Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



jueves, 2 de junio de 2011

REUNION OSCURA/CAPITULO 14

CAPÍTULO 14

La posada comenzaba a llenarse de gente. Manolito De La Cruz estaba de pie en la esquina observando la extraña escena que se desplegaba antes sus ojos. Caos. Estupidez. ¿Por qué tanta gente se reunía puertas adentro y se sentía a salvo?

El hambre era aguda y terrible, dando zarpazos en sus entrañas, jugando duramente con él, y el sonido de tantos corazones, de sangre fluyendo en las venas, solo aumentaba su incomodidad. Las sombras se alzaban en él, el demonio clamaba por sangre, por alguna pequeña chispa de sentimiento, una ráfaga momentánea que le llevaría de vuelta a la vida. Solo una vez. Casi podía imaginar a la presa bajo él, el corazón latiendo salvajemente, la ráfaga de adrenalina sazonando la sangre y proporcionándole un subidón cuando la consumiera.

Allí entre las sombras escogió a su presa. El hombre musculoso y fuerte que se crecía el gran hombre, diciéndole a todo el mundo qué hacer. Manolito le dejaría verle venir, la muerte en sus ojos, en su corazón y alma, y hundiría los dientes profundamente, sentiría la lucha por vivir... siempre vivir. Una vida que él ya no tenía y nunca recuperaría.

A su alrededor había hombres de los cárpatos que se las habían arreglado para reclamar a una mujer... incluso dos de sus hermanos. Él oía sus risas, sentía emoción a través de ellos, pero no era suficiente. Demasiados siglos habían pasado. Demasiadas batallas. Demasiadas muertes. Sentía su voluntad deslizarse por el oscuro abismo del que no podía arrancarse a sí mismo. Había luchado con los cárpatos contra los vampiros, había resultado herido y había sido curado, pero al alzarse había sentido la oscuridad enroscada en su interior, susurrándole continuamente, en cada momento, hasta que creyó que se volvería loco... hasta que creyó que daría la bienvenida a la locura.

Su mirada cambió a la mujer acuchillada. Las mujeres siempre daban la bienvenida a sus atenciones. Podía atraerlas fácilmente con su oscura y seductora mirada. Sabía lo que veían las mujeres cuando le miraban: un hombre guapo, misterioso, sano y muy, muy sensual. Parecía el epítome del hombre depredador, y las mujeres le seguían suplicándole que se las llevara a la cama. Las utilizaba cruelmente, dejando atrás la impresión de potencia sexual, marcándolas con sus dientes, disgustado por su disposición a lanzar sus cuerpos hacia él. Si supieran que lo que realmente quería era drenar cada gota de su sangre, dejarlas como una concha marchita solo para poder sentir la momentánea ráfaga de vida.

La tentación era sobrecogedora, disparando una respuesta, así sus incisivos se alargaron y crecieron, llenando su boca incluso mientras su cuerpo anhelaba el poder de la muerte. Solo una vez. Los susurros se hicieron más fuertes ahogando sus pensamientos de llamar a sus hermanos pidiendo ayuda. Una sola vez. Saborear la vida le daría algo más de tiempo. Solo una vez. ¿Quién lo sabría?

Los latidos se hicieron más fuertes hasta que tronaron en sus oídos. Oía su propio corazón latir y esperó a que el rebaño que tenía alrededor lo siguiera... y lo hicieron, lentamente, uno a uno, cogiendo el ritmo.

Anhelaba sangre caliente entrando a raudales en su sistema. Anhelaba la sensación de la piel de una mujer, la emoción de un cuerpo sometiéndose al suyo. Pero no podía sentir... no en realidad. Sus hermanos le alimentaban con emociones, como se alimenta a un niño con una cuchara. No era suficiente. La oscuridad le llamaba y tenía que responder. Casi podía saborear el poder en su boca.

Bruscamente, se giró y salió de la posada, a la noche donde podría calmar su corazón e intentar pensar con más claridad. El hambre le golpeaba implacablemente, una oscura obsesión que no se podía sacudir. La noche no era lo bastante oscura para ocultarse en ella. La nieve cubría el suelo y evitaba que las sombras prevalecieran. Necesitaba el refugio de los bosques. Manolito cambió de dirección y se adentró en lo más profundo del bosque.







—Nicolae, guerrero, hermano, es bueno tenerte en casa —Mikhail estrechó los antebrazos con el alto antiguo de pelo oscuro, saludándole con la eterna tradición de los cárpatos para dar la bienvenida a casa a un amado guerrero.

Nicolae Von Schrieder estaba de pie mano a mano con él, mirando a los ojos de su príncipe, y la emoción casi le ahogaba. Era inesperado y sorprendente sentir el nudo en su garganta ante la admiración y genuina bienvenida que le ofrecía Mikhail. Estaba en casa y había servido a su gente con honor y dignidad durante siglos.

—Es bueno estar en casa, Mikhail. He servido a la voluntad de mi príncipe, que es el receptáculo viviente de nuestra gente, y me comprometo lealmente con él. —Ofreció el antiguo homenaje a su príncipe.

La sonrisa de Mikhail fue genuina.

—Ha pasado mucho desde que oí esas palabras y había sinceridad tras ellas. Es realmente bueno tenerte en casa. —Se giró hacia la mujer que estaba junto a Nicolae. Parecía muy aprensiva, en algún lugar entre desear huir y luchar. Había pasado por mucho, su coraje y fuerza habían sido horneados en los mismos fuegos del infierno.

Estrechó sus antebrazos, mirándola directamente a los sobresaltados ojos aguamarina, y repitió el antiguo saludo, ofreciéndole el más alto respeto que podía darle.

—Destiny. Guerrera. Hermana. Es bueno tenerte en casa.

Ella tragó con fuerza, mirando fijamente a su compañero y asintiendo, sus manos le apretaron los antebrazos.

—Es bueno estar en casa. También yo he servido a la voluntad de mi príncipe y me comprometo lealmente con él.

—No tienes que ofrecerme tu lealtad —dijo Mikhail—. El servicio que ya has prestado es más de lo que nadie podría pedirte.

—Me quedo con mi compañero y quiero servir —replicó ella.

—Entonces acepto tu ofrecimiento por el bien de la gente de los cárpatos. —La dejó marchar, apartándose con una sonrisa de bienvenida—. Hace mucho que deseaba conocer a la mujer que ha dado y sufrido tanto por nuestra gente. Gracias por venir.

—Había olvidado la sensación de nuestra tierra —murmuró Nicolae—. No puedo tener suficiente de ella. Destiny dice que todo lo que hago es revolcarme en la cama, pero para mí es un milagro tener el lujo de semejante riquezas. —Abrió el camino a través de la casa de su familia. Como siempre, los demás cárpatos habían mantenido la casa limpia y en buena forma. En el momento en que había vuelto él la había modernizado y estaba orgulloso de mostrar los cambios.

Se sentaron cerca del fuego, cosa que Destiny adoraba especialmente, y Mikhail les informó de las noticias que se le ocurrieron, incluyendo su descubrimiento más importante, Syndil.

—¿Recuerdas algo de las antiguas prácticas, Nicolae? ¿De una mujer que podía sanar la tierra?

—Por supuesto. Eran muy raras y muy honradas. Atendía todos los nacimientos y sanaciones. El linaje era antiguo y solo las mujeres que pertenecía a ese linaje tenía el don. Syndil debe ser una descendiente.

—Y la única que tenemos.

—Hubo varias sanadoras de la tierra con las que me crucé cuando era un jovencito. Podría haber más. Rhiannon era una gran sanadora. El don le llegó a través de su madre. Su padre era un Buscador de Dragones. Ella tenía un talento increíble incluso de niña. Fue una gran pérdida para nuestra gente cuando fue asesinada.

—Syndil no es una Buscadora de Dragones, al menos no he oído que lleve la marca del dragón. Es una de los Trovadores Oscuros, de los niños perdidos que Darius se las arregló para salvar. Pero tenemos a la nieta de Rhiannon, Natalya, a quien tu hermano reclamó como compañera.

Nicolae sonrió.

—Y Vikirnoff indudablemente tiene las manos ocupadas con ella.

—Los dos habéis encontrado mujeres extraordinarias. —Una breve sonrisa flirteó en la boca de Mikhail—. Aunque Natalya no heredara el don de su madre para sanar la tierra, es una guerrera talentosa, creo que disfrutarás mucho de su compañía, Destiny. ¿La has conocido ya? Se enseñó a sí misma a ser guerrera.

La lengua de Destiny tocó sus labios cuando estos se quedaron secos. Una vez más su mirada tocó a su compañero antes de hablar.

—Es muy divertida. Me encuentro riendo a su alrededor todo el tiempo.

Mikhail tenía la sensación de que Destiny no se reía mucho. Miró fijamente a Nicolae. Los dedos del antiguo estaba masajeando la nuca de ella, una muestra sutil de apoyo que Mikhail con frecuencia empleaba cuando Raven estaba en una situación poco familiar y se sentía aprensiva. Lanzó otra sonrisa abierta a la mujer.

—Le encanta citar viejas películas. Le dije a Raven que íbamos a tener que empezar a verlas para que pueda estar al día.

Destiny formó una pequeña y nerviosa sonrisa.

—Le encantan las viejas películas. El pobre Vikirnoff no sabe lo que está diciendo la mayor parte del tiempo, pero es bueno para él. —Dejó escapar lentamente el aliento.— Nunca antes he estado cerca de un príncipe. No sé exactamente qué se supone que debo hacer.

—La mayor parte del tiempo soy solo un hombre corriente, Destiny —confió Mikhail. Miró alrededor y se inclinó hacia adelante, bajando la voz a un susurro conspirador, aunque envió su comentario a su segundo al mando—. A menos que Gregori esté alrededor, entonces se supone que todo el mundo debe inclinarse y hacerme feliz.

La venganza de Gregori fue rápida. El sonido de un trueno sacudió la casa, haciendo temblar las ventanas, y la silla en la que Mikhail estaba sentado se movió y corcoveó, casi tirándole al suelo.

Nicolae rugió de risa.

—Ese era definitivamente un gruñido Daratrazanoff.

—Esa no es forma de que un yerno trate a su suegro —dijo Mikhail. Una lenta sonrisa iluminó sus ojos—. Pero descubrirá que esta noche yo tengo la última palabra.

—Tienes algo planeado —supuso Nicolae.

—Necesitamos un Santa Claus y creo que Gregori Daratrazanoff encaja perfectamente en el papel.

Destiny miró de un hombre risueño a otro.

—Gregori no va a alegrarse. En todo el tiempo que ha pasado conmigo para sanarme, solo le he visto sonreír a Savannah. Bueno, una vez intentó sonreírme a mí y fue más bien una muestra de dientes. La idea de que entretenga a un manojo de niños está más allá de mi imaginación.

—Y de la de todos los demás al parecer —dijo Mikhail con evidente satisfacción—. ¿Cómo te sientes? Sé que experimentabas gran dolor en cada alzamiento con la sangre del vampiro en tus venas. ¿Gregori fue capaz de sanaros a ambos?

Destiny asintió.

—Cada alzamiento parece un milagro. Gregori guarda la sangre, y mencionó que podría ser utilizada para infectar a un guerrero e infiltrarlo en las filas del no—muerto. —Su mirada encontró la de Mikhail —No le dejes hacerlo. Tener esa sangre en tus venas a cada momento de tu existencia es lo peor que puedas imaginar . Es una agonía, física y mentalmente. No puedo imaginar lo que eso haría a un guerrero ya cerca del borde de la locura.

—Nada se ha decidido aún —aseguró Mikhail—. Cuando volvamos a la normalidad, todos nos reuniremos. Tu aportación es de gran valor para nosotros y esperamos que asistas.

Destiny pareció aliviada.

—Si, por supuesto.

Nicolae le deslizó el brazo a lo largo del respaldo del asiento.

—Destiny no ha celebrado la Navidad en años. íbamos a salir a conseguir un árbol. ¿Te gustaría unirte a nosotros?

Mikhail sacudió la cabeza con pesar.

—Tengo alunas paradas más que hacer antes de reunirme con todos en la posada. Esperaba tener la oportunidad de hablar con MaryAnn Delaney. Tengo entendido que se hospeda aquí.

—Si, está con una adolescente en este momento. Francesca la trajo hace unos minutos y pidió que MaryAnn hablara con ella. La llevaremos a su casa en un rato.

—La joven Skyler. La mayor parte de las veces una chica de su edad no provoca una respuesta en su compañero, pero es madura para su edad y ahora tenemos a un hombre no correspondido suelto por ahí y exigiendo sus derechos. —Mikhail suspiró suavemente—. Skyler necesita protección todo el tiempo. Si fallamos de nuevo, su compañero la unirá a él y no estoy seguro de lo que hará Gabriel, pero no será agradable.

—Francesca nos lo advirtió —dijo Nicolae—. Skyler indicó que le gustaría unirse a nosotros cuando vayamos a por el árbol, así que saldremos tan pronto como MaryAnn haya pasado algún tiempo con ella. No anticipo ningún problema, pero seremos cuidadosos. Destiny es una cazadora hábil, así que la joven Skyler estará doblemente protegida.

—No permitáis que se aparte de vuestra vista —advirtió Mikhail—. Tiene tendencia a vagar por ahí. A veces me pregunto por qué presiono a Raven para tener otro hijo. Había olvidado los problemas que pueden dar.

—¡Ves! —Destiny hizo una mueca a Nicolae—. Te dije que daban problemas.

Mikhail se puso en pie.

—Voy a ver a tu hermano. ¿Hay algo que quieras que le diga?

—Solo pásale lo de que vas a pedir a Gregori que haga de Santa Claus. Vikirnoff disfrutará definitivamente de la noticia. —Nicolae se puso de pie también para acompañar al príncipe a la puerta.

—No tengo intención de pedírselo, Nicolae. Le daré mi primera orden como su suegro.

Nicolae atrajo a Destiny bajo su hombro.

—Y quiero estar allí cuando anuncies a Gregori que hará de Santa Claus esta noche.

—Desearía estar allí para ver la cara de Savannah. Tiene un maravilloso sentido del humor. Nunca creí que me haría amiga de la hija de un príncipe. Aunque, honestamente, creo que simplemente está feliz por haber conseguido luchar con un vampiro, así puede sostener algo sobre la cabeza de Gregori.

La cara de Mikhail se oscureció y todo humor abandonó su cara.

—En el momento en que algo le ocurre a mi gente... en particular a mi hija... soy informado. Pero de algún modo, este pequeño detalle parece haber sido omitido. Nicolae, quizás serías tan amable de explicármelo, ya que mi yerno ha fallado al hacerlo. ¿Gregori, mi hija luchó con un vampiro? ¿Y por qué no fui informado inmediatamente? Envió un siseo de desagrado y la imagen de dientes desnudos.

El color abandonó la cara de Destiny, dejándola muy pálida. Recurrió a Nicolae en busca de tranquilidad. ¿Dije algo malo?

No, por supuesto que no, dijo Nicolae consoladoramente.

Mikhail recuperó inmediatamente el control, forzando una pequeña sonrisa. La última cosa que quería era poner incómoda a Destiny. Luchar con vampiros era para ella tan natural como respirar. Habría pasado un mal rato intentando entender por qué estaba considerando el matar a Gregori.

Tenía intención de contártelo, pero llegué en medio de una pelea. No creí que en medio de una lucha en la que por cierto me cortaron la mano fuera un buen momento para contarlo. "Oh, y por cierto, Savannah salió a cazar vampiros".

Estoy considerando arrancarte la cabeza. Me contarás cada detalle cuando estemos solos. Y no lloriquees por tu mano, ahora está perfectamente bien.

Acepta la responsabilidad por la forma en que educaste a tu hija cabezadura. Yo hago lo que puedo para minimizar el daño que tú y Raven hicisteis con vuestra educación liberal y demasiado indulgente.

Mikhail casi se ahogó.

—Este yerno mío va a aprender esta noche una lección que nunca olvidará. ¿Liberal e indulgente? Fui firme con mi hija. —Mikhail ondeó un saludo hacia Destiny y se marchó con una sonrisa satisfecha en la cara.

Destiny frunció el ceño, intentando seguir la conversación.

—¿Entendiste algo de eso?

—Creo que estaba discutiendo con Gregori sobre si educó o no apropiadamente a Savannah. —Nicolae se giró cuando MaryAnn Delaney y Skyler entraron en la habitación. Skyler llevaba puesto su parka forrado de piel y MaryAnn estiró la mano hacia su propio abrigo. MaryAnn era alta y esbelta con piel color café con lecho y apretados rizos por toda la cabeza. Incluso vestida con vaqueros, parecía demasiado sofisticada para los bosques. Pequeños diamantes centelleaban en los lóbulos de sus orejas y una fina cadena de oro rodeaba su cuello.

—¿Realmente vamos a hacer esto? —preguntó MaryAnn, siguiendo a los demás fuera—. ¿Talar un árbol en medio del bosque?

—¿Vas a comportarte como un bebé? No hace tanto frío —se burló Nicolae—. ¿Nunca tuviste un árbol de Navidad allí en Seattle?

—Por supuesto que lo tuve, pero compraba mis árboles de forma civilizada, pagano —dijo MaryAnn—. A la vuelta de la esquina de mi casa. Y de hecho, me lo entregaban cada año porque mi coche era demasiado pequeño para que me los llevara a casa.

—¿Siempre están así? —preguntó Skyler a Destiny.

—Se ponen peor —respondió ella, cerrando la puerta tras ellos.

—¿Y no te importa? Yo creía que los compañeros se ponían celosos todo el tiempo.

Destiny frunció el ceño mientras se abría paso por el suelo cubierto de nieve.

—¿Francesca se pone celosa de las amistades de Gabriel?

—En realidad él no tiene amistades. Solo a Lucian y Jaxon, y trata a Jaxon como a una hermana. Bueno, es bueno con el ama de llaves, pero no como Francesca, y en realidad a él no le gusta que haya muchos hombres a su alrededor. —Se encogió de hombros—. Antes, estaba con Dimitri y él fue muy agradable conmigo, pero entonces llegó Josef y cambió completamente. Temí por Josef.

—Los celos no son un buen rasgo —dijo MaryAnn, poniéndose la capucha sobre sus rizos—. Demuestra inseguridad.

—Ah, pero a veces, cuando otros hombres miran a mi mujer de forma inapropiada —dijo Nicolae, mirando de reojo a Destiny—, merecen ser ahuyentados.

MaryAnn le tiró una bola de nieve.

—Dices eso porque no te has unido al mundo moderno.

—Y tampoco quiero. Me gusta ser el rey de mi castillo.

Destiny resopló y añadió su bola de nieve a la de MaryAnn.

—Ya quisieras.







Manolito se movía en absoluto silencio a través de los árboles. Los corazones eran más ruidosos ahora, truenos en sus oídos. Podía oír la sangre corriendo, cruzando arterias directamente hacia los corazones. Su boca se humedeció y sus dientes se alargaron. Su pulso latía mientras se sintonizaba con su presa. El relámpago parecía crepitar en sus venas. Intentó alcanzar a Rafael y Riordan, un último esfuerzo por recobrar el honor y la cordura, pero no pudo hacer el esfuerzo.

Los corazones latían y un solo sonido rompía el ritmo. Risa. Tintineaba en el aire, una nota melodiosa que se hundió en sus poros... llamando a la parte más básica de él. Profundamente en su interior, su demonio rugió, luchando por liberarse, rabiando y arañando, exigiendo que se entregara. Ese sonido llegó de nuevo, llevado por la ligera brisa que pasaba entre los copos de nieve hasta alcanzarle, para convocarle. Giró hacia esa nota y se movió con sigilo. Captó la fragancia de nuevo. Tres mujeres y un hombre... solo que no cualquier hombre... un cazador. Un guerrero. Debería apartarse, marcharse mientras pudiera, pero su demonio le tronaba órdenes, sacudiéndole, exigiendo que encontrara una presa.

Se le escapó un lento siseo. Su cuerpo era grácil, el cuerpo de un cazador ancestral que había luchado mucho contra el vampiro y era hábil en el combate. Se movió con la caída de la nieve, parte de la naturaleza misma, transparente y fluido, tan silencioso como los copos que caían de las nubes.







Skyler se apretó más el parka alrededor y miró hacia lo más profundo del bosque. El mundo era blanco y resplandeciente, la nieve encorvaba las ramas de los árboles en todas direcciones. En la distancia podía ver el humo que llegaba en dirección a la posada. Se estremeció sin razón alguna.

—Esto es hermoso, ¿verdad? —señaló MaryAnn.

Skyler asintió.

—Muy hermoso... pero peligroso.

—Y frío —añadió MaryAnn—. Yo no soy como los demás. No puedo regular mi temperatura corporal como ellos. Incluso tú lo haces mejor que yo. Y no soy una persona particularmente aventurera.

—Me encanta el bosque e incluso el frío. Tiene algo que ver con saber que hay animales salvajes cerca y que todo a mi alrededor está en su estado natural. —Incluso mientras lo admitía, la mirada de Skyler estaba buscando en el interior más oscuro de los bosques.

MaryAnn se estremeció.

—Puedo ver que esto te encanta, niña, pero yo soy una chica de ciudad. Y estoy totalmente fuera de mi elemento aquí. Tengo que admitirlo, si alguno de estos hombres fuera mi hombre, le asestaría un golpe en la parte superior de la cabeza... soy una mujer que no perdona la violencia.

Skyler giró toda su atención de vuelta a MaryAnn, riendo.

—Creo que es buena idea. Voy a decirle a Francesca que es eso lo que tiene que hacer cada vez que Gabriel se pone mandón.

—Eso es definitivamente lo que tiene que hacer Destiny con ese hombre mandón al que está pegada.

—He oído eso —dijo Nicolae. Lanzó una bola de nieve hacia MaryAnn con puntería mortífera.

Ella rió cuando esta le salpicó contra el hombro.

—Eres tan malo, Nicolae. Sabes que no puedo vengarme porque mis manos están congeladas.

—Oh, pequeña flor de invernadero —se burló Nicolae—. Y no podrías acertarme de ningún modo. Tu único intento golpeó el árbol que había a mi izquierda.

—Solo llámame Orquídea. Prospero mejor en el calor. En cuando a mi puntería, nunca pude acertar a nada, ni siquiera en el fútbol cuando era niña. ¿Y qué hay de ti, Skyler, haces deporte?

Skyler sacudió la cabeza.

—No. No soy demasiado buena con los demás. Francesca me enseña en casa.

—Yo podría golpear una roca con los ojos cerrados para cuando fui adolescente —bufó Nicolae—. Era a eso a lo que jugábamos por aquellos días.

—¿De veras? —Skyler estaba intrigada.

—Si. Pasábamos gran cantidad de tiempo viendo quién podría sentir llegar un ataque, y desviarlo antes de que te acertase. Yo era endemoniadamente bueno además. No mencionaré a mi hermano, que era excelente en ello y una o dos veces me puso ocasionalmente un ojo morado.

—Todo este golpearse virilmente el pecho me está haciendo desfallecer. Volaré pronto a casa, a mi hermoso Seattle —dijo Mary Ann bromeando.

Destiny soltó un solo sonido de desasosiego y extendió la mano hacia MaryAnn.

—No puedes dejarme.

—Lo harás bien, amiguita. Sabes que lo harás. Estás intacta y entera.

—Eso es llevarlo demasiado lejos —dijo Destiny—. Nunca seré como todos los demás.

—Y nadie quiere que lo seas. Eres Destiny y eres única, ¿verdad, Skyler? —MaryAnn arrastró a la chica a la conversación—. No querríamos que Destiny fuera de ningún otro modo.

—A mí me gustas tal y como eres —admitió Skyler tímidamente.

—No sé como soy —susurró Destiny, aferrando más fuerte a MaryAnn, como si así pudiera retenerla en las Montañas de los Cárpatos.

—Tú aceptas a la gente como son —dijo Skyler, su mirada era vieja, los recuerdos salieron a la superficie antes de que pudiera evitarlo—. Simplemente aceptas a la gente.

MaryAnn puso la mano sobre el hombro de Skyler.

—Esa es nuestra Destiny. Tiene razón sobre ti. Nunca pides nada de nadie, y no esperas que sean lo que no son. Eres una persona comprensiva.

—Soy muy diferente a vosotras dos —objetó Destiny.

MaryAnn sopló un rastro de vapor blanco y lo observó desaparecer.

—Si, lo eres —dijo sin encontrar la mirada de su amiga—. Yo nunca podría hacer lo que haces tú. Tienes el valor de aceptar a un hombre como Nicolae. Yo no puedo hacer eso. Nunca lo haría. Tengo intención de quedarme sola toda mi vida en vez de arriesgarme a estar con alguien que sea dominante y posiblemente destructivo. —Extendió las manos—. No quiero un hombre en mi vida y siempre los juzgo demasiado duramente.

—Si algún tío bueno saliera del bosque y te reclamara, ¿no le aceptarías? —preguntó Skyler—. ¿Sin importar lo bueno que estuviera?

MaryAnn sacudió la cabeza.

—Para nada. Cogería el primer avión de vuelta a Seattle.

—Los compañeros no siempre te dejan hacer lo que quieres —murmuró Skyler.

—¡Ja! Gregori me prometió su protección, y me ocultaría en su casa hasta que pudiera llegar a casa sana y salva. Nunca, bajo ninguna circunstancia, viviría con un hombre de los cárpatos.

—Yo siento lo mismo —dijo Skyler, y miró hacia el bosque, parpadeando para contener las lágrimas que de repente estaban tan cerca.

La sonrisa desapareció de la cara de MaryAnn mientras miraba a la chica y realmente daba marcha atrás en su conversación. Skyler estaba luchando contra el tirón de su compañero, y con todo lo que MaryAnn sabía de la especie, sabía que era difícil, sino imposible.

—Estaba de broma, Skyler —dijo suavemente—. Las cosas que creemos para siempre son con frecuencia solo por un corto espacio de tiempo. No tengo ni idea de lo que haría realmente si un hombre de los cárpatos saliera del bosque y me reclamara. ¿Cómo podría saberlo en realidad?

Skyler sacudió la cabeza, sus ojos se inundaron de lágrimas a pesar de sus esfuerzos por mantenerlas a raya.

—Corazón. —La voz de MaryAnn fue infinitamente amable—. Te sientes así ahora porque no has solucionado todos tus problemas. Tienes que averiguar quién eres realmente y cuanta fuerza tienes. Nadie puede superarse a sí mismo y tomar decisiones cuando no se dan a sí mismos tiempo para crecer. Ten paciencia. Date tiempo para crecer. No hay ninguna prisa.

Skyler agachó la cabeza. ¿Sino había ninguna prisa, por qué sentía semejante sensación de urgencia? ¿Por qué los bosques la llamaban cada vez que los miraba? El tirón de ir a encontrar a Dimitri era muy fuerte. Esperaba que fuera para decirle que no podía ser lo que él quería, pero temía que él ya los hubiera atado de algún modo. No podía dejar de pensar en él, y peor aún, su cuerpo reaccionaba cuando lo hacía... y detestaba esa reacción. El calor se extendía por sus venas, le dolían los pechos, y más abajo aún se sentía húmeda e incómoda, la tensión se acumulaba. Sentía el hambre de él. Su necesidad. Sentía su llamada silenciosa, incluso aunque él intentaba suprimir sus necesidades y mantener una barrera entre ellos. Su sangre la llamara. Sabía que era Dimitri. Y no quería tener nada que ver con un hombre o con lo que eso conllevaría.

—Hay un candidato probable —dijo Nicolae, señalando hacia un árbol particularmente frondoso—. Podríamos arreglarnos con ese.

El árbol estaba más internado en lo profundo del bosque, y Skyler dudó en seguirles cuando los tres adultos se echaron una carrera por la nieve, lanzándose ocasionalmente bolas de nieve los unos a los otros. Estaba llena de miedo cuando miraba hacia las sombras. Algo acechaba allí. Observándolos con ojos hambrientos. Observando y esperando un movimiento equivocado. Podía sentir las oleadas de amenaza, y no entendía como Nicolae o Destiny no podían sentirlas también.

Skyler deseaba huir a la seguridad de la casa, pero eso significaba decírselo a los demás o ir por sí misma. Si se lo contaba a los demás y era Dimitri, habría problemas entre él y Gabriel otra vez y no podría soportar eso. Ya había causado demasiados problemas a ambos. Y volver a la casa sola estaba fuera de cuestión. Se apresuró tras Destiny y MaryAnn, lanzando miradas ansiosas hacia la espesa arboleda.

Por un horrible momento creyó ver el brillo feroz de ojos mirándola fijamente, siguiendo cada uno de sus movimientos. Parpadeó y la ilusión desapareció, pero había algo allí. Estaba segura de ello. Y estaba observándoles con ojos hambrientos.







Para nada. Cogería el primer avión de vuelta a Seattle. Gregori me prometió su protección, y me ocultaría en su casa hasta que pudiera llegar a casa sana y salva. Nunca, bajo ninguna circunstancia, viviría con un hombre de los cárpatos. La voz femenina le llegó con claridad, cada palabra era nítida, llevada por la noche misma.

Se quedó ciego. Deslumbrado por el brillante blanco de la nieve a la vida, como una llama del suelo. Le fallaron los ojos y tuvo que cubrírselos, dejándose caer de rodillas para evitar gritar ante el inesperado dolor de un brillo tan deslumbrante. El color resplandeció a viviente, haciendo que tuviera que apretar los párpados, aunque todavía estaban allí, absorbidos por su mente. Vívidos. Sorprendentes. Hermosos.

El aliento abandonó sus pulmones en una ráfaga. Intentó mirar de nuevo, sus dedos ayudaron a protegerle contra el brillo para que no quedar complemente ciego. Había color en los árboles, no un gris apagado, sino verde asomando bajo la capa de reluciente blanco. Estaba viendo en color. El júbilo le atravesó. No era sorprendente que su demonio estuviera rugiendo para que siguiera el latido de ese corazón, de esa risa melodiosa.

La mujer le llamaba. Al fin. Después de siglos de esperar. Ella había sido creada para él, estaría atada a él. Se puso en pie, tambaleándose por la fuerza de las emociones que le inundaban. Era sobrecogedor sentir tanto, casa sentido intensamente vivo. Cada célula intensamente viva. Estaba todo allí, cada emoción que alguna vez hubiera deseado. Desde el deseo a la lujuria, llenando su mente, creando imágenes eróticas y poniendo a prueba años de sueños perdidos y fantasías. Su boca se humedeció cuando pensó en el sabor de ella, la textura de su piel. Había soñado con ella, y al fin, estaba a su alcance.

Mientras se movía rápidamente para cogerla, sus palabras le golpearon. Protegida por Gregori. Un suave gruñido escapó. Ella tenía intención de eludirle. De negar su reclamo sobre ella. Tenía derecho a ella por ley, por todo lo que su mundo decretaba, y había aguantado durante siglos. Siglos... esperando por ella. Nadie la apartaría de él. Nadie. La tomaría a la fuerza si era necesario y al diablo con las consecuencias. Había pocos cazadores que le igualaran... o a sus hermanos, y ellos estarían de su parte. Los hermanos De La Cruz siempre... siempre... permanecían unidos.

Sus labios se retrajeron en un gruñido y empezó a abrirse paso incluso con más cuidado hacia el pequeño grupo que se reunía alrededor de un árbol. La jovencita se giró varias veces hacia él, con un débil ceño en la cara, y una vez el antiguo alzó la cabeza para examinar la zona a su alrededor. Sintió la mente probando y mantuvo sus barreras en alto, decidido a no ser descubierto. El antiguo era bueno, pero Manolito tenía siglos de experiencia en ocultar su presencia a los que recurrir, y evitó ser descubierto simplemente convirtiéndose en el árbol más cercano a él.

Se arrastró más cerca hasta que pudo verla. Le quitó el aliento. Era todo lo que alguna vez hubiera imaginado que una compañera pudiera ser... y más. Alta, esbelta, con pechos llenos hechos para ser succionados, caderas redondeadas para acunar su cuerpo, y su piel... podía sentirla incluso a la distancia que estaba. Tenía el tipo de piel que parecía tan suave que un hombre podía pasarse la vida solo tocándola. Color café, invitadora, cálida como el terciopelo. La capucha había caído hacia atrás sobre la chaqueta y pudo ver los rizos hasta los hombros, espesos y en largas y vertiginosas espirales suplicando a sus dedos que los tocaran. Los ojos eran grandes, de un oscuro chocolate oscuro, y su boca era francamente pecaminosa. Definitivamente iba a estar fantaseando con su boca y las cosas que esta le haría a su cuerpo.

Suya. Todavía no podía captar la realidad de ello ni siquiera cuando ella estaba de pie allí mismo, riendo, con la cara ruborizada, y los ojos danzarines. Se sentó y se permitió a sí mismo respirar, su cerebro trabajaba barajando las opciones que tenía. Si la tomaba a la fuerza, como quería hacer, se le echaría encima la mayor parte de la sociedad cárpato. Tenía derecho a ella, pero ella podía pedir protección y por lo que había oído, eso era justo lo que haría. Necesitaba un plan. Y lo necesitaba rápido. Ni siquiera podía revelar a sus hermanos que había encontrado a su compañera. Ellos le ayudarían... pero si sus compañeras se enteraran de sus intenciones se enfurecerían. No estaba dispuesto a arriesgarse a que ninguna de ellas le traicionara.

Primero, antes de nada, tenía que averiguar todo lo que pudiera sobre su compañera, sin permitir que nadie supiera lo que estaba haciendo. Y después tenía que idear un plan para llevarla a Sudamérica donde estaría fuera del alcance de toda ayuda.

Observó a los tres talar el árbol y a Nicolae arrastrarlo por la nieve. La jovencita lanzó otra mirada suspicaz alrededor, y casi inmediatamente una de las mujeres escaneó la zona en busca de enemigos. Hizo de nuevo su acto del árbol, fundiéndose con el tronco, convirtiéndose en parte de la flora, hasta que el pequeño grupo caminó de vuelta a la casa.

Los siguió, permaneciendo invisible, manteniéndose contra el viento y fuera de la vista de la jovencita. Ella tenía una visión más allá de lo normal, y la capacidad de sentir incluso una sombra de oscuridad. Manolito estaba  punto de acometer la peligrosa tarea de entrar en la casa de un antiguo, y si la sombra de la oscuridad en su interior crecía lo bastante alertaría a la chica.

Esperó hasta que abrieron la puerta de la casa, una invitación si es que iba a ver alguna. El antiguo luchaba con el árbol. Este era grande y estaba cubierto de nieve, que no encajaba en el hueco abierto.

—¿Eso es todo lo que puedes abrirla, MaryAnn? —exigió Nicolae—. Porque aquí hay mucho árbol. Quizás deberíamos empequeñecerlo durante un minuto o dos. Solo lo suficiente como para que entre.

—No te atrevas. Me prometiste que haríamos esto al modo tradicional. Nada de trampas. Te ayudaré —dijo Destiny.

MaryAnn hizo una reverencia mientras empujaba la puerta para abrirla todo lo posible.

—Por favor entra.

Junto a ella, Skyler jadeó cuando una brisa fría entró soplando en la casa. Copos de nieve del árbol y el porche giraron en un pequeño remolino, y después lentamente se asentaron.

A Nicolae y Destiny les llevó varios intentos conseguir que el frondoso árbol entrara completamente en la casa. La nieve cayó por todas partes y ambos se derrumbaron riendo.

—¡Skyler! Ayuda —llamó Destiny cuando la copa del árbol golpeó el sofá.

Skyler saltó para levantarlo por encima del mueble. Una vez MaryAnn cerró la puerta y pasó el cerrojo, Skyler creyó que se sentiría mucho más segura, pero no. Nicolae ondeó una mano y el fuego creció en el hogar, caldeando casi instantáneamente la habitación. Skyler se alejó de ellos para mirar por la ventana al bosque. No había ocurrido nada. ¿Su imaginación estaba hiperactiva? ¿Por qué ya nunca se sentía segura?

—Hay agua por todo el suelo —dijo MaryAnn—. Iré a por una toalla.

—Gran idea. Skyler y yo haremos que Nicolae encuentro el mejor lugar para el árbol .

—¿Qué quieres decir con encontrar el mejor lugar para el árbol? —exigió Nicolae—. Solo lo voy a mover una vez si me haces hacerlo al modo humano.

—Le estás quitando toda la gracia —protestó Destiny—. La mitad de la diversión es ver esa mirada de absoluta desesperación en tu cara.

MaryAnn se rió de sus travesuras. Era muy bueno ver a Destiny feliz. Hacía que valiera la pena haber dejado Seattle y viajado tan lejos de casa. Las montañas eran remotas, y sabía que allí donde estaba bien internada en ellas, pero solo ver a Destiny estableciéndose, feliz con Nicolae y confiada en sí misma, valía la pena cada momento lejos de casa.

Entró en el baño y se giró en un lento círculo para admirar el trabajo de los azulejos. Para ser una habitación que no se utilizaba nunca, Nicolae había prestado mucha atención al detalle y era hermosa. Sacó dos toallas gruesas de la percha y se giró hacia la puerta. Esta se cerró de golpe, el cerrojo cayó en su lugar.

Cuando extendía la mano hacia la puerta, Manolito se materializó, con la boca en su oído, susurrando una orden, tomando el control de ella rápidamente y envolviéndola en su hechizo. Cuando ella había mantenido la puerta abierta para el otro hombre que llevaba el árbol y había dicho, "Por favor entra" bajo su gentil compulsión, había invitado a Manolito a entrar en su casa también.

MaryAnn, eres mi compañera y por consiguiente estás sujeta a mis deseos. Tomarás mi sangre para que pueda llamarte siempre que tenga necesidad de ti o pueda oírte cuando tengas necesidad de mí.

Sus dedos bajaron por la perfecta piel de su cara. Cerró los ojos, saboreando lo absolutamente suave que era. Deslizó los dedos por el escote de la camisa, trazando su clavícula y abriendo los botones. Los pechos se balanceaban sobre el sujetador de encaje, una invitación en si mismos.

Inclinó la cabeza y le besó la comisura de la boca, su cuerpo ya estaba firme. Pero esto no iba de sexo. Nunca tomaría de su compañera algo que no estaba preparada para darle. Besó su camino por la garganta hasta el pulso que latía frenéticamente allí. Tirando de ella a sus brazos, la acunó contra su cuerpo y hundió los dientes en el pecho, permitiendo que el éxtasis erótico de la primera prueba de su sabor le sobrecogiera.

El deseo le golpeó con fuerza, su cuerpo se hinchó en reacción, el duro dolor de una promesa. Sabía exquisita. Nunca había conocido nada igual, y tomó hasta hartarse y algo más, deseando un auténtico intercambio. El primero. No fingió que ella sabía que su compañero la estaba reclamando. Simplemente tomó, ansioso por lo que era suyo, y se maldijo por hacerlo así. Pero esto los uniría lo bastante como para pasar los días oscuros venideros, evitando que se convirtiera en vampiro. Soportaría el subidón de lujuria y deseo hasta que pudiera llevarla con seguridad a su guarida.

Cuando se obligó a controlarse, cerró los pinchazos, dejando marcas atrás, su marca, una que ella no podría eliminar fácilmente. Se apartó su propia camisa y se abrió el pecho, forzándole la cabeza hacia él, exigiéndole que bebiera. En el momento en que la boca de ella se movió sobre su piel y su lengua se arremolinó contra él, casi se avergonzó de sí mismo. Su erección se endureció, saltando en respuesta, y latiendo por la necesidad de enterrarse profundamente en ella.

—¿MaryAnn? —Era Nicolae, y había sospecha en su voz. Manolito sintió el rápido escaneó, el duro empujón de una prueba mental y después movimiento en la mente de MaryAnn. El antiguo había tomado su sangre en alguna ocasión, atándolos a ambos. Manolito siseó su enfado, manteniendo los patrones cerebrales igual, una mujer utilizando el baño.

Aún así, el antiguo se paseaba tras la puerta.

Con un suspiro de lamento, cuando estuvo seguro de haber tomado lo suficiente para un auténtico intercambio, Manolito cerró la herida, soltándola y colocando recuerdos de utilizar el baño. Fue bastante fácil desaparecer, esparciendo sus moléculas por la habitación para que cuando MaryAnn abriera la puerta y Nicolae se asomara, no hubiera nada que ver... ni forma de detectarle.

—¿Estás bien? —preguntó Nicolae.

MaryAnn se presionó la mano contra el pecho dolorido. Extrañamente, se sentía excitada... más que eso, en un estado de sobrecarga sexual. Tomó un lento y profundo aliento y lo dejó escapar.

—Estoy bien, Nicolae. Aquí están las toallas—. ¿Había estado soñando despierta? Por un momento, no pudo recordar entrar en el baño. Pensó solo en un hombre tocándole la piel, deslizando la boca por su garganta hacia su pecho. Quería abrirse la blusa y examinar su piel, tocar su cuerpo, sentir manos sobre ella. Pero Nicolae estaba ya recorriendo el pasillo hacia el salón, lanzando miraditas suspicaces sobre el hombro, y recordando que él podía leer sus pensamientos, le siguió apresuradamente obligándole a una charla absurda sobre árboles de Navidad.

No hay comentarios:

Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary