Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



viernes, 6 de mayo de 2011

SUEÑO OSCURO/CAPITULO 6




6

Había un torbellino de miedo en la mente de Sara, en la de él. Falcon atravesó la tierra como un cohete e irrumpió en el cielo. La luz asaltó sus ojos sensibles e hizo arder su piel, pero no importaba. Nada importaba excepto que Sara estaba en peligro. Al momento había fundido su mente con la de Sara; en el siguiente microsegundo de tiempo, solo hubo un negro vacío. Tuvo una eternidad para sentir el horror impotente atascando su garganta, un puño apretando su corazón como un cerrojo, el vacío que había sido su mundo, ahora insoportable, inconcebible, impensable, una blasfemia después de haber conocido a Sara. Falcon obligó a su mente a funcionar, extendiéndose incansablemente en ese negro vacío mental por su alma misma. Por su vida. Por su amor.
Sara. Sara, respóndeme. Despierta ya. Debes despertar. Estoy en camino hacia  ti, pero debes despertar. Abre los ojos por mí. Mantuvo la voz tranquila, pero la compulsión fue fuerte, la necesidad en él era extrema.
La voz era muy lejana, llegaba desde dentro de su palpitante cabeza. Sara oyó su propio gemido, un sonido extraño. Estaba arañada y herida por todas partes. No quería obedecer la suave orden, pero había en ella una nota que no podía resistir. La voz trajo con ella la consciencia, y con la consciencia llegó el dolor. Su corazón empezó a martillear de terror.
No tenía ni idea de cuando tiempo había estado inconsciente entre los restos del camión, pero podía sentir el metal presionándole las piernas y el cristal cortando su cuerpo. Estaba atrapada entre el metal retorcido, con trozos de cristal rodeándola por todas parte, y sangre corriéndole por la cara. No quería moverse, ni cuando oyó movimiento cerca de ella. Apretó los ojos con fuerza y rogó por volver sigilosamente a la inconciencia.
El Alivio se derramó sobre Falcon, a través de él, sacudiéndole. Durante un momento se quedó perfectamente inmóvil, casi cayéndose del cielo, casi incapaz de mantener la imagen que necesitaba mantener para seguir en lo alto. Su mente estaba completamente unida a la de Sara, enterrado en ella, comprobando, examinando, casi loco de felicidad. Estaba viva. ¡Todavía estaba vida! Falcon luchó por controlar la reacción de su cuerpo ante el puro terror de perderla, ante el increíble alivio de saber que estaba viva. Requirió de  toda su disciplina normalizar el latido de su corazón, detener sus terribles temblores. Estaba viva, pero también atrapada y herida.
Sara, piccola, haz lo que te pido, abre los ojos. Mantuvo la voz amable, Falcon no le dio elección, enterrando una compulsión en la pureza de su voz. Sintió el dolor deslizándose a través del cuerpo de ella, una sensación de claustrofobia. Estaba desorientada, le palpitaba la cabeza. Ahora el miedo de Falcon volvía de nuevo con toda su fuerza, aunque se lo escondió a ella. En vez de ello, lo mantuvo atrapado en su corazón, en lo más profundo de su alma, un terror tal como no había conocido nunca antes. Se movía rápido, cruzando el cielo tan veloz como era posible, sin preocuparse por las perturbaciones de poder, sin preocuparse por todos los antiguos de la zona que sabrían que estaba corriendo hacia las montañas. Ella estaba sola, herida, atrapada, y perseguida.
Los ojos de Sara obedecieron la suave orden. Miró a su alrededor a los cristales rotos, los restos retorcidos, y la parte superior de su camioneta. No estaba segura que estar todavía dentro del vehículo. Ya no podía reconocer esta cosa como un camión. Parecía como si estuviera atrapada en un acordeón hecho pedazos. El sol estaba cayendo en las montañas, una sombra se extendió por el terreno rocosa.
Oyó un ruido, el raspar de algo contra el lateral izquierdo de la camioneta, y al momento estaba viendo la cara de una mujer. La visión de Sara era borrosa, y le llevó unos momentos de parpadear rápidamente enfocar a la mujer. Sara recordó su situación apurada, y la asustó pensar cuanto tiempo podía haber pasado, como de cerca podría estar el ghoul. Intentó moverse, mirar más allá de la mujer. Cuando se movió, su cuerpo gritó en protesta y una lluvia de cristales cayó a su alrededor. Había perdidos las gafas de sol, y le ardían los ojos con lo que lloraban continuamente.
- Quédate quieta. - Dijo la mujer, su voz consoladora y amable. - Soy médico y debo evaluar la seriedad de tus heridas. - La desconocida frunció el ceño mientras tomaba ligeramente la muñeca de Sara.
Sara se sintió desorientada, y podía saborear la sangre en su boca. Requería demasiado esfuerzo levantar la cabeza.
- No puedes quedarte aquí. Algo me persigue. De verdad, déjame aquí; estaré bien. Tengo unas pocas magulladoras, nada más, pero tú no estás a salvo. - Sentía la lengua gruesa y pesada y su tono de voz la sorprendió, fina y débil, como si su voz llegara de muy lejos. - No estás a salvo. - Repitió, decidida a hacerse oir.
La mujer la estaba examinando cuidadosamente, casi como si supiera lo que Sara estaba pensando. Sonrió tranquilizadoramente.
- Mi nombre es Shea, Shea Dubrinsky. Sea lo que sea lo que te persigue podemos ocuparnos de él. Mi marido está cerca y nos ayudará si es necesario. Voy a poner las manos sobre ti y comprobar tus heridas. Si pudieras ver tu camión, sabrías que es un milagro que hayas sobrevivido.
Sara se estaba desesperando. Shea Dubrinsky era una mujer hermosa, con piel pálida y pelo rojo como el vino. Parecía muy irlandesa. Estaba serena a pesar de las circunstancias. Fue solo entonces cuando registró el nombre.
- ¿Dubrinsky? ¿Tu marido se llama Mikhail? Estoy buscando a Mikhail Dubrinsky.
Algo parpadeó en los ojos de Shea Dubrinsky tras sus gamas de sol ahumadas. Había compasión, pero también algo más, algo que hizo que Sara se estremeciera. La manos de la doctora se movían sobre ella de forma impersonal, pero amable y meticulosa. Sara sabía que esta mujer, esta doctora, era una de ellos. Los otros. Ahora mismo Shea Dubrinsky se estaba comunicando con alguien más de la misma manera que Sara hacía con Falcon. Eso asustaba a Sara casi tanto como el encuentro con el ghoul. Ella no podía saber la diferencia entre amigo y enemigo.
Falcon. Se extendió hacia él. Necesitándole. Deseando que estuviera con ella. El accidente la había sacudido tanto que resultaba difícil pensar con claridad. Le dolía la cabeza terriblemente y su cuerpo estaba débil, tembloroso más allá de su habilidad para controlarlo. Era humillante para alguien con la fuerte naturaleza de Sara. Ella es uno de ellos.
Estoy aquí. No tengas miedo. Nadie puede hacerte daño. Mírala directamente, y yo veré lo que veas tú. Había una confianza total en la voz de Falcon y lo inundó con oleadas de seguridad, la sensación de unos fuertes brazos afianzados a su alrededor, acercándola, abrazándola a él. La sensación era muy real y le dio confianza.
Habla con otro. Dice que su nombre en Dubrinsky y su marido está cerca. Sé que está hablando con él. Le está llamando a nosotras. Sara lo dijo, con completa convicción. La mujer parecía tranquila y profesional, pero Sara sentía lo que estaba ocurriendo, sabía que Shea Dubrinsky se estaba comunicando con alguien más incluso aunque Sara no podía ver a nadie.
Sara jadeó cuando las manos de la mujer tocaron zonas lastimadas. Intentó sonreir a la otra mujer.
- En realidad estoy bien, el cinturón de seguridad me salvó, aunque duele como el demonio. Tienes que largarte de aquí. - Se estaba sintiendo un poco desesperada buscando signos del ghoul. Sara intentó moverse y gimió cuando cada músculo de su cuerpo protestó. La cabeza le palpitaba haciendo que le dolieran los dientes.
- Estate quieta sólo un momento. - Dijo Shea suavemente, persuasivamente, y Sara reconoció un ligero "empujón" hacia la obediencia. Falcon estaba allí con ella, compartiendo su mente, así que no estaba tan asustada como podía haber estado. Creía en él. Sabía que vendría, que nada evitaría que acudiera a su lado.
- Mikhail Dubrinsky es el hermano de mi marido. ¿Por qué le buscas? - Shea habló casualmente, como si la respuesta no tuviera importancia, pero una vez más, ahí esta el "empujón" hacia la verdad.
Sara hizo un intento de levantar la cabeza, deseando quitarse los cristales rotos del pelo. La cabeza le dolía tanto que la ponía enferma.
- Por alguna razón, la compulsión no funciona muy bien conmigo. Así que si vas a usarle, tendrás que usar una mucho más fuerte. - Estaba luchando por mantener los ojos abiertos.
¡Sara! Concéntrate en ella. ¡Mantente enfocada!. La orden de Falcon fue aguda. Envié una llamada a mi gente para alertarles y pedirles que te encontraran. Mikhail tiene hermanos, pero debes permanecer alerta. Debo ver a través de tus ojos. Debes permanecer despierta.
Shea estaba sonriendo abiertamente un como arrepentida.
- Estás familiarizada con nosotros. - Lo dijo suavemente. - En ese caso, quiero que te mantengas muy quieta mientras te ayudo. El sol se pone rápidamente. Si estás siendo cazada por una marioneta del no-muerto, el vampiro estará cerca y esperando a que caiga el sol. Por favor permanece muy tranquila mientras hago esto. - Shea estaba estudiando la cara de Sara en busca de una reacción.
Hubo un movimiento detrás de Shea y volvió la cabeza con una sonrisa amorosa.
- Jacques, hemos encontrado a la que buscábamos. Es una compañera. Él está observando a través de sus ojos. Es una de nosotros, aunque no del todo aún. - Por cortesía habló en voz alta. Había amor en su voz, una intimidad que susurraba acerca de un compromiso total. Se volvió de nuevo hacia Sara. - Intentaré que te sientas más cómoda, y Jacques te sacará de la camioneta para que podamos marcharnos y ponernos a salvo. - Había una completa confianza en sus tonos gentiles.
Sara deseaba que el terrible latido de su cabeza se acabara. No podía mover las piernas; los restos de la camioneta estaban atrapándola tan seguramente como un ataud. La presencia de Falcon en su mente era lo único que evitaba que se deslizara hacia atrás de vuelta a la bienvenida oscuridad. Luchó por permanecer alerta, estudiando cada movimiento de Shea. El desconocido Jacques no había entrado en su línea de visión, pero no sintió una amenaza inmediata.
Shea Dubrinsky era gracil y segura. No había bordes afilados en ella, y parecía completamente profesional a pesar de la extraña forma en que estaba sanando a Sara. Sara ya sentía a la otra mujer dentro de ella, una calidez, una energía fluyendo a través de su cuerpo aliviando los terribles dolores, reparando de dentro hacia afuera. La asombraba que el terrible latido de su cabeza realmente se aliviaba. Las náuseas desaparecieron. Shea se inclinó y desabrochó el cinturón de seguridad que se clavaba en el pecho de Sara. - Tu cuerpo ha sufrido un trauma. - Dijo. - Hay extensas magulladoras, pero eres muy afortunada. Una vez estemos a salvo, puedo hacer que te sientas mucho mejor.- Salió de en medio para permitir a su compañero acceder al los restos de la camioneta.
Sara se encontró levantando la mirada hacia un hombre con una cara singularmente hermosa. Sus ojos, como se quitó las gafas de sol, eran viejos como el tiempo, como si hubiera visto demasiado. Sufrido demasiado. Colocó las gafas sobre la cara de Sara, dándole una gran cantidad de alivio a sus ojos que ardían. Shea rozó la mano de Jacques con la suya, el más ligero de los gestos, pero más íntimo que nada que Sara hubiera presenciado nunca. Podía sentir la inmovilidad de Falcon, podía sentirle reunir fuerzas por si hacía falta.
- Aguanta muy quieta. - Advirtió Jacques suavemente. Su voz sostenía una pureza familiar que parecía ser parte de la especie de los Cárpatos.
- Él tiene a los niños. Ve tras él. Si eres como Falcon, tienes que ir tras él y traer de vuelta a los niños. Los lleva al vampiro. Debes encontrar a los niños y protegerlos del vampiro. - Empezaba a sentir pánico, pensando mucho más claramente ahora que el dolor estaba cediendo.
Jacques aferró la columna de la dirección y la retorció, ejerciendo fuerza hasta doblarla lejos de ella, dándole más espacio para respirar.
- El ghoul no alcanzará al vampiro. Mikhail se ha alzado y evitará que la marioneta alcance a su amo. - Había una completa confianza en la suave voz de Jacques. - Tu compañero debe estar en camino, quizás ya está cerca de nosotros. Todos oímos su llamada, aunque es un desconocido para nosotros. - Era una declaración, pero Sara oyó la pregunta que encerraban sus palabras.
Observó sus manos empujar el metal retorcido de alrededor de sus piernas para que pudiera moverse. El alivio fue tan tremente que pudo sentir las lágrimas acumulándose en sus ojos. Sara apartó la cabeza de la minuciosa mirada del desconocido. Al momento la calidez fluyó en su mente.
Estoy contigo, Sara. Siento tus herida y tu temor por los niños, pero este hombre no te mentiría. Es el hermano del Príncipe. He oído hablar de él, un hombre que ha soportado mucho dolor y dificultades, que fue enterrado vivo por fanáticos. Mikhail no fallará en rescatar a los niños.
Ve tú; no te preocupes por mí. ¡Asegúrate de que los niños están a salvo!
Ella no conocía al Príncipe. Conocía a Falcon y confiaba en él. Si los niños podían ser arrancados de las manos del vampiro, entonces sería él quien lo hiciera. Y ahora estaba cerca, estaba segura. Su presencia era mucho más fuerte y le requería poco esfuerzo comunicarse con él.
- Voy a ayudarte a salir de ahí. - Advirtió Jacques.
Sara estaba desesperadamente deseosa de quedar libre de los restos de la camioneta, pero ahora, enfrentada al proyecto de moverse de verdad, no le parecía la mejor de las ideas.
- Creo que simplemente me quedaré sentada aquí el resto de mi vida, si no te importa. - Dijo.
Para su sorpresa, Jacques le sonrió, un relámpago de dientes blanco que iluminó sus ojos devastados. Era la última cosa que había esperado de él, y se encontró devolviéndole la sonrisa.
- ¿No te asustas fácilmente, verdad? - Preguntó suavemente. No daba signos de que la luz del día le dañara los ojos, pero ella podía ver que estaban rojos y nublados. Lo soportaba estoicamente. Sara levantó una mano temblorosa al nivel de los ojos y la vio temblar. Los dos rieron suavemente juntos.
- Soy Sara Marten. Gracias por venir a rescatarme.
- No podíamos hacer otra cosa, con tu compañero llenando los cielos con su declaración. - Los dientes blancos resplandecieron de nuevo, esta vez le recordó a un lobo.
- Yo soy Jacques Dubrinsky; Shea es mi compañera.
Sara sabía que estaba estudiándola atentamente para ver que efecto tenían en ella sus palabras. Ella sabía que Falcon estaba estudiando a Jacques a través de sus ojos, captando cada matiz, evaluando al otro hombre. Y Jacques Dubrinsky era bien consciente de ello también.
- Voy a levantarte y sacarte de ahí, Sara. - Dijo amablemente. - Déjame el trabajo a mí. Nunca he dejado caer a Shea, así que no tienes que preocuparte. - Bromeó.
Sara volvió la cabeza para mirar a la otra mujer. Arqueó una ceja.
- No creo que eso pueda que tranquilizarme mucho. Ella es mucho más pequeña que yo.
Shea le sonrió, una sonrisa rápida y cautivadora que iluminó toda su cara.
- Oh, creó que puede con la tarea, Sara.
Jacques no le dio mucho más tiempo para pensar en ello. La levantó de los restos y la cargó fácilmente a un punto llano en medio de hierba alta, donde su compañera se inclinó sobre ella solícitamente. El movimiento dejó a Sara sin aliento, enviando dolor expandido a todo su cuerpo. Shea le quitó con cuidado los cristales del pelo y la ropa.
- Tienes que contar con un poco de traqueteo. Di a tu compañero que te llevamos a la casa de Mikhail. Estarás segura allí, y Raven y yo cuidaremos de ti mientras Jacques se une a los hombres en la caza de esos niños perdidos.
Quiero que el hombre se quede cerca de ti mientras yo estoy ausente.
Sara oyó la ironía subyacente en la voz de Falcon y rió suavemente. La idea de cualquier hombre cerca de Sara era desconcertante para él, pero necesitaba saber que ella estaba a salvo. El alivo de Sara al saber que Falcon estaba cerca y buscando a los niños fue enorme. Podía respirar de nuevo, aunque, inexplicablemente, quería llorar.
Shea arrodillada junto a ella, la tomó de la mano, y la miró a los ojos.
- Es una reacción natural, Sara. - Dijo suavemente. - Ahora toda va bien, todo va a ir bien. - Desvergonzadamente usó su voz como una herramienta para apaciguar a la otra mujer. - No estás sola, realmente podemos ayudar.
- Falcon dice que el vampiro es antiguo y muy poderoso. - Dijo Sara en advertencia. Estaba esforzándose por parecer tranquila y controlar el temblor de su cuerpo. Era humillante estar tan débil delante de desconocidos.
Jacques meció la cabeza alrededor alerta, sus ojos negros y brillantes, todo la pustura cambió. Al momento parecía amenazador.
- ¿Puede viajar, Shea?
Shea se estaba enderezando lentamente, con una mirada cautelosa en su hermosa cara. Un revoloteo de nervios floreció a gran escala en el estómago de Sara.
- Él está aquí, ¿verdad? ¿El ghoul? - Se mordió el labio he hizo un esfuerzo supremo para ponerse en pie. - Si está cerca de nosotros, entonces también los niños. No puede habérselos entregado al vampiro. - Para su horror, sólo se las arregló para ponerse sobre una rodilla antes de que la negrura empezase a arremolinarse alarmantemente cerca.
- El ghoul está abriéndose paso rápidamente hacia su amo. - Corrigió Jacques. - El vampiro probablemente le ha convocado. El no-muerto envía su advertencia, un desafío a todo el que se atreva a interferir en sus planes.
Shea deslizó un brazo alrededor de Sara para evitar que cayera.
- No intentes moverte aun, Sara. No estás preparada. - La mujer se volvió hacia su compañero. - Podemos moverla, Jacques. Creo que es mejor darse prisa.
Ella saben algo que yo no. Sara se frotó la cabeza palpitante, frustrada por ser incapaz de ver u oír las cosas que anunciaban el peligro. Algo va mal.
Al momento puedo sentir la tranquilidad de Falcon, sus fuertes brazos, su calidez fluyendo hasta ella, aunque estaba a millas de distancia. El vampiro esta atrapado dentro de su guarida, pero está enviando a sus sirvientes por la tierra a buscarte. El hombre quiere llevarte a lugar seguro.
¿Realmente quieres que vaya con él? Me siento tan indefensa, Falcon. No creo que pueda arreglármelas para abrirme paso siquiera a través de una bolsa de papel.
Si. Sara, es lo mejor. Estaré contigo en cada momento.
El cielo estaba oscureciéndose, no porque el sol estuviera poniéndose sino porque el viento se estaba levantando, soplando más y más rápido, acumulando polvo, suciedad y basura juntos, formando con ellos una masa de altura imponente. Enjambres de insectos se reunían, masas de ellos, el ruido de sus alas rivalizaba con el viento. Los niños estarán asustados. Sara se extendió en busca de tranquilidad.
Falcon quiso arrastrarla cerca, abrazarla, escudarla de las batallas que seguramente tendrían luchar. Le envió calidez, amor. Los encontraré, Sara. Debes permanecer alerta para que pueda protegerte mientras estemos separados.
Por alguna razón, las palabras de Falcon la avergonzaron. Quería estar junto a él. Necesitaba estar junto a él.
Jacques Dubrinsky se inclinó hacia Sara.
- Entiendo como te sientes. Me disgusta estar lejos de Shea. Ella es un tesoro, muy importante para nuestra gente. - Miró a su compañera mientras cogía a Sara fácilmente entre sus brazos. Su expresión era tierna, una mezcla de orgullo y respeto. - Es muy distraída, concentrada sólo en lo que está haciendo en ese momento. Lo encuentro algo incómodo. - Sonrió arrepentido, compartiendo su confesión cándidamente.
- ¡Espera! - Sara sabía que sonaba invadida por el pánico. - Hay una mochila en la camioneta, no puedo dejarla. No puedo. - El diario de Falcon estaba en la caja de madera. Lo llevaba a todas partes con ella. No iba a dejarlo bajo ningún concepto.
Shea dudó como si fuera a discutir, pero obsequiosamente revolvió entre los restos del vehículo hasta que salió triunfante con la mochila. Sara tenía los brazos extendidos y Shea se la entregó.
Jacques arqueó una ceja.
- ¿Ahora estás preparada? Cierra los ojos si viajar rápido te molesta.
Antes de que pudiera protestar, la estaba llevándola a través del espacio, moviéndose tan rápido que todo a su alrededor se emborronó. Sara se alegró de alejarse de los restos de su camioneta, de la ferocidad del viendo y los enjambres de insectos que ennegrecían el cielo. Debería haber tenido miedo, pero había algo tranquilizador en Jacques y Shea Dubrinsky. Sólido. De confianza.
Tuvo la impresión de una enorme casa con columnas y balcones por todas partes. No tuvo tiempo de conseguir más que una rápida mirada antes de que Jacques entrara dentro a zancadas. El interior estaba ricamente adornado con madera bruñida y amplios espacios abiertos. Por todas partes había obras de arte, jarrones, exquisitos tapices, y hermosos muebles. Sara se encontró en un largo recibidor, sentada en uno de los lujosos sofás. Las pesadas cortinas estaban echadas, apartando toda luz excepto la de las suaves velas que iluminaban la habitación, un alivio para los ojos sensibles al sol.
Sara se quitó las gafas de sol de Jacques con mano temblorosa.
- Gracias. Fue muy considerado prestármelas.
Él le sonrió, sus dientes de un brillante blanco, sus ojos oscuros cálidos.
- Soy un hombre muy considerado.
Shea gimió y puso los ojos en blanco.
- También cree que es encantador.
Otra mujer, baja y con largo pelo negro, se deslizó hasta el interior de la habitación, su brazo esbelto rodeó la cintura de Jacques con facilidad, con ademán afectuoso.
- Tú debes de ser Sara. Shea y Jacques me alertaron con tiempo de que te traerían a mi casa. Bienvenida. Te he hecho un té. Es de hierbas. Shea cree que tu estómago lo tolerará. - Señaló la hermosa taza de té colocada en un platillo sobre la mesa. - Soy Raven, la compañera de Mikhail. Shea dice que estabas buscando a Mikhail.
Sara miró fijamente el té, se apoyó hacia atrás en los cojines, y cerró los ojos. Le palpitaba la cabeza dolorosamente y se sentía enferma de nuevo. Quería acurrucarse y dormir. Té y conversación sonaban abrumadores. ¡Sara! La voz de Falcon fue más fuerte que nunca. Debes seguir concentrada hasta que esté a tu lado para protegerte. No conozca a esta gente. No creo que intentan hacerte daño, pero no puedo protegerte si lo necesitas, a menos que permanezcas alerta.
Sara hizo un esfuerzo para concentrarse.
- He tenido a un vampiro persiguiéndome durante quince años. Mató a toda mi familia y se llevó a los niños que sabe que significan mucho para mi. Todos estais en gran peligro.
Los cejas de Jacques se elevaron.
- ¿Has eludido a un vampiro durante quince años? - Había gran escepticismo en su vos.
Sara volvió la cabeza para mirar a Shea.
- No es ni de cerca tan encantador cuando lo has tenido alrededor un rato, ¿verdad?
Shea y Raven se deshicieron en risas.
- Se crece ante ti, Sara. - Le confió Shea.
- ¿Qué? - Jacques se las arregló para parecer inocente. - Es bastante raro que alguien escape a un vampiro durante quince años, y más sólo una humana. Es perfectamente razonable pensar que ha habido un error. Y soy encantador.
Raven sacudió la cabeza hacia él.
- No cuentes mucho con ello, Jacques. Yo soy toda una autoridad en la inclinación de darte una patada con frecuencia. Y los humanos son bastante capaces de hacer cosas extraordinarios. - Retiró varias piezas de cristal de la ropa de Sara. - Debió ser aterrador para ti.
- Al principio. - Estuvo de acuerdo Sara con cansancio. - pero después se convirtió en una forma de vida. Huir, siempre permaneciendo por delante de él. Sin saber por qué estaba tan obsesionado conmigo.
Shea y Raven estaba encendiendo velas aromática, produciendo una esencia consoladora que bañó la piel de Sara, abriéndose paso hasta sus pulmones, su cuerpo, y aliviando los dolores.
- Sara. - Dijo Shea suavemente. - Tienes una contusión y un par de costillas rotas. Coloqué las costillas antes, pero tengo que trabajar un poco en ello para asegurarme de que sanarás rápidamente.
Sara suspiró suavemente. Sólo quería dormir.
- El vampiro vendrá a por mí si averigua que estoy aquí, y todos vosotros estaréis en peligro. Es mucho más seguro que me siga moviendo.
- Mikhail encontrará al vampiro. - Dijo Jacques con completa confianza.
Permite que la mujer te cure, Sara. He oído rumores de otros. Era una doctora humana antes de que Jacques la reclamara.
Sara frunció el ceño mientras miraba a Shea.
- Falcon ha oido hablar de ti. Dice que eras médico.
- Todavía soy médito. - La tranquilizó Shea amablemente. - Gracias por tu advertencia y tu preocupación por nosotros. Habla muy bien de ti, pero puedo asegurarte que al vampiro no se le permitirá hacernos daño aquí. Deja que cuide de ti hasta que llegue tu compañero. - Sus manos eran muy gentiles mientras se movían sobre Sara, dejando atrás un hormigueo cálido. - Sanar como Cárpato en vez de como médico humano no es realmente tan diferente. Es más rápido, porque te curo de dentro hacia afuera. No te haré daño, pero sentirás calor.
Raven continuaba quitando cristales de la ropa de Sara.
- ¿Cómo conociste a Falcon? Es un desconocido para nosotros. - Estaba utilizando una voz suave y amigable, deseando calmar a Sara, asegurarle que estaría a salvo en su casa. También quería cualquier información disponible que pudiera transferir a su propio compañero.
Sara se apoyó en los cojines, sus dedos se apretaron alrededor de la correa de la mochila. Podía oir el viento, el implacable y horrendo viento que aullaba y gemía, gritando y susurrando. Había una voz en el viento. No podía distinguir las palabras, pero conocía el sonido. La lluvia azotaba las ventanas y el techo, golpeando las paredes como si exigiera la entrada. Sombras oscuras se movía fuera de las ventanas... lo suficientemente oscuras, lo suficientemente malvadas para perturbar las pesadas cortinas. La tela no podía evitar que las sombras entraran en la habitación. Arquearon y crujieron chispas, golpeando algo que no podían ver. Los aullidos y gemidos se incrementaron, un asalto  a los oídos.
- Jacques. - Shea pronunció el nombre como talismán. Deslizó una mano dentro de la más grande de su compañero, levantando la mirada hacia él con puro amor brillando en sus ojos.
El hombre tiró de su compañera más cerca, besándole gentilmente la palma de la mano.
- Las salvaguardas aguantarán.
Cambió de postura, deslizando su cuerpo entre la ventana y el sofá donde estaba sentada Sara. El movimiento fue sutil, pero Sara fue muy consciente de él.
El sonido de la lluvia cambió, convirtiéndose en un retumbar de algo pesado golpeando las ventanas y apedreando la estructura. Raven se dio media vuelta para mirar hacia la gran chimenea de piedra. Centenares de cuerpos brillantes llovieron hacia abajo por la chimenea, aterrizando con horrendos plofs sobre el hogar, donde brillantes llamas volvieron a la vida, quemando a los insectos cuando tocaban las piedras. Un olor nocivo se elevó con el humo negro. Un insecto particularmente enorme se abalanzó directamente hacia Sara, sus ojos redondos fijos en ella con malevolencia.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary