Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



jueves, 2 de junio de 2011

REUNION OSCURA/CAPITULO 11

CAPÍTULO 11

Juliette De La Cruz se paseaba inquietamente de acá para allá por la cocina azulejada. Sentía el cuerpo demasiado tenso en su propia piel. Era imposible controlar su mente que cambiaba de canal, saltando caóticamente de tema a tema. No parecía poder concentrarse en nada en absoluto... ni siquiera en la ensalada de melón y fruta que estaba haciendo para la celebración de esa noche.

Echaba de menos a su hermana y su prima. Esta sería la primera navidad sin ellas. Las había invitado, pero como siempre, se habían negado a tener nada que ver con los hombres De La Cruz. No era que las culpara, pero a Juliette le habría venido bien su compañía. Fuera de la ventana, los copos de nieve caían, convirtiendo el mundo a su alrededor en un reino pacífico y tranquilo, pero su cuerpo y su mente estaban fuera de control.

Había calor. Demasiado calor. Se desabotonó la blusa y se ató los extremos en un nudo bajo sus generosos pechos. Se recogió la pesada melena y se paseó de nuevo por la cocina. Si no vienes a casa pronto, voy a correr. Necesito... Se extendió hacia su compañero, pero no sabía lo que necesitaba. Su cuerpo deseaba el de él... pero siempre lo hacía. Simplemente no podía calmarse.

Profundamente en su interior, sentía al felino moviéndose, luchando por la supremacía. Juliette era parte jaguar incluso después de la conversión, su felino era fuerte, pero siempre había sido capaz de controlarlo. Ahora incluso su felino quería salir... deseaba libertad.

Respira. La palabra fue susurrada en su mente. Suave. Íntima. Cálida. Siempre te olvidas de respirar.

Sabía que estaba sola en la cocina. Su amado compañero, Riordan, había ido a ver a sus hermanos. Riordan y Juliette habían viajado de Sudamérica y habían llegado en las primeras horas de la mañana. Riordan no había tenido oportunidad de ver a su hermano Manolito que había resultado herido en una batalla.

Estoy respirando. Quiero que vengas aquí. Había una flagrante invitación en su voz. Riordan había sido muy hábil haciendo arder su sangre con un susurro de su voz seductora.

Estoy haciendo ensalada de fruta. Se supone que ibas a ayudarme. Sus pechos parecían pesados y doloridos. Tenía una figura llena y curvilínea. Su cintura era pequeña, pero sus pechos y caderas eran generosos y ahora mismo cada centímetro cuadrado de su piel ardía. Le deseaba. Ahora mismo. En este mismo momento. Él tenía que volver o iba a tener que lanzarse a la nieve para enfriarse.

Estoy de camino. Déjame despedirme. Debe ser la ensalada que estás haciendo. Creo que la fruta te anima.

Solo una persona puede hacer eso. Juliette rió, pero había poca diversión en ella. Su cuerpo estaba demasiado tenso. Los hermanos De La Cruz parecían criaturas muy sexuales, y ella igualaba las necesidades de Riordan, dando la bienvenida a cada inventiva forma de hacer el amor, pero nunca se había sentido tan tensa, tan desesperada.

Se mojó con un poco de agua y dejando que esta goteara por el valle entre sus pechos mientras miraba fijamente por la ventana. No había nadie allí. Estaba completamente sola. Escaneaba con frecuencia como Riordan le había enseñado, pero aún así sentía que alguien la estaba observando. Juliette intentaba sacudirse la sensación, temiendo que fuera la paranoia residual de los días pasados de raptos de mujeres por parte de los hombres jaguar. Nunca se sobrepondría a la necesidad constante de vigilancia para permanecer a salvo en la jungla.

Mirando por la ventana, escaneó de nuevo, solo para asegurarse, poniendo mucho cuidado en rastrear cada movimiento en la zona de la cabaña... incluso animales... pero no había nada ni siquiera cerca de la casa.

¿Juliette? Jacques envía mensaje de que alguien está intentando utilizar leopardos para atacar a Shea y su hijo nonato. Quien sea que esté haciendo esto no es consciente de que el jaguar corre fuerte en algunas de las mujeres. Es fuerte en tú. ¿Estás teniendo problemas?

Juliette suspiró con alivio. Podía arreglárselas con el jaguar si eso era lo que estaba poniéndola de un humor tan extraño, nerviosa y paranoica. Si. Pero he estado tratando con mi felino toda la vida y puedo controlarla. Cuando su felino se excitaba, era especialmente difícil mantener el control y eso podía ser un problema inesperado. Debería haber pensado en ello.

Ten cuidado, Juliette.

Sonrió para sí misma mientras recogía las mondas de melón. Por supuesto que él tenía que tener la última palabra, darle alguna suerte de orden. Había pasado demasiado tiempo a solas con sus hermanos en Sudamérica, o quizás los hermanos De La Cruz eran simplemente mandones con sus mujeres... bueno, vale... con todos los que los rodeaban. Les gustaban las mujeres sumisas, aunque ni ella ni Colby, la compañera de Rafael, eran sumisas en absoluto. Desde su perspectiva al menos, eso producía una fogosa y muy interesante relación sexual.

Levantando el cuenco con las mondas, las llevó fuera a la espesa arboleda que rodeaba la casa. En el momento en que salió al aire nocturno, el felino en ella se removió, desnudando las garras y levantando la mirada hacia las montañas... hacia la residencia de Jacques. Reprimió al felino con un gruñido de advertencia y lo empujó rudamente hacia abajo. El felino lo intentó de nuevo, arañando contra sus entrañas, extendiendo un fuego que solo Riordan podía apagar.

Así es. Hemos pasado demasiado tiempo sin nuestra pareja.

El pelo le azotó la cara con una fuerte ráfaga de viento. Echó hacia abajo los espesos y oscuros mechones y tiró las mondas a la espesura. Todo en ella se congeló, la sonrisa desapareció bruscamente cuando bajó la mirada con horror sobresaltado al rastro de huellas en la nieve. La boca se le quedó seca mientras lanzaba una mirada cautelosa alrededor. Su corazón empezó a palpitar con fuerza  y por un horrible momento, sus piernas se volvieron de goma.

¿Riordan? ¿Cómo de lejos estás?

¿Qué pasa? Él sentía su miedo más que oírlo, y ya estaba atravesando a zancadas la casa de su hermano, llamando al resto de los hombres, listo para alzar el vuelo.

Marcas de jaguar. Macho. ¿Cómo puede ser? Estaba tirando las mondas de melón a la espesura y las huellas están por todas partes alrededor de la casa. Me estaba mirando a través de la ventana mientras yo hacía la ensalada. Se quedó quieta, casi temiendo moverse, su mirada escudriñó la zona, prestando particular atención a los árboles.

Los Trovadores Oscuros han traído a sus leopardos, Juliette. Su voz era consoladora. Quizás te equivocaste y uno de los leopardos estaba investigando nuestra casa.

Ella apretó los dientes en un gruñido brusco. ¡No me tomes por tonta, conozco la diferencia! He rastreado al jaguar toda mi vida y no cometo errores. Conozco las huellas de un jaguar y sé cuando un hombre jaguar está en la vecindad. Puedo olerle al igual que él a mí. Te digo que uno de ellos está aquí, en las montañas, y solo hay una razón para que esté aquí.

Entra en la casa. Estoy de camino, llegando ya a ti.

No, las huellas conducen lejos de la casa. Voy a seguirle. Antonietta tiene la habilidad de cambiar al jaguar también. No sé si alguna otra mujer puede también, pero si pueden, podrían estar mucho más en peligro que yo. Aún queda la posibilidad de que varias de ellas lleven la sangre ya puedan cambiar o no y eso explicaría las fuertes habilidades psíquicas.

Juliette. Puso una advertencia en su voz, desagrado.

Ella le ignoró como si no le hubiera oído. No puedo creer que alguno de ellos haya venido aquí con tantos cárpatos alrededor. Deben estar desesperados. ¿Y si nos han seguido? ¿Y si hemos traído el peligro a esta gente?

Que no te entre el pánico. Estaré ahí pronto. Entra en la casa. Lo repitió, esta vez convirtiéndolo en una orden. No todos los hombres jaguar pertenecen al grupo que rapta mujeres.

Tú y yo sabemos que si estaba acechando la casa va tras una mujer que pueda cambiar. No voy a permitir que lo que le ocurrió a mi hermanita le pase a nadie más. Voy tras él.

Ya estaba llamando al felino para el cambio. Antes de su conversión a cárpato, el cambio de humana a jaguar había sido lento y doloroso, pero ahora era mucho más fácil. Antes podía llamar a su herencia jaguar solo durante cortos períodos de tiempo y cambiar, pero era siempre difícil, e incluso lo era aún más mantener mucho esa forma. Ahora podía hacerlo sin esfuerzo durante horas sin fin.

Si alguien está influenciando a los felinos para que intenten atacar a Shea y su hijo nonato, puede ser demasiado peligroso utilizar esa forma. Dijiste que estabas teniendo problemas. Utilizó la excusa que se le ocurrió para detenerla.

He estado intranquila y tensa, y si, mi jaguar ha estado arañándome para que la suelte, pero ningún hombre jaguar podría influenciarme así.

Podría si fuera psíquico.

Yo lo sabría. He pasado la vida luchando con ellos en la jungla, Riordan. En cualquier caso, soy perfectamente capaz de controlar a mi felino. He estado haciéndolo toda mi vida... incluso cuando está tensa y necesita aparearse.

Será mejor que nunca la sueltes cuando necesite aparearse... a menos que vengas a mí. Ahora espérame.

Ella se extendió hacia su lado salvaje, dejando que el jaguar tomara completamente el control de su cuerpo. Un pelaje moteado se extendió por su piel. Músculos y tendones se contrajeron y estiraron, garras afiladas como estiletes surgieron de sus manos curvadas y su cara se alargó para acomodar el morro y los dientes del jaguar. Cayó sobre cuatro patas, ya corriendo fácilmente. Los músculos tensos y una espina dorsal flexible permitían que el musculoso jaguar saltara una roca o un leño e incluso saltara a las ramas de los árboles cuando era necesario.

Lo prohíbo, escupió Riordan, el siseo de furia entró en su mente con un negro remolino.

Que bien entonces que no haya nadie alrededor que pueda darme órdenes. Juliette había luchado la mayor parte de su vida contra los hombres jaguar. Ellos raptaban mujeres con la habilidad para cambiar y robaban a cualquier niño resultante de la unión. Juliette había permanecido en el bosque trabajando con otras mujeres para intentar ayudar, pero al final había perdido a su madre y su tía por los jaguares, y finalmente habían capturado a Jasmine, su hermana. No podía permitir que ninguna mujer cayera en sus manos.

Riordan era un hombre fuerte de los cárpatos y había vivido durante siglos en Sudamérica, adoptando la naturaleza posesiva y protectora latina hacia las mujeres, lo que combinaba con los rasgos ya dominantes de su especie. Sabía que él estaba furioso ante la idea de que se pusiera en peligro y él no estuviera con ella, y también estaba enfadado con ella por su negativa a hacer lo que le ordenaba.

Rafael viene conmigo. Nosotros encontraremos a ese hombre.

Bien. Entonces tendré refuerzos. Sugiero que os apresuréis.

Él le envió un gruñido bajo y la impresión de estar estrangulándola. Juliette le ignoró y corrió por la nieve tan ligeramente como le fue posible, cubriendo las huellas del macho, olfateando el aire del bosque. Su jaguar luchó con ella por un momento, intentando volver en dirección a las montañas, pero mantuvo el curso del felino, moviéndose rápido en un esfuerzo por alcanzar al macho.

¿Durante cuanto tiempo había estado fuera de la casa observándola hacer la ensalada de fruta para la fiesta? Había insistido en que Riordan fuera a visitar a su hermano ya que Manolito había resultado herido. Nunca se le había ocurrido que pudiera encontrarse con un hombre jaguar aquí en las Montañas de los Cárpatos... especialmente con tantos los hombres protectores rondando a las mujeres y protegiéndolas como si fueran todas preciados tesoros.

Sois todas preciados tesoros, Juliette, aunque estoy considerando el golpearte hasta la sumisión.

Te cortaría en pedacitos mientras duermes.

Eso sería un problema. A pesar de la gravedad de la situación la diversión fluyó entre ellos.

Juliette sintió una oleada de amor. Nunca había crecido que encontraría a un hombre... y menos a uno tan dominante... al que pudiera amar y respetar. Su vida había consistido en luchar con los hombres, pero Riordan la valoraba y apreciaba. Siempre la ponía a ella primero, incluso cuando estaba intentando darle órdenes. En realidad, era agradable poder confiar en alguien. Riordan era totalmente de confianza. Vendría y traería a otros.

Se movió con confianza, permaneciendo abajo, consciente de que el jaguar podría estar atrayéndola a una trampa. Donde había uno, con frecuencia había más, especialmente si iban a por una mujer... y eso era lo más probable. El había virado hacia el sur, moviéndose rápidamente a través de cualquier espacio abierto, intentando quedarse en la cobertura de los árboles.

No puedo detectarle cuando escaneo.

Riordan maldijo. Juliette, sal de ahí. Te estoy diciendo que abandones y nos esperes. Estamos muy cerca, pero podrías meterte en una trampa.

No puedo permitir que se acerque a otras mujeres. Ahora está girando y dirigiéndose hacia la casa de Rafael. Vuelve Riordan. Colby tiene a su hermano y hermana y a sus amigos allí. El pánico afilaba su voz. Todavía estaba lejos y estaba casi segura de que Riordan y Rafael venían hacia ella. Pasarían por alto al macho jaguar y él tendría libre acceso a las mujeres y adolescentes que estaban en la casa.

Colby protegerá a los niños. Es consciente del peligro y está tomando precauciones. Simplemente quédate donde estás, rogó Riordan.

Juliette dudó. ¿Qué sería lo mejor para asegurar que el macho no agarrara a nadie? Se giró ligeramente, agachándose más, alzando la cabeza para olfatear de nuevo el aire. Instantáneamente el olor almizclero del macho llenó sus pulmones. Su cabeza giró en la otra dirección, pero fue demasiado tarde. Él fue simplemente un borrón, lanzándose sobre ella a toda velocidad. El macho mucho más pesado la golpeó en el costado y le rompió las costillas derribándola. Estuvo sobre ella en un segundo, yendo a por su garganta, arañándole los costados con las garras, abriendo laceraciones. Ella intentó utilizar los dientes, hundirlos en la pata del jaguar, pero por alguna razón, sus dientes no penetraban en realidad. No podía agarrarle. La sangre era caliente y pegajosa y quemaba dentro de su boca y morro.

Había luchado con muchos machos, pero este era increíblemente fuerte. Incluso con su asombrosa agilidad, no podía salir de debajo de él. Mantuvo la garganta protegida, pero él le rasgó el pecho, aplastando su suave estómago con las patas traseras. Intentó rodar, sacar su cuerpo más pequeño de debajo del de él, pero los dientes le sujetaban con fuerza el hombro, los largos caninos le atravesaban la piel desgarrando a través de músculo y tejido.

Sométeme a él. Riordan exclamó la orden.

¡No! Nunca. Forzó al macho a matarla primero. Prefiero morir que dejar que ponga sus asquerosas manos sobre mí.

Riordan maldijo y aferró su mente, tomando rudamente el control. Era mucho más fuerte de lo que ella había esperado nunca y forzó su obediencia, la hembra jaguar se quedó tendida inmóvil bajo las garras y dientes del macho. Mírale. Mírale directamente a los ojos. Incluso mientras daba la orden, la estaba obligando a obedecer, dictando a su cerebro lo que quería que hiciera la hembra jaguar.

Juliette se quedó tendida en la nieve, sangrando por docenas de heridas, sus flancos se movían pesadamente, sus costillas ardían, mirando a los triunfantes ojos amarillos del mal absoluto. Una astuta inteligencia le devolvía la mirada. Dejó que el terror sumiso de la hembra jaguar se mostrara en sus ojos, aunque profundamente en su interior sentía a Riordan esperando el momento perfecto para golpear. No estaba sola, podía hacer esto. Riordan podía destruirle a través de ella. Un hombre jaguar menos para aterrorizar a las hembras. Esperó a que el macho la tocara, estremeciéndose de asco, pero dispuesta al sacrificio si Riordan podía acabar con su vida.

El macho jaguar se acercó más, inclinándose sobre ella. Su cara se contorsionó, el pecho y los brazos empezaron a cambiar. El morro retrocedió para ser reemplazado por una cabeza en forma de bala, con la piel tirante sobre la calavera. La cuchillada de la boca se abrió de par en par revelando dientes manchados, puntiagudos y afilados.

El corazón de Juliette se saltó un latido, después empezó a palpitar de puro terror. Sintió la sorpresa de Riordan, oyó su advertencia dirigida a los demás cárpatos. No era un jaguar... era un vampiro. Instantáneamente ella empezó a cambiar, levantando ambas piernas para golpear con fuerza. Sus pies, en medio del cambio, golpearon al vampiro en el pecho. No ocurrió nada. Ni siquiera retrocedió. Fue como golpear cemento armado, y la sacudidla reverberó en todo su cuerpo. Intentó alejarse rodando de él, pero una mano se contorsionó y la cogió, garras afiladas atravesaron su hombro como espinas, sujetándola al suelo.

Se alzó sobre ella, una cosa oscura y aceitosa de pura maldad, sonriéndole burlonamente de forma macabra. Un dedo se alargó hasta formar una garra. La cosa respiró y se inclinó, todo mientras sonreía con deliberada malicia, trazándole una sonrisa alrededor de la garganta. Sintió la sangre correr por su cuerpo y bajar por su pecho. Después empezó el ardor, un ácido feroz invadió su piel y tejidos, inflando el dolor hasta una agonía. El vampiro se inclinó y empezó a lamerle la garganta. Lamió codiciosamente, después mordió con fuerza, hundiendo los largos dientes puntiagudos en su piel, gruñendo mientras desgarraba su carne.

El dolor le nubló la visión, pero Juliette nunca apartó la mirada de la cabeza de su atacante. Era la única parte de él que podía ver mientras se inclinaba sobre ella. Podía sentir a Riordan concentrándose, enroscado y listo para golpear. Sabía que había otros cerca, pero solo Riordan estaba lo bastante cerca. Sentía la energía acumulándose, creciendo hasta que el aire a su alrededor crujió con ella. Bajo ella la nieve empezó a derretirse. El vampiro estaba demasiado ocupado, alimentándose del efusivo pozo que había abierto.

Riordan golpeó con tremenda fuerza, el golpe fue duro y decisivo. El cráneo del vampiro se agrietó con largas líneas delgadas, dividiéndolo con un terrible sonido de rotura. Salieron gusanos a raudales y el vampiro gritó, saltando lejos de ella, con los ojos bordeados de rojo y la cara manchada por la sangre de Juliette. Le lanzó un escupitajo mientras se acercaba a ella. Pateándole el cuerpo, la envió volando a través del bosque. Ella golpeó un árbol y cayó en un montón arrugado. No podía llevar aire a sus pulmones. Cada parte de su cuerpo parecía arder.

Juliette intentó levantarse, sabiendo que venía a por ella. No podía sentir las piernas, así que intentó apartarse arrastrándose hacia los árboles, casi sin discernimiento.

Unas manos le tocaron la garganta. Empujando algo contra la herida abierta. Levantó la vista hasta la cara de su cuñado. Juliette no pudo contener las lágrimas. Se mordió el labio inferior para evitar llorar mientras Rafael la arrastraba a la seguridad de sus brazos.

—Todo va bien ahora, hermanita. Riordan le destruirá.

Le llevó un tremendo esfuerzo girar la cabeza hacia el vampiro. El cuerpo y la garganta, a pesar del emplaste consolador que Rafael le había colocado, los sentía crudos y ardiendo, pero necesitaba ver al vampiro muerto o este la perseguiría en sus sueños para siempre.

Riordan se dejó caer del cielo directamente sobre el cuerpo del vampiro.

La bestia se alzó, gruñendo, luchando, un demonio vertiginoso de garras y dientes, arañando piel e intentando romper huesos. Riordan estaba lejos de estar calmado. Cerró las piernas alrededor del cuello del vampiro y golpeó con el puño abriendo un agujero en la espalda hacia el corazón.

El no—muerto se contorsionó, intentando convertirse en niebla insustancial, pero Riordan ya estaba sobre él. El vampiro se lanzó hacia atrás, tirando a Riordan al suelo, casi rompiéndole el cuello. Riordan no tuvo más remedio que evaporarse bajo él, flotando hasta el frente, ya volviendo a tomar forma mientras hundía el puño hacia el corazón, esta vez atravesando el pecho.

El vampiro tomó represalias del mismo modo, desesperado por escapar, golpeando la pared del pecho del cazador, rompiendo huesos, atravesando la piel.

Juliette, unida a Riordan, sintió el golpe en su propio cuerpo, el dolor se extendió con rapidez, robándole el aliento y la cordura. Igual de bruscamente, se cortó y ya no estuvo unida a Riordan, sino que se quedó sola con la agonía de sus propias heridas y el miedo por su compañero en primer plano en su mente.

Llegó un segundo hombre, después un tercero. Reconoció los rasgos familiares y supo que uno de los hombres debía ser Manolito, el hermano de Riordan. El otro era definitivamente Mikhail Dubrinsky, príncipe de la gente de los cárpatos. Tosió, intentando hablar.

—Ayudadle —Estaba segura de que se las arreglaría para que las palabras atravesaran su garganta desgarrada, pero nadie se apresuró a ayudar a Riordan. Parecían más preocupados por ella.

—Le estamos ayudando —consoló Rafael—. Tu vida es demasiado importante para arriesgarse con ella y Riordan es bastante capaz de matar al vampiro.

—Necesitamos la tierra más rica posible —dijo Mikhail—. Alguien ha sanado una porción de tierra donde tuvo lugar recientemente la batalla. La tierra allí es oscura y rica en minerales. Conseguid esa y llévala a la caverna sanadora. Si alguien puede localizar a la mujer con talento para sanar la tierra, que la traiga también. He enviado mensaje a Gregori y Francesca. Se encontrarán con nosotros allí.

Nadie prestaba atención a Riordan y al vampiro. Juliette estaba desesperada por alcanzarle.. por tocarle con su mente. Ya no podía ver a su compañero, Rafael estaba llevándola por el aire a alguna cueva en la que no quería estar. Por mucho que lo intentó, no pudo volver a encontrar su voz y no se atrevió a distraer a Riordan utilizando su vínculo telepático.

Empezaron a llegar cárpatos, reuniéndose, respondiendo a la petición de ayuda de uno de los suyos. Era aterrador ver a tantos extraños... tantos hombres. Era culpa suya... de su fuerte naturaleza. El vampiro había utilizado el peor de sus miedos y ella había caído directamente en la trampa. Había difundido sus sentimientos. ¿Cómo había sabido él que seguiría a un macho jaguar? Y Riordan estaba en peligro y a nadie parecía importarle. Empujó a Rafael, intentó luchar, pero sus brazos parecían de plomo. ¿Dónde estaba su fuerza? ¿Y por qué su visión era tan borrosa? Todo le parecía vago y lejano.

—¡Juliette! —La voz de Rafael era aguda y exigente.

Siempre había pensado que su cuñado era demasiado abrumador, y se lo habría dicho, pero parecía ir a la deriva, todo se nublaba.

—Juliette —Él siseó su nombre—. Riordan te necesita. ¡Vuelve ahora!

Eso la despabiló. Por supuesto podía concentrarse en Riordan, ¿pero por qué la estaba reteniendo Rafael en vez de dejarla ir con su compañero? Nada tenía sentido y el dolor era demasiado grande. Cerró los ojos, deseando marchar y distanciarse.

—Ya la tengo —Ese era Riordan. Reconoció la seguridad de sus brazos, la calidez de su cuerpo, la forma y el contorno de cada parte de él. Su pelo largo le rozó la cara cuando se inclinó sobre ella, el tacto sensual que le era tan familiar. Olió su sangre y le sintió sobresaltarse cuando se acurrucó más cerca.

Estás hecho un desastre. Tengo que ocuparme de tus heridas. Le susurró la invitación, girando la cabeza en un esfuerzo por examinar su pecho.

El sanador está aquí, mi amor. Él hará por mí lo que sea necesario. Ahora, quédate unida a mí. Riordan podía sentir como el espíritu de ella se alejaba. Había perdido mucha sangre, pero Rafael había cerrado la herida y estaban preparando la ceremonia del ritual sanador. No estaba ocurriendo lo suficientemente rápido para él. Estaba demasiado pálida, su mente estaba confusa. Ni siquiera parecía comprender que su misma esencia se alejaba de él, debilitándose más y más a cada minuto que pasaba.

—Aprisa, no tenemos mucho tiempo.

Gregori llegó, un hombre alto de amplios hombros con largo pelo flotante. No había ningún borde suave en la cara del hombre.

Se inclinó sobre Juliette sin preámbulos y se volvió a mirar a la mujer alta y esbelta que había entrado en la caverna tras él.

—Francesca. Aprisa. Ya está lejos de nosotros.

Riordan quiso protestar por la declaración, pero sabía que era cierto. Estaba sujetando a Juliette con un apretón rudo, enjaulando su espíritu cuando este deseaba escurrirse junto con la tremenda cantidad de sangre perdida.

Un ondeo de la mano del sanador y las velas aromáticas volvieron a la vida alrededor de ellos. Riordan se sentó entre los dos sanadores, con Juliette acurrucada en su regazo, observando como el hombre abandonaba su cuerpo y se convertía en luz blanca. La energía era fuerte, Riordan tuvo que girar la cabeza. Casi inmediatamente, Francesca hizo lo mismo. Sintió como entraban en el cuerpo de Juliette, moviéndose rápidamente hacia su cuello y garganta, examinando los grandes desgarrones en las venas localizadas allí.

Has perdido demasiada sangre, Riordan, y tú mismo tienes que sanarte. Tienes a tu hermano para que le de sangre. Es un antiguo y fuerte y su sangre ayudará a acelerar el proceso, dictaminó Gregori.

Rafael se adelantó inmediatamente y ofreció la muñeca. Riordan no tuvo más elección que obligar a Juliette. Estaba demasiado débil para alimentarse por sí misma, y dudaba que estuviera dispuesta a tomar sangre voluntariamente de ningún otro... ni siquiera de su hermano.

Raven, la compañera de Mikhail, empezó a canturrear suavemente y alrededor de él, los cárpatos que llenaban la caverna de sanación y los que no estaban presentes se unieron a ella para ayudar a Juliette. Las palabras ancestrales eran hermosas y las voces se alzaban en un cántico melodioso. Riordan sabía que los sanadores estaban profundamente concentrados porque estaban utilizando el Gran Cántico Sanador, diseñado para traer de vuelta a las almas perdidas que ya avanzaban hacia el otro mundo. Sintió lágrimas en los ojos al sentir el poder de la gente unida, todos trabajando con un sólo propósito, traerle a su compañera de vuelta, traer a su hermana de vuelta. Su voz se alzó con las otras, tantas ahora, como en los viejos tiempos, utilizando su lenguaje ancestral, un lenguaje secreto con rituales casi tan viejos como el tiempo.

Manedak ot sisarm sielanak. Alsdak ot sisarm sielanak o komamban.

Alsdam ot sisarm numa waramra.

Piwtadak ot En Puwe tyvijanak as sagedak jdlleen ot eldvd atmajaknak.

Ot sisarm ela jalleen. Ot sisarm we'n'ca jalleen.



El cuerpo de mi hermana es un conglomerado de tierra cerca de la muerte.

Nosotros, el clan de mi hermana, la rodeamos con cuidado y dirección.

Nuestra energía sanadora, palabras ancestrales de magia y curación

cicatrizan el cuerpo de mi hermana, la mantienen viva.

Pero el alma de mi hermana es solo la mitad.

Su otra mitad vaga en el mundo inferior. Mi gran propósito es este.

Viajo para encontrar la otra mitad de mi hermana.

Danzamos, cantamos, soñamos estáticamente,

para llamar a mi espíritu y abrir la puerta del otro mundo.

Monto mi pájaro espíritu,

empezamos a movernos,

bajamos siguiendo el tronco del gran Árbol,

caemos al mundo inferior.

Está frío, muy frío.

Mi hermana y yo estamos unidos en mente, corazón y alma.

El alma de mi hermana me llama.

La oigo y sigo su rastro.

Encuentro al demonio que está devorando el alma de mi hermana.

Furioso, lucho con el demonio.

Tiene miedo de mí.

Golpeo su garganta con un relámpago.

Rompo su cuerpo con mis manos desnudas.

Él se inclina y cae.

Huye lejos.

Levanto el alma de mi hermana en el hueco de mi mano.

La subo a mi pájaro espíritu.

Subo por el gran Árbol, volvemos a la tierra de los vivos.

Mi hermana vive de nuevo.

Está completa de nuevo.



Francesca trabajaba en reparar los largos cortes de arterias y venas mientras Gregori iba tras el espíritu de Juliette. Riordan era renuente a dejarla a su cargo, temiendo que tomara la dirección opuesta y se escapara de su alcance para siempre.

Teme a los demás hombres. Lo oculta bien, pero su pasado le ha enseñado que los hombres no son de fiar.

¿Confías en mí?, preguntó Gregori.

Riordan se echó atrás. Gregori. El Oscuro. Segundo al mando del príncipe. Era un asesino reconocido, pero bueno, ¿no lo eran todos? Los hermanos De la Cruz siempre habían cuestionado la autoridad, siempre luchando contra las restricciones, y eran hombres poderosos y dominantes. Esperaban... y recibían... deferencia de todos los que les rodeaban, y eran siempre algo más duros con sus mujeres. Riordan sentía que hacían falta mujeres extraordinarias para soportas sus personalidades, y hacían falta hombre extraordinarios para que los hermanos De La Cruz siguieran su liderazgo. Gregori era ese tipo de hombre.

Tengo fe absoluta en ti.

No le permitiré ninguna posibilidad de resistencia.

Riordan no tenía problemas con ser rudo. Debería haber forzado su obediencia antes cuando sabía que Juliette iba tras lo que ella creía que era un hombre jaguar. Si lo hubiera hecho, ella no estaría ahora a las puertas de la muerte.

El espíritu de Juliette se apartó de la fuerte personalidad de Gregori, la terrible luz blanca y ardiente que la iluminaba haciéndola volver al dolor y el sufrimiento. Se retrajo, pero Riordan estaba allí, bloqueando su paso al otro mundo, obligándola a volver hacia el sanador. Intentó luchar contra Riordan, le dolía que se hubiera puesto del lado de un desconocido, pero estaba débil y era más fácil ceder a la fuerza.

El dolor la golpeó... le golpeó a él, un ardor crudo y feroz que desgarró su cuerpo.. Gritó y gritó, suplicando a Riordan que lo parara. Luchó contra él, su espíritu luchó contra él, pero él aguantó aunque lágrimas rojo sangre rodaban por su cara mientras Gregori y Francesca hacían su trabajo tan rápido como era posible en el cuerpo que se resistía y luchaba.

La sangre de este vampiro no solo llevaba ácido, sino también parásitos y había lamido las heridas y pinchazos de su garganta depositando a las horrendas criaturas en su sangre. Inmediatamente se habían movido para invadir cada célula... cada órgano, en un intento de destruirla.

Gregori. La voz normalmente tranquila de Francesca estaba llena de alarma. Mira donde se ha concentrado el ataque.

Riordan no podía ver, la luz era demasiado brillante. Gregori maldijo suavemente en su idioma.

Decidme qué va mal, exigió Riordan.

Nuestros enemigos se están volviendo más sofisticados en sus ataques. Los parásitos van a por sus óvulos. Gregori entregó la noticia a los cárpatos por el vínculo común de comunicación.

El canto decayó cuando la enormidad de la noticia les golpeó. Los hombres se miraron los unos a los otros, y varios pusieron sus brazos alrededor de sus compañeras.

—¿Podéis salvar a sus futuros hijos? —preguntó Mikhail.

Raven deslizó una mano en la de Mikhail esperando la respuesta.

Lo estamos intentando.

Gregori dejó a Francesca trabajar en las costillas rotas y las laceraciones y quemaduras mientras él atacaba a los parásitos, conduciéndoles lejos de su premio. Era aterrador ver el daño que dejaban a su estela. Podía ver que la sangre de Rafael suponía una diferencia, daba a las células hambrientas una posibilidad, inundando tejidos y órganos de fuerza para ayudar a combatir el veneno del vampiro. Trabajó rápido, destruyendo a los parásitos donde los encontraba, persiguiéndolos cuando huían.

Cuando Gregori estuvo seguro de haber matado al último, empezó a trabajar en los daños, primero reparando los ovarios, asegurándose de que no hubieran sido perforados. Los parásitos se pegarían, replicándose para alimentarse de los órganos internos. Tenían un apetito voraz. Parecieron pasar horas antes de que Gregori pudiera recobrar su propio cuerpo, cuando en realidad fue menos con ambos sanadores trabajando juntos. Habían conseguido un milagro en tiempo record.

—Necesita más sangre y buena tierra rica —dijo Gregori— pero estará bien.—Inspeccionó a Riordan—. Tú, sin embargo, necesitas algo de ayuda.

—La tierra me ayudará a mí —dijo Riordan—. No puedo agradeceros lo suficiente el salvar su vida. Estaba ya lejos de nosotros.

Mikhail alzó la mano pidiendo silencio.

—Hay uno entre nosotros capaz de sanar la tierra ¿Darías un paso adelante?

Los cárpatos se miraron los unos a los otros. En la esquina donde los Trovadores Oscuros se habían reunido, Barack tomó la mano de Syndil y la condujo adelante.

—Syndil es capaz de sanar la tierra.

Mikhail dejó escapar el aliento lentamente. La mujer era una de las niñas que Darius había salvado, su linaje cárpato era fuerte y auténtico. Parecía nerviosa, pero estaba de pie esperando tranquilamente. Le sonrió.

—Así que tú eres nuestra trabajadora milagrosa. Vi la tierra después de que trabajaras en ella.

Ella extendió las manos hacia adelante.

—Es mi llamada. Un talento pequeño, pero fuerte.

El príncipe sacudió la cabeza.

—Yo no creo que sea un pequeño talento. Entregaremos a esta pareja a la Madre Tierra para que sanen. ¿Si pudieras escoger donde los pondrías?

—Aquí —Syndil señaló un punto sin titubear.

—¿La tierra es rica ahí, sin toxinas?

Ella frunció el ceño, manteniendo las manos sobre el punto.

—Es la mejor en las cavernas, pero puedo mejorarla. —Miró fijamente a Riordan—. Si no te importa esperar.

—En absoluto —replicó Riordan. Gregori le estaba sanando mientras Mikhail observaba a la mujer preparar la tierra—. Te lo agradezco.

Syndil se arrodilló y cerró los ojos, con las palmas hacia la tierra. Cantó suavemente, llamando a la tierra, animando a los minerales a multiplicarse.

Mikhail apretó sus dedos alrededor de los de Raven. Dios mío, Raven. Es auténtico. Puede hacerlo, enriquecer la tierra para nosotros.

Le cobra un precio. Mírala.

Syndil se tambaleó, pálida, como Francesca y Gregori, cuando se puso en pie. Barack tendió la mano hacia ella, rodeándole la cintura para estabilizarla.

Mikhail asintió. La ayudaremos lo mejor que podamos.

Syndil retrocedió y sonrió a Mikhail.

—Aquí. La tierra debería estar lista para ayudarles a ambos.

Riordan, llevando con él a Juliette, flotó hasta la cama de rica tierra. Alrededor de ellos, la tierra los cubrió. Rafael se adelantó y empezó a tejer salvaguardas mientras los cárpatos volvían a sus casas.

Mikhail se inclinó hacia Syndil.

—¿Si te lo pidiera, considerarías el elegir el lugar del parto para Shea? Podría llevarte por ahí e inspeccionarías varios sitios que estamos considerando. Tu opinión sería de gran valor.

—Yo no sé nada de partos.

—Pero sabes mucho de tierra.

Syndil miró a Barack, que asintió.

—Por supuesto, aunque dudo que tenga tiempo para hacer nada para la cena de esta noche.

—Créeme, esto es mucho más importante —aseguró Mikhail.

Raven estuvo de acuerdo.

—Tengo la cena bien controlada. El parto de Shea es lo más importante y nuestra mayor razón para celebrar.

Creo que esta mujer tan humilde es nuestra mayor razón para celebrar, declaró Mikhail.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary