Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



miércoles, 8 de junio de 2011

MALDICION OSCURA/PROLOGO


Prólogo


El frío debería haberla hecho estremecer, pero era el miedo, un terrible miedo que le daba escalofríos hasta en los huesos aferraba a Lara, haciendo que los temblores fueran imposibles de controlar. Se acurrucó en el suelo de la caverna de hielo, estudiando las paredes de su prisión. El hielo era hermoso, paredes gruesas y azules con asombrosas formaciones colgando del techo y alzándose desde el suelo como un bosque de cristal multicolor.
Se agachó, observando las luces jugar sobre el hielo... creando centelleantes y cegadores despliegues sobre las paredes. Todo el tiempo, su corazón latía demasiado rápido y se ahogaba con un terror creciente.
Un suave susurro en su mente la ayudaba a estabilizarse, a mantenerse centrada y tranquila cuando quería acurrucarse en una pelota y llorar. Tenía ocho años ya... hoy. Bajó la mirada a sus brazos y muñecas, cubiertos de marcas de mordedura, cicatrices de dientes que le roían la piel para llegar a las venas. El estómago se le revolvió. Hoy era el último día en que alguien desgarraría su carne y bebería su sangre. Hoy escaparía.
Estoy tan asustada. Incluso en su mente, utilizando comunicación telepática, su voz temblaba.
Inmediatamente sintió calidez en su mente. La sensación se extendió por su cuerpo ahuyentando el frío y dándole valor. No estarás sola. Te ayudaremos a escapar. Debes ser valiente, pequeña.
¿Vendrás conmigo, tía Bronnie? ¿Las dos vendréis? Sabía que sonaba lastimera y atemorizada, pero no podía evitarlo. Nunca había estado en la superficie. La idea de irse sola a un mundo desconocido era paralizante. Sin sus tías, no tendría forma de protegerse. Las dos le habían enseñado e insertado tantas habilidades y hechizos como le fue posible a su cerebro y a sus recuerdos, pero todavía era una niña en el cuerpo de una niña. Delgada. Débil. Pálida. Una mata de cabello cobrizo que nunca podía controlar y poco más.
Quizás no sea posible, Lara, y si no pudiéramos, debes ir por ti misma. Debes alejarte de este lugar y ocultar tus talentos y capacidades para que nadie jamás te encarcele otra vez. ¿Comprendes? No puedes de ninguna manera parecer diferente del mundo exterior.
Sus tías le habían contado cosas del mundo. Largas noches solitarias en la que le habían susurrado acerca de lugares sobre la superficie, sobre la luna y el mar, bosques de árboles, de animales y pájaros vivos que volaban libres. Habían llenado su mente... y corazón... de imágenes tan hermosas que le habían robado el aliento.
¿Por qué debo ocultar mis dones al mundo exterior? Lara tiritó otra vez, pasándose las manos hacia arriba y hacia abajo por el cuerpo en un esfuerzo por calentarse. No era la temperatura de la cueva de hielo, podía controlar su temperatura corporal cuando se acordaba de pensar en ello, pero la idea de salir era casi tan aterradora como la de quedarse. Aquí al menos tenía a las tías. En el exterior... ni siquiera sabía que esperar.
Siempre es mejor pasar desapercibida, Lara. Xavier es un hombre cruel... hay otros como él. Tienes un gran poder dentro de ti y otros lo desearán. Aprende en secreto y úsalo sólo cuando debas para el bien o para salvar tu vida. No puedes permitir que otros lo sepan.
Venid conmigo.
Si podemos, pero sin importar lo que pase, tú debes abandonar este lugar. Mira lo que nos hacen... lo que te harán. Tu poder les llamará y tomarán todo de ti.
Lara cerró los ojos, el temblor volviéndose casi un violento estremecimiento. Oh, sí, lo había visto. Tortura. Horribles hechizos oscuros que atraían a demonios de resplandecientes ojos rojos con un hedor nauseabundo adherido a ellos. Oiría los chillidos hasta el día en que muriera, los gritos de otros rogando clemencia, rogando que les mataran.
No podía permitir que ni su padre ni su bisabuelo conocieran el poder que crecía dentro de ella. No podía dejar nunca que supieran que las tías le hablaban y le enseñaban, llenando su mente con todo lo que sabían para que a medida que el poder creciera, tuviera el conocimiento para acompañarlo. Los dos hombres tratarían de arrancarle todo lo que ella era, controlarla si no podían y al final, sería como los demás, despedazados mientras todavía estaban vivos, conejillos de india, comidos pedazo a pedazo hasta que la locura y el dolor era todo lo que quedaba.
Hoy era su cumpleaños y tenía que escapar. Tenía que abandonar el único hogar que había conocido jamás y salir a un mundo del que sólo sabía a través de los recuerdos de sus dos tías, que habían sido prisioneras durante tantos años que ya habían perdido la cuenta. Antes de que pudiera ocurrir, sería forzada a aguantar los dientes agudos y malvados de su padre y su bisabuelo una vez más.
Se cubrió los ojos y se tragó un sollozo.
Lara. Eres una Buscadora de Dragones. Puedes hacer esto. Somos fuertes. Aguantamos. No sucumbimos jamás al mal. ¿Comprendes? Debes escapar.
La tía Bronnie siempre la sermoneaba, pero había amor en su voz. Preocupación. Determinación. La tía Tatijana sonaba triste y débil, pero el amor estaba allí, aunque estos días rara vez malgastaba energía en hablar. Lara sabía que algo iba mal, terriblemente mal y tenía miedo de perderlas.
—No quiero estar sola —susurró en voz alta en el frío helado de la cámara azulada. No lo dijo en su mente a sus tías, porque no quería que supieran que estaba casi paralizada de miedo por la partida. Este terrible lugar de dolor, muerte y frío era su hogar y aquí por lo menos tenía a las tías, y sabía que esperar. Fuera... fuera estaría sola en un mundo extraño.
El cuerpo de Lara se irguió de repente de un tirón. Al mismo tiempo sintió al invasor extendiéndose por su cerebro como fango. Un grito escapó. Su instinto fue luchar contra la orden, pero obligó su voluntad a permanecer calmada, a fingir ser dominada. Era difícil cuando todo en ella se estremecía y se retiraba de la mancha que se extendía.
No luches. No luches, susurró la voz de Tía Bron. Guarda tus fuerzas. Permítele creer que tiene el control. Todas golpearemos en el mismo momento. Esta será la última vez, niña. La última vez…
Lara se ahogó con el sollozo que brotó. Tener a otra persona en su interior, sentir al mal invadiendo su cuerpo, empujando en su mente y forzándola a su voluntad hacía que le subiera la bilis, inundándole la garganta y la boca con un ácido abrasador. Dio un paso. Otro. Como un títere controlado por cuerdas. No podía evitar sus instintos de lucha. Se resistió, intentando echarlo de su mente, una pequeña rebelión que le ganó una venganza inmediata.
Su cuerpo saltó otra vez y el dolor perforó su cráneo, como punzones de hielo taladrando agujeros a través de su piel y hueso. La sensación de arañas arrastrándose por su piel, cientos de ellas, enjambres, sepultando su pequeña forma, anidando en su pelo, mordiendo su cuero cabelludo, la hizo golpearse frenéticamente el cuerpo. Abrió la boca para chillar, pero nada salió. Sabía que Razvan... su padre... no tenía paciencia con lágrimas ni súplicas. Le enfurecía escuchar gritos, o una voz infantil. Su recuerdo más temprano era de él sacudiéndola, gruñendo como uno de esos lobos capturados que ocasionalmente traía a su guarida para atormentarlos.
Fueran cuales fueran sus recuerdos, este era su modo de vida. Las tías le habían dicho que un niño debía ser amado y atesorado, nunca utilizado para alimentarse. Ellas habían vivido toda su vida allí, como Lara, y todos sus sueños y promesas de un mundo mejor fuera y de una niñez amorosa eran sólo imágenes que ellas habían arrancado de la mente de su propia madre. Y los recuerdos... especialmente los antiguos... podían ser imperfectos.
Me está forzando a entrar en la cámara. Intentó aplastar el pánico creciente, evitar luchar, exponer sus habilidades, pero su sentido de autoconservación era fuerte.
Vienes a nosotras, le recordó su tía. Piensa sólo en eso. Dejarás este lugar terrible para ir a una nueva vida donde no puedan tocarte otra vez.
Lara asintió y minimizó su respuesta de lucha. No podía perderla enteramente o Razvan sospecharía algo. Era lo suficientemente lista para saber que él procuraba controlarla a través del miedo. Si no estaba lo bastante asustada, encontraría la manera de que incitar su terror para poderla mantener dócil bajo su pulgar.
Contó cada paso. Ya sabía el número exacto... había hecho este viaje muchas, muchas veces antes. Treinta y siete pasos por el pasillo y entonces su cuerpo daría un tirón a la derecha, y atravesaría la entrada a la gran cámara donde Razvan y Xavier siempre llevaban a cabo sus ceremonias rituales. El largo vestíbulo era en realidad un túnel con un techo azulado y paredes gruesas de hielo. Bajo sus pies el hielo estaba resbaladizo y sólido, casi como un claro cristal, siempre resplandeciendo brillantemente por los orbes de luz de los apliques de la pared. La luz parpadeaba a lo largo de las paredes revelando un arco iris de colores, brillando como joyas empotradas en el mundo congelado.
Adoraba la bellas esculturas anaranjadas rojizas y azul violáceas que se alzaban bruscamente del suelo, explotando en chispeantes fuentes congeladas en espera de que la luz las golpeara para volver a la vida. Se movió alrededor de las familiares formas con pasos cortos y tirantes hasta que estuvo en medio de la inmensa cámara. Las enormes columnas se alzaban hasta los techos de catedral a cada pocos pies. Antiguas armas estaban alineadas en una pared y justo delante, encerrados en hielo había dos perfectos dragones, uno rojo y otro azul.
Lara levantó la mirada, con el aliento atascado en la garganta como siempre ante la visión de sus tías, encarceladas no sólo por el hielo, sino atrapadas en una poderosa forma que no era la suya verdadera. Ella no podía cambiar todavía, pero se estaba acercando. Las tías habían incrustado el conocimiento profundamente en el interior de su mente para que no olvidara jamás el proceso, pero aún no había reunido el valor para cambiar realmente. Y las tías le habían prohibido intentarlo, donde Razvan o Xavier pudieran sentir la oleada de poder.
El dragón rojo tenía su gran ojo apretado contra el hielo. Mientras Lara miraba, el parpado se cerró ligeramente y luego se abrió otra vez sobre el borde redondo. El pequeño reconocimiento le dio la fuerza necesaria para mirar directamente al hombre que estaba de pie en el centro de la habitación, con un ceño en su cara. Razvan... su padre... fulminándola con la mirada, haciéndole señas con el dedo para que se acercara.
Las líneas en su cara se habían profundizado desde que la última vez que lo había visto y sólo había sido un par de días antes. El cabello se le había oscurecido del cobrizo al marrón más profundo, ahora veteado de gris. Los ojos estaban hundidos y bajo ellos había círculos más oscuros. En el momento en que su mirada cayó sobre ella, comenzó a respirar con dificultad, el aire saliendo en grandes bocanadas excitadas. En una mano sostenía un cuchillo ceremonial y el corazón de Lara comenzó a palpitar.
Tiene el cuchillo.
Los dientes desgarrando su carne ya eran bastante malos, pero la afilada hoja cortando, metal contra piel y tejido, invadiendo su cuerpo y cargando con los gritos de anteriores víctimas, gritos que no podía ahogar hasta después de que pasaran semanas. Las súplicas de piedad la perseguían en sus sueños y se adherían como hielo a sus venas hasta que sentía que iba a volverse loca antes de que el tiempo las apagara. Lara no pudo evitar la ráfaga de adrenalina y la oleada de poder que vino con ella, la retirada instintiva, la explosión de pasos tambaleantes en retirada. Razvan gruñó, los labios retrocediendo para revelar los dientes manchados.
—¡Ven aquí! —Su cara era una máscara de odio— No eres nada, pienso para alimentar el genio de mi existencia. ¡Nada! Un gusano arrastrándose sobre el suelo para servir a la grandeza.
Señaló al hielo y por un momento ella pensó en luchar contra su poder.
¡No! Debes hacer lo que dice. No puede conocer el poder que hay dentro de ti. Te encarcelará como Xavier ha hecho con nosotras. Esta es tu oportunidad, Lara.
La voz de la tía Bron susurró, convenciéndola, implorándole e incluso ordenando. Todo eso nunca había sido suficiente para vencer los instintos de supervivencia de Lara y su repulsión al cuchillo y a Razvan, pero había temor absoluto subyacente en cada palabra que su tía había pronunciado. Lara permitió que su cuerpo se inclinara, que se pusiera a cuatro patas para arrastrarse a través del suelo de hielo, el frío apuñalándole en las rodillas. Permitió la sensación sin regular su temperatura corporal, para que la distracción del frío la ayudara a calmarse.
Razvan se quedó de pie un momento, encorvado, susurrándose para sí mismo, los ojos pasando del azul al verde. Lara se sobresaltó. Sus ojos a menudo cambiaban de color dependiendo de su humor y era la única cosa que la ataba a Razvan, un rasgo que tenía que reconocer que compartían... y eso significaba que la sangre de un monstruo corría por sus venas.
Él se agachó, con una expresión extraña en la cara mientras miraba alrededor de la cámara. Le dejó caer una mano sobre la cabeza, la palma la tocó con lo que podría haber sido una caricia sobre sus rizos cobrizos. Le habló en un cuchicheo, su voz oxidada y ronca.
—Vete. Vete antes de que seas consumida.
Lara parpadeó hacia él, desconcertada por el extraño ritual que él siempre invocaba antes de agarrarla por sus delgados hombros y ponerla de pie de un tirón. Los ojos resplandecieron de un rojo rubí, brillando con locura mientras le giraba la muñeca y la cortaba con la hoja.
Ella gritó, intentando suprimir el golpe de pánico y dolor mientras el cuchillo cortaba la carne hasta el hueso, liberando los chillidos de múltiples víctimas, sombras de vida todavía adheridas al arma que las había atormentado y matado. Razvan apretó la muñeca contra su boca y comenzó a chupar con avidez, los dientes mordiendo y raspando. Hacía un horroroso sonido de succión, el sonido se mezclaba con los gritos de los muertos.
Las lágrimas ardían tras los párpados de Lara, enturbiaban su visión y le estrangulaban la garganta. Las tías tenían razón, tenía que escapar. Poco importaba lo que la esperaba en el mundo exterior, no podría sobrevivir a este tormento día tras día.
Mantente fuerte. Casi está saciado.
Se aferró a eso, sabiendo que las tías siempre eran conscientes de cuando Razvan estaba a punto de dejar de alimentarse. Se sentía débil y mareada, las rodillas se le doblaban. Y entonces todo en ella se quedó inmóvil. El cabello de la nuca se le erizó. La carne de gallina subió por sus brazos y un temblor de aprensión se deslizó por su espina dorsal. Él venía. Si Razvan era un monstruo, su bisabuelo era el paradigma viviente del mal. Podía sentir su presencia mucho antes de que entrara en la cámara.
Razvan se estremeció visiblemente mientras alzaba la cabeza y empujaba a Lara detrás de él. Lara se pasó la lengua por la herida, los agentes curativos de su saliva sellaron la piel.
El olor a carne decadente anunció la llegada de Xavier. Entró, su cuerpo demacrado encorvado, una mano envuelta alrededor de un bastón mientras entraba en la cámara arrastrando los pies. El bastón era un arma de poder asombroso y podía ser... y a menudo lo era... esgrimido para administrar dolor. Largas túnicas cubrían el cuerpo delgado susurrando con cada paso, arrastrándose a través del suelo de hielo, levantando cristales que el dobladillo reunía en fragmentos y astillas brillantes. La larga barba blanca llegaba casi a la cintura del anciano. Su imagen era borrosa mientras se movía, pero si lo miraba con suficiente empeño podía ver la carne pútrida bajo el glamour.
Lara sintió la oleada del poder y supo que procedía del bastón más que de su bisabuelo. Razvan se alejó acobardado del anciano mientras éste se acercaba. Ella sabía que Xavier era el mago más viejo, el maestro de ambas magias, blanca y negra. Sus enseñanzas habían sido la base de no sólo la raza de los magos, sino de los cárpatos también. Sus tías la habían educado en la terrible historia familiar de secuestro, asesinato y guerra. Todo por este hombre y su búsqueda de la inmortalidad.
Xavier estiró un brazo delgado hacia ella, los dedos como huesos, las uñas largas y curvadas. Le hizo señas para que se acercara.
Razvan la empujó lejos.
—No la tocarás. Tienes tu propio suministro.
Acércate, Lara, ahora, mientras discuten sobre ti. Acércate a la pared y ayúdanos a escapar.
—Ya no puedo usarlas, como bien sabes. Se han vuelto demasiado poderosas para controlarlas. Necesito el libro. Debemos encontrar el libro. —Xavier se acercó a Lara dando traspiés, sus dedos como garras estirándose hacia ella—. Una vez que tenga el libro, no podrán derrotarme.
Razvan empujó a Lara aún más detrás de él.
—Ésta es mía y no la tocarás.
—No presumas de darme órdenes. —La voz bramó en las vastas cámaras. Xavier se irguió en toda su estatura, Razvan se encogió ante de él—. Soy viejo, pero todavía tengo mis habilidades y tú no.
Lara se acercó unos centímetros más a la pared, todo el tiempo reuniendo la energía de la habitación.
—Ni siquiera puedes controlar a tus propias hijas. ¡Por enfermas que estén todavía te desafían! Me forzaste a entregarte a mi propia descendencia, pero no puedes tener ésta. Las matas con tu avaricia.
—Me la darás. —Xavier balanceó su vara hacia arriba, la punta señalando a su nieto.
Lara aprovechó el momento, atrayendo cada pedacito de energía del bastón que pudo y dirigiéndola hacia la pared de hielo. Al mismo tiempo, las tías conectaron su poder con el de ella. La maciza pared se combó hacia fuera, hacia la cámara. Grandes fragmentos cayeron mientras el hielo se resquebrajaba como telas de araña y se fragmentaba.
—¡Detenlas! —Xavier saltó lejos del hielo astillado mientras gritaba la advertencia.
Un brillante dragón rojo explotó del hielo, las garras estirándose hacia Razvan mientras el dragón azul doblaba su ala hacia Lara.
¡Ahora! ¡Ahora! Sube rápido. La llamó Tía Tatijana.
Lara no vaciló. Saltó ágilmente al ala, trepó por la membrana inclinada y pasó la pierna sobre la espalda del dragón. Inmediatamente el dragón se alzó sobre las patas, las grandes alas batiendo violentamente, creando un huracán, haciendo volar a ambos hombres hacia atrás. Xavier perdió su agarre sobre el bastón. Lara se concentró en él, encauzando el viento directamente al grueso madero. Éste rodó hasta el lado más alejado de la cámara de hielo. El dragón azul se elevó en el aire.
No hay mucho tiempo. Vete, Tatijana, huye mientras puedas, suplicó Bronnie a su hermana mientras lanzaba su cuerpo entre Razvan, Xavier y Lara.
Lara podía ver que ambos dragones estaban débiles. El color de su piel se desvanecía. El esfuerzo de mantener a los dos magos a raya les estaba afectando. Sentada sobre Tatijana se dio cuenta de que estaban muertas de hambre, lo habían estado durante años. Xavier sólo les permitía el mínimo de sustento para evitar que fueran capaces de utilizar sus poderes. De las dos, Tatijana era la que estaba más débil. Bronnie intentaba dar a su hermana tiempo para alcanzar la superficie y escapar.
Lara miró abajo para ver a Razvan arrastrándose hacia el dragón rojo.
Bronnie batía las alas para mantener Xavier en el suelo y lejos del poderoso bastón.
Cuidado. Lara trató de advertir a su tía, pero la advertencia llegó un latido de corazón demasiado tarde.
Razvan hundió el cuchillo ceremonial en el pecho del dragón rojo. Tatijana chilló. El dragón rojo cayó al suelo.
Bájate. Corre. Yo les retendré mientras pueda. Tatijana extendió el ala para permitir que Lara se arrastrara hasta un saliente en la parte alta de la cámara.
Ve con ella, Tatijana, rogó Bronnie.
Ven conmigo, suplicó Lara.
Tatijana sacudió la cabeza. No dejaré a mi hermana. Ve, pequeña. Huye y olvida este lugar. No mires atrás. Sé libre y encuentra la felicidad.
Lara se agarró a la pared de hielo. Todavía tenía que encontrar el camino de salida de este laberinto de túneles hasta la superficie. Miró abajo una última vez, al único hogar que había conocido jamás. Xavier se recuperó y se puso de pie, estiró la mano. El bastón tembló y luego voló a través del cuarto hacia él.
—Quieta o morirás —ordenó—. Tú, tonto —siseó hacia Razvan.
El dragón rojo continuó luchando, salpicando sangre por el suelo de hielo en brillantes chorros rojos.
Xavier apuntó con el bastón al dragón azul.
—Quieta o mataré a tu hermana.
Bronnie cesó todo movimiento y yació jadeando en el hielo. El dragón azul se posó junto a su hermana, acariciándola con la nariz y la lengua en su cuello y en un esfuerzo por salvarla.
Lara contuvo un sollozo, presionándose una mano contra la boca.
Vete antes de que su sacrificio sea en vano, ordenó Tatijana.
Lara corrió.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary