslizó los dedos por el ardiente canal añadiéndolo a la presión que su lengua podía provocarle, succionando y apuñalando con maliciosa habilidad.

Hizo justo lo que ella había pedido, pero de una forma que nunca podría habido concebir. Se la comió... la devoró, utilizando su lengua tan efectivamente como había utilizado su erección. Sus dedos solo se añadían al largo tormento, empujándola más allá de sus límites a otro reino.

Natalya empujó contra su boca, su cuerpo rabiaba pidiendo alivio mientras él obraba su magia. Su cabeza se sacudía de acá para allá. La presión crecía rápido en su cuerpo hasta que pensó que podría implosionar. Vikirnoff siempre la mantuvo alejada, empujándola más allá lo que podía haber ido nunca, hasta que le suplicó, sollozando, casi loca de excitación.

Una sensación en algún lugar entre el placer y el dolor aferró su estómago ferozmente, tensando su útero y recorriendo su cuerpo. El aliento abandonó de golpe sus pulmones y juraría que sus entrañas casi se convulsionaron. Se estremecía continuamente y oleada tras oleada de puso éxtasis la bañaban.

Antes de tener oportunidad de coger aliento, Vikirnoff le mantuvo las caderas abajo, sujetándole las piernas separadas y se hundió entre los resbaladizos pliegues. Gritó. Nada detuvo el placer cuando su cuerpo sintió el orgasmo una y otra vez.

Él presionó contra su pequeño brote mientras él apuñalaba más y más profundo, necesitando oír esos suaves gritos, el corazón trabajando convulsivamente y la sensación de su cuerpo ondeando de placer. Empujó duro, aumentando la fricción hasta que ella abrió la boca y los ojos de par en par de lujuria. Solo entonces la llevó más allá del límite.

Natalya yacía bajo él, aferrándole el hombro para recuperar el control. Solo Vikirnoff podía destrozarla así, era el único momento en que se sentía totalmente libre, relajando la responsabilidad con la que había cargado tanto tiempo. Se derretía con sus besos. Le encantaba su boca y todo lo que hacía con ella.

—Hay alguien en la puerta. —Le besó en la comisura de la boca y bajó hasta el pecho.

—Es solo mi hermano y puede esperar —Vikirnoff le acunó de nuevo los pechos, acariciando con los pulgares su cuerpo—. Es de lo más inoportuno.

Atrás, Nicolae. Ahora mismo estoy un poco ocupado. Envió la impresión de dientes desnudos por añadidura, conteniendo su diversión.

La lengua de ella se arremolinó sobre su pulso. Sus dientes rasparon y su cuerpo entero se contrajo con expectación.

Los golpes en la puerta seguían.

—Vikirnoff, ábrele.

La dejó bruscamente, cruzando la casa a zancadas.

—Ponte encima algo de ropa —le recordó ella con una sonrisa traviesa—. Podrías necesitarla.

Vikirnoff se las arregló para dar forma a una camisa y vaqueros mientras abría la puerta de un tirón.

—No oíste mi... —se interrumpió, reconociendo a su visitante. Con una mano se peinó el pelo. Echó una mirada hacia la cocina.— Mikhail.

Por supuesto. Estaba cuidando de ti. Su risa le endureció el cuerpo de nuevo. Ella incluso se las arreglo para soplarle al oído.

Estoy pensando en zurrarte.

La última vez lo disfruté bastante. Estabas bastante salvaje esa noche.

Su cuerpo saltó de nuevo, hinchándose bajo la fina tela de los vaqueros. Su voz era seductora, sugestiva, casi ronroneante. Intentó formar una sonrisa de bienvenida, agradeciendo no llevar la camisa metida dentro de los pantalones.

Los ojos oscuros de Mikhail se deslizaron sobre él, viendo demasiado.

—Has fallado en tu escaneo. Deberías haber sabido que era yo y no Nicolae.

—Mi mujer es demasiado buena distrayendo —admitió Vikirnoff—. Estaba pensando en otra cosa. —Retrocedió para permitir la entrada a Mikhail. Voy a matar a mi hermano. Probablemente se estará riendo como una hiena ahora mismo. Debe haberlo sabido y podría haberme advertido.

—Bienvenido al club —dijo Mikhail, pero sacudió la cabeza—. Requiere gran cantidad de disciplina aprender a satisfacer sus necesidades al tiempo que cuidar de su protección.

¿Sus necesidades? resopló Natalya. Tú no puedes pasar dos horas sin sexo.

No acepto ninguna responsabilidad por eso. Eres una adicción.

La suave risa de Natalya recorrió la mente de Vikirnoff jugueteando con sus sentidos.

—Solo me dejaba caer para asegurarme de que tenéis todo lo que necesitáis para esta noche —dijo Mikhail—. Tengo un par de paradas más que hacer antes de ir a casa, y Raven está esperando.

—Estamos bien. Natalya está haciendo una cosa extraña. —Miró nerviosamente hacia la cocina—. Desafortunadamente busca una llama de algún tipo, y sabes lo inventiva que es. Podríamos tener un incendio en cualquier momento.

—¡Lo he oído! —gritó Natalya—. Para tu información, está funcionando. Bueno, incendié la cortina y hay una marca chamuscada o dos en la pared.

—No está bromeando, ¿verdad? —dijo Mikhail cuando el olor a humo llegó hasta ellos.

Vikirnoff soltó un suspiro.

—Por desgracia, no.

—Os dejaré entonces. Quería que Natalya supiera que Gregori será el que haga de Santa Claus esta noche. Estaba preocupada por quién lo haría y te había ofrecido voluntario.

—¿Que ella qué? —Vikirnoff frunció el ceño hacia la cocina.

—Y dijo que si necesitábamos un elfo para el desfile tú quedarías perfecto en mallas. —Los rasgos de Mikhail eran completamente inexpresivos.

—¿Todo eso dijo? —Voy a zurrar tu pequeño trasero desnudo.

Promesas, promesas.

—No estoy seguro de que tengamos necesidad de un elfo, pero voy a comprobarlo con Sara y Corrine. Son las que han preparado juntas el desfile, y les haré saber que te has ofrecido.

Vikirnoff se frotó concienzudamente el puente de la nariz.

—Mikhail, soy plenamente consciente de que eres el príncipe y debes ser protegido siempre, pero si entregaras ese mensaje en particular a esas mujeres, me vería obligado a cortarte la cabeza y eso sería algo desagradable.

Mikhail asintió, todavía sin expresión.

—Creo que es una reacción justa y una que yo mismo podría tener.

—Por otro lado, realmente deberías ordenar a Gregori que haga de Santa Claus, yo pediría un asiento en primera fila.

Mikhail extendió la mano.

—Hecho.

Vikirnoff. Tengo necesidad de ti y de Natalya. La voz preocupada de Nicolae llenó su mente mientras Vikirnoff estrechaba la mano del príncipe.

Esperó a que Mikhail se disolviera en vapor y vagara por entre los escasos árboles hacia la casa de Corrine y Dayan antes de responder a su hermano. Estamos en camino.

—Natalya, Nicolae nos necesita inmediatamente.

—Solo estaba dando los toques finales a esta cosa. Huele de forma curiosa.

—Es probable que sea el líquido del encendedor... o la laca para el pelo. Imagino que sabe tan curioso como huele.

No dejes entrever a mi compañera que algo podría ir mal, advirtió Nicolae. Si Destiny cree por un momento que alguien o algo... ha intentado hacer daño a MaryAnn, se pondrá como un basilisco conmigo. No confía aún en mucha gente, y MaryAnn para ella es parte de su familia.

Vikirnoff se dio la vuelta, su conducta perezosa y casual había desaparecido. Y para mí. Cuéntame que crees que pasa. Compartió la información con Natalya.

Tengo un vínculo de sangre con MaryAnn y puedo sentir que algo no va bien. Creo que un vampiro ha entrado en mi casa y tomado su sangre, pero no puedo sentirlo. Quizás la marca de nacimiento de Natalya ruja para nosotros y me deje saberlo seguro. MaryAnn no recuerda nada, pero parece perturbada, inquieta, definitivamente diferente. Y siento intranquilidad en mi casa.

Vikinoff extendió el brazo buscando la mano de Natalya mientras ella se apresuraba a unirse a él. Ambos se disolvieron, brillando hasta convertirse en gotas de vapor y flotando puertas afuera hacia la casa de Nicolae.

Por supuesto. Una y otra vez. Algo le ocurrió aquí mismo, en nuestra casa. Si un vampiro ha penetrado nuestras defensas, tengo que saberlo. Hubo un momento de duda. Y si un cárpato la ha utilizado para alimentarse cuando estaba bajo mi protección y también bajo la de Gregori esa es una ofensa mortal. Esta es una situación muy peligrosa.

Vikirnoff no podía imaginar que Nicolae pudiera equivocarse. Si él decía que algo era así, entonces no había duda de que lo era. ¿Qué cárpato se atrevería a arriesgarse a la furia de dos guerreros antiguos al igual que a la del "Oscuro"?

Todo el mundo sabía que Gregori era un ejecutor. Uno no se arriesgaba con un hombre así. El atacante tenía que ser un vampiro, ¿pero cómo un vampiro se había deslizado junto a un antiguo en su misma casa?

Vikirnoff y Natalya volvieron a sus formas normales justo fuera de la casa de Nicolae. Rodearon la casa por fuera, buscando huellas, algún signo de que había cerca un enemigo. Natalya se puso la mano sobre la marca de nacimiento y sacudió la cabeza.

—El dragón está en silencio, Vikirnoff. No hay un vampiro en las cercanías, ni ninguna evidencia de que uno haya estado recientemente en las inmediaciones.

—Pero algo va mal.

—Estoy de acuerdo, pero no puedo averiguar exactamente qué.

 Ella inhaló profundamente, sus ojos pasaron del verde brillante al azul marino y finalmente se volvieron opacos. Bandas cruzaron su pelo, naranja, negro e incluso blanco. Se dejó caer a cuatro patas, el pelaje surgió y la majestuosa tigresa se paseó alrededor de la casa, utilizando sus sentidos felinos para intentar encontrar a un enemigo.

Vikirnoff siguió al tigre de vuelta a los bosques. Este se paseó pacientemente a través de arbustos y nieve, siguiendo un olor elusivo que no podía captar. Natalya recuperó su forma natural a unas pocas yardas de la casa.

—Alguien les observaba desde aquí—Señaló un árbol—No puedo captar su olor. Es muy astuto. Les observó arrastrar el árbol a casa y debe haber entrado en ese mismo momento. Estaban distraídos por el árbol de Navidad y no prestaron atención a algo como un viento o un pequeño remolino de nieve. Debe haber habido nieve cayendo del árbol.

—Este es listo. Un antiguo muy hábil. ¿Por qué decidiría ir a por MaryAnn cuando está protegida?

—¿Por el riesgo? Un desafío quizás. ¿Esquivar a los antiguos que protegen a MaryAnn? —supuso ella.

—¿Y la pena?, si le cogen, podría ser la muerte. Destiny le mataría. Es extremadamente protectora con MaryAnn. Y no creo que Nicolae permitiera semejante insulto a su casa. Y si ellos no le mataran... lo haría yo. MaryAnn nos salvó a mí y a Destiny. Devolvió a Destiny su vida y con eso a Nicolae. No permitiré que sea utilizada.

—Ten cuidado con lo que dices —le recordó Natalya—. Destiny es muy quisquillosa cuando se trata de Mary Ann.

Ambos llevaron a cabo un rápido examen de la zona.

—¿Qué crees? Lo siento, pero con todas mis habilidades no puedo encontrar al enemigo.

MaryAnn les saludó en la puerta.

—Vikirnoff, Natalya. Me alegro de veros. Estamos poniendo el árbol de Navidad. Skyler está de visita. —Señaló a la joven adolescente, que tenía los ojos fijos en Natalya.

Vikirnoff tomó la mano se MaryAnn he hizo una reverencia dejando que sus labios le rozaran la piel. Inhaló profundamente y la dejó caer.

—Te ves maravillosa.

Natalya se acercó y la abrazó, besándola.

—Estás radiante.

Está radiante. Siempre ha sido guapa pero ahora hay un atractivo peligroso en ella. Y un hombre ha estado cerca de ella. Muy cerca. Su olor es elusivo pero mi tigresa puede captarlo. No seré capaz de rastrearlo pero no es un vampiro. Es cárpato.

MaryAnn les sonrió.

—Si, por supuesto. Los dos sois muy amables conmigo. estábamos a punto de llevar a Skyler a casa. ¿Os gustaría venir con nosotros?

Natalya cruzó la habitación hacia la adolescente. La chica retrocedió evitando el contacto físico. Natalya le sonrió.

—Me alegro de conocerte finalmente. Debes tener dones psíquicos difíciles. ¿Puedes leer a la gente cuando los tocas?

Skyler asintió.

—No me gusta.

—A mí tampoco me gusta. —Miró sobre su hombro y Vikirnoff tonó nota, cogió a MaryAnn por el codo y entró con ella en la cocina, dejando a Natalya con la jovencita—. Pareces un poco nerviosa. ¿También eres sensible? Yo con frecuencia tengo este miedo que me inunda cuando hay cerca algún peligro.

Skyler asintió.

—También odio eso. Nunca sabes si estás loca o realmente hay algo ahí afuera acechándote. —Miró intranquilamente por la ventana.

Natalya asintió.

—Así es. Ya te digo, la gente cree que eres rara, especialmente si no pueden ver o encontrar nada malo. Y si no lo cuentas y ocurre algo malo, te sientes como una idiota por no haberlo contarlo.

—¿A ti también te pasa? —preguntó Skyler—. Es difícil estar aquí porque hay demasiada energía siendo utilizada todo el tiempo y a veces no puedo ver la diferencia.

—¿Sentiste algo antes, cuando estabas con Nicolae y Destiny consiguiendo el árbol? —Evitó deliberadamente utilizar el nombre de MaryAnn.

Skyler asintió lentamente.

—No quería parecer estúpida. Y ninguno de ellos dijo nada. Son cárpatos... antiguos como Gabriel. ¿No lo hubieran sabido si hubiera habido algo allí acechándonos?

Natalya permaneció en silencio un largo rato permitiendo que la adolescente se retorciera.

—Esa no es la auténtica razón. ¿Por qué no se lo contaste?

Skyler parpadeó, con aspecto de ir a echarse a llorar. Se apartó, metiéndose las manos en los bolsillos.

—Creí que podría ser Dimitri —admitió en voz baja—. No quería meterle en ningún otro problema por mi culpa.

Natalya suavizó la voz, teniendo conocimiento de los problemas recientes a través del vínculo común cárpato.

—Sé lo que se siente deseando proteger a alguien y sintiendo que eres la única causa de todos sus problemas. —Suspiró—. Todavía no sé como conseguí unirme a Vikirnoff. Yo no soy en absoluto lo que él deseaba —Esperó hasta que Skyler volvió a mirarla—. ¿Parecía él?

—Solo parecía como si alguien estuviera observándonos. —Skyler frunció el ceño.

—¿Lo sientes ahora? ¿En este momento?

—Eso es lo más raro. Dentro y fuera. Como si estuviera aquí, pero después desapareciera. ¿Podría alguien hacer eso? ¿Podría estar observándome incluso aquí en la casa? —Se estremeció—. Quiero irme a casa.

—Cuidaremos de ti, cielo. Vikirnoff, Nicolae, Destiny y yo somos todos muy capaces cuando se trata de ataques de vampiros. Nadie dejará que te ocurra nada.

—¿Y si es Dimitri? —susurró Skyler—. Él intenta bloquearlo, pero puedo sentir su dolor. Yo lo causo. Le duele mucho pero yo no puedo evitarlo. No puedo ser lo que él necesita que sea.

—Es un hombre de los cárpatos, Skyler. Hará lo que sea necesario para que seas feliz.

—No quiero ser responsable de él.

—Lo sé. —Y que Dios la ayudara, lo hacía. Natalya había luchado con Vikirnoff a cada pulgada del camino, no confiando en quién o qué era él—. No tienes que pensar en ello aún. Eres una niña. Date un respiro. Por lo que he oído de Francesca, puede ayudarte a superar esto, y el tiempo tiene su forma de arreglar las cosas.

Los otros entraron, cogiendo las chaquetas.

—¿Estás lista, Skyler?

La chica asintió, lanzando una mirada nerviosa a la casa. Destiny y MaryAnn salieron con Skyler entre ellas y después Nicolae las siguió con Natalya, pero Vikirnoff cerró la puerta de golpe y se quedó justo dentro de la casa, con los sentidos llameando en un esfuerzo de encontrar al intruso. Como su hermano, sentía algo, pero no podía encontrarlo. Fuera lo que fuera, fuera quien fuera, el que permanecía en la casa era un antiguo y muy poderoso y hábil.

Se giró bruscamente saliendo y cerrando la puerta lo bastante fuerte como para hacer temblar las ventanas. Nicolae. Dudo que sea un vampiro. Tiene que ser un hombre que ha utilizado su sangre. ¿Hay algún otro signo de cualquier tipo de ataque sobre ella?

La idea de que un hombre de los cárpatos utilizara a una mujer protegida... una compañera potencial... y que ella no fuera consciente de ello le desagradaba.

Nicolae suspiró. Muchos de nuestros hombres sin pareja están en la vecindad. No hay forma de decir quien es. No pude conseguir su olor.

Tenemos que estar tratando con un antiguo muy hábil.

Vikirnoff se acercó más a Natalya, escaneando, no le gustaba la forma en que las nubes en lo alto empezaban a arremolinarse y oscurecerse. El viento los azotó, levantando la nieve mientras se movían en un apretado grupo hacia la casa donde se hospedaba Gabriel. Skyler seguía lanzando miraditas ansiosas hacia lo más profundo del bosque.

—¿Alguna vez has volado con Gabriel? —le preguntó Nicolae.

—¿O corrido con los lobos? —añadió Vikirnoff.

—¿O con una tigresa? —ofreció Natalya.

La mirada de Skyler saltó a su cara.

—Me encantan los animales. Especialmente los lobos. Pero siempre he deseado estar cerca de un tigre. ¿Es peligroso?

—¡Ey, ey ey! —MaryAnn alzó la mano—. Sé que no vais a hacer alguna locura aquí mismo delante de mí. Volveré a la casa. Mi corazón no puede soportar tanto.

—¿Realmente no te gustaría volar, MaryAnn? —persuadió Destiny—. ¿O tener de mascota un lobo o un tigre? Solo una vez, ¿qué me dices?

MaryAnn miró a la cara esperanzada de Skyler. Suspiró.

—De acuerdo, si así están las cosas. En realidad no soy nada aventurera. Soy una auténtica chica de ciudad, ya sabiais, boutiques y amigas comprando en el centro comercial, nada de domesticar lobos. Pero si realmente quieres hacer esto, niña, yo treparé a uno de esos árboles de ahí y te observaré.

Nicolae pasó un brazo alrededor de Skyler y otro alrededor de MaryAnn.

—Más bien pensábamos en que montaras al lomo de uno de los lobos.

El relámpago atravesó el cielo, volviendo las nubes oscuras de un feroz naranja. Un látigo se separó y golpeó el suelo, sacudiendo la tierra y abrasando una larga veta en la nieve. El trueno resonó directamente en lo alto. En medio de ensordecedor rugido, una bestia gruñó una advertencia clara, haciendo que el vello de sus nucas se erizara.

Skyler se alejó de Nicolae con aspecto ansioso.

—¿Eso era Dimitri? No le gusta que nadie me toque.

Vikirnoff y Nicolae intercambiaron una larga mirada.

—No sé, cielo. Más tarde hablaremos con él de esto. No puedo verle enfadado porque uno de nosotros se muestre afectuoso. Tenemos compañeras.

—Él sabe que me molesta que me toquen —admitió ella.

—Bueno, si era él, entonces estaba en su derecho de protegerte. Querrá que estés a salvo y feliz y si te molesta que uno de nosotros te haga sentir incómoda, entonces por supuesto enviaría una reprimenda.

MaryAnn se acercó más a Destiny, una mano subió al punto justo sobre sus pechos que latía y ardía. Se presionó la palma con fuerza allí, conteniendo el dolor. Odiaba tener miedo siempre, y aquí, en estas montañas, parecía haber perdido su acostumbrada confianza. En una ciudad se pasearía por las peores zonas de la ciudad y se sentiría completamente controlada, pero aquí, en este mundo, nada era lo que parecía. Y no quería tener nada que ver con animales salvajes y hombres que podían reprender a otros con violentas tormentas.

—Llevemos a Skyler a su casa y volvamos —dijo.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary