Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



viernes, 6 de mayo de 2011

SUEÑO OSCURO/CAPITULO 3




3

Falcon tiró de ella acercándola todavía más, hasta que cada músculo de su cuerpo quedó impreso en la suavidad del de ella. Su boca se movió sobre la de ella, cálida seda, como lava fundida fluyendo a través de su sangre. El universo entero se estremeció y movió, y Sara se entregó a ese beso suplicante. Su boca se derritió, suave y flexible, lo perteneció instantáneamente.
La boca de este hombre era adictiva. Sara hacía sus propias demandas, arrastró los brazos alrededor de su cuello para acercarle. Quería sentirle, su cuerpo fuerte y duro presionado firmemente contra el de ella. Real, no en sueño elusivo. No podía conseguir suficiente de su boca, caliente, ansiosa y tan hambrienta de ella. Sara no pensaba en sí misma como una persona sensual, pero con él no tenía inhibiciones. Se movió impaciente contra él, deseando que la tocara, necesitando que la tocara.
Había un extraño rugido en sus oídos. Ya no reconocía pensamientos, solo la sensación de la dura boca de él contra la suya, solo el puro placer de su boca tomando posesión de ella tan urgentemente. Se entregó completamente a la sensación calor y llama. A la ráfaga de fuego líquido que corría por sus venas, acumulándose en su cuerpo.
La acercó más, su boca mantuvo la posesión, su lengua peleando con la de ella mientras con las manos le acunaba los pechos, su pulgar acariciando el pezón a través de la fina tela de la camiseta. Sara jadeó ante el exquisito placer. No había esperado compañía y no llevaba nada bajo el pequeño top. El pulgar apartó una asilla de su hombro, algo simple, pero malévolamente sexy.
Su boca abandonó la de ella para trazar un camino de fuego a lo largo del cuello. La lengua se arremolinó sobre el pulso. Ella oyó su propio grito suave de deseo fundiéndose con el gemido de placer de él. Dientes arañando gentilmente, eróticamente, sobre su pulso, adelante y atrás mientras el cuerpo de él ardían en llamas y cada célula exigía posesión. Los dientes pellizcaban, la lengua aliviaba el dolor. Sus brazos eran duras bandas de acero, atrapándola cerca para que pudiera sentir su pesada hinchazón, una urgente demanda, apretando contra ella.
Un estremecimiento sacudió el cuerpo de Falcon. Algo oscuro y peligroso alzó la cabeza. Sus necesidades le abrumaban, arrastrándole al límite de su implacable control. La bestia rugió y demandó a su compañera. La fragancia de ella acabó con toda apariencia de civilización haciendo que durante un momento fuera puro animal, cada instinto vivo y oscuramente primitivo.
Sara sintió el cambio en él instantáneamente, sintió el peligro cuando sus dientes le tocaron la piel. La sensación era erótica, el deseo en ella tan grande como en él.
Confraternizando con el enemigo. Las palabras llegaron venidas de ninguna parte. Con un lamento bajo de autorecriminación, Sara se arrancó de sus brazos. Le había visto tomar sangre, sus colmillos enterrados profundamente en un cuello humano. No importaba lo familiar que pareciera; no era humano, y era muy, muy peligroso.
Falcon le permitió alejarse de él. La observó cuidadosamente mientras luchaba por controlarse. Los colmillos retrocedieron en su boca, pero su cuerpo era todo dolor duro e imparable.
- Si planeara hacerte daño, Sara, ¿por qué esperar? Eres el ser humano más seguro sobre la faz este planeta, porque eres la única a la que protegería con mi vida.
Soy Falcon y nunca te conoceré, pero dejo este regalo atrás para ti, un regalo de corazón.
Sara cerró los ojos con fuerza, presionando una mano temblorosa sobre su boca. Podía saborearle, sentirle; le deseaba. ¿Como podía ser una traidora semejante a su familia? Los fantasmas de su mente gimieron con fuerza, condenándola. Su condena no evitaba que su cuerpo latiera de deseo, o evitaba el calor que se movía a través de su sangre como lava fundida.
- Te siento. - Acusó, los temblores corrían a través de su cuerpo más como resultado de su beso letal que por el miedo a sus letales colmillos. Casi había deseado que él la mordiera. Durante un momento su corazón se detuvo  como si hubiera estado esperado durante toda la eternidad por algo que sólo él podía darle. – Estuviste muy cerca de tomar mi sangre.
- Pero no soy humano, Sara. - Replicó él suavemente, amablemente, sus ojos oscuros escondían miles de secretos. Su cabeza permanecía erguida, en ningún modo avergonzado de sus oscuros anhelos. Era un ser fuerte y poderoso, un hombre de honor. - Tomar sangre es natural para mí, y tú eres mi otra mitad. Lo siento si te asusté. Lo habrías encontrado erótico, nada desagradable, y no habrías sufrido ningún daño.
Sara no le había tenido miedo a él. Había tenido miedo de sí misma. Miedo de desearle tanto que los gemidos de su familia se apagarían en su mente y nunca encontraría la forma de llevar ante la justicia a su asesinato. Miedo de alcanzar algo de lo que realmente no sabía nada. Miedo de que fuera tan pecaminoso y maravillosamente erótico.
Mi amada compañera, mi corazón y mi alma. Este es mi regalo para ti. Fueron sus hermosas palabras las que capturaron su corazón para siempre. Su alma clamaba por la de él. No importara que hubiera visto llamas rojas de locura en sus ojos. A pesar del peligro, sus palabras los unían con miles de diminutas hebras.
- ¿Cómo es que has venido aquí, a Rumania? Eres americana, ¿verdad? - Ella estaba muy nerviosa, y Falcon quería encontrar un tema seguro, algo que aliviaría la tensión sexual entre ellos. Necesitaba un respiro de las urgentes demandas de su cuerpo tanto como Sara necesitaba su espacio. Estaba tocando su mente ligeramente, podía oír los ecos de las peticiones de justicia de su familia.
Sara podía haberse quedado escuchado su voz para siempre. Con temor reverencial, se tocó la boca, que todavía hormigueaba por la presión de la de él. Tenía una boca tan perfecta y tan besable. Cerró los ojos brevemente y saboreó el sabor de él que conservaba todavía en su lengua. Sabía lo que le estaba haciendo, distraerla de la abrumadora tensión sexual, de sus miedos justificados. Pero se lo agradeció.
- Soy americana. - Admitió. - Nací en San Francisco, pero nos mudábamos mucho. Pasé gran parte de mi vida en Boston. ¿Has estado allí alguna vez? - Su aliento luchaba todavía por encontrar la forma de entrar en sus pulmones y proporcionarle aire, sólo para tomar la fragancia de él profundamente dentro de su cuerpo.
- Nunca he viajado a los Estados Unidos pero espero que en el futuro lo hagamos. Podemos viajar juntos a mi tierra natal y ver a mi Príncipe y su compañera antes de viajar a tu país. - Deliberadamente Falcon bajó el ritmo de su corazón y pulmones, tomando el control de los cuerpos de ambos, que pedían alivio, manteniéndolos otra vez bajo control.
- ¿Un Príncipe? ¿Quieres que vaya contigo a conocer a tu Príncipe? - A pesar de todo, Sara se encontró sonriendo. No podía imaginarse conociendo a un Príncipe. Toda la velada parecía algo fantástico, un sueño oscuro en el que estaba presa.
- Mikhail Dubrinsky es nuestro Príncipe. Conocí a su padre, Vladimir, antes que a él, pero no he tenido el privilegio de encontrarme con Mikhail en muchos años. - No en los últimos mil años. - Cuéntame como llegaste aquí, Sara. - Interrumpió suavemente. El Príncipe no era un tema absolutamente seguro. Si Sara empezaba a pensar demasiado en qué era él, llegaría inmediatamente a la correcta conclusión de que Mikhail, el Príncipe de su gente, también pertenecía a la misma especie que Falcon. Humano, pero no humano. Era la última cosa en la que quería que ella pensara.
- Vi un especial en la televisión sobre los niños en Rumania abandonados en orfanatos. Te rompía el corazón. Tengo un enorme fondo fiduciario, mucho más dinero del que utilizaré jamás. Sabía que tenía que venir aquí y ayudar si podía. No podía apartar la imagen de esos pobres bebes de mi mente. Requirió muchos planes venir a este país y establecerme aquí. Fui capaz de encontrar esta casa y empezar a hacer conexiones.
Trazó el camino de las gotas de agua que caían contra la ventana con la punta de un dedo. Algo en la forma en que lo hacía provocaba que el cuerpo de él se tensara hasta el punto del dolor. Era intensamente provocativa sin saberlo. Su voz era suave en la noche, una melancólica melodía acompañada por los sonidos de la tormenta de afuera. Cada palabra que surgía de su hermosa boca, la forma en que se movía su cuerpo, la forma en que la punta de su dedo trazaba la gota entraba en él hasta que no pudo pensar en nada más. Hasta que su cuerpo dolió y su alma gritó y el demonio en él luchó por la supremacía.
- Trabajé durante un tiempo en orfanatos, y parecía una tarea interminable... no había suficientes suministros médicos, ni suficiente gente para atender y consolar a los pequeños. Me puso tan enferma que fue imposible ayudarlos. Pensé que había poca esperanza de ayudar de verdad. Estaba intentando establecer conexiones para acelerar procedimientos de adopción cuando conocía a una mujer, alguien que, como yo, había visto el especial de televisión y había venido aquí a ayudar. Me presentó a un hombre que me mostró a los niños de la calle. - Sara se echó a un lado su brillante de pelo hasta que quedó rizado y ondulado sobre su cabeza. La luz brillaba sobre cada mechón, haciendo que Falcon ansiara tocar las sedosas ondas. Había un terrible latido en su cabeza, un martilleo en su cuerpo.
- Los niños a los que silbaste una advertencia esta noche. - Intentó no pensar en lo excitante que parecía cuanto estaba despeinada. Era todo lo que podía hacer para no enterrar las manos profundamente en la espesa suavidad y encontrar su boca de nuevo. Paseaba intranquila por la habitación, sus lujuriosas cursas atraían su negra mirada como un imán. Su fino top era de color marfil, y los pezones oscuros e invitadores bajo la capa de seda. El aliento pareció abandonar su cuerpo una vez más, y quedó duro, ardiente e incómodo con un deseo que bordeaba la desesperación.
- Bien, por supuesto que esos son solo unos pocos de ellos. Son excelentes aliviando bolsillos. - Sara le lanzó una sonrisa antes de volver a mirar una vez más hacia afuera por la ventana hacia la lluvia torrencial. - Intenté que se recogieran más temprano, antes de que oscureciera, porque es incluso más peligroso estar en las calles por la noche, pero si no consiguen una cierta cantidad, pueden estar en auténticos problemas. - Suspiró suavemente. - Tienen una pequeña ciudad en los bajo fondos. Es una vida peligrosa; los más viejos controlan a los jóvenes y tienen que formar bandas para mantenerse a salvo. No es fácil ganar su confianza e incluso ayudarles. Todo lo que les das podía fácilmente matarlos. Alguien podría asesinarles por una camiseta decente. - Se volvió a mirar sobre su hombro hacia él. - No puedo quedarme en el mismo lugar mucho tiempo, así que sabía que nunca podría ayudar realmente a los niños de la forma en que necesitan.
Había una sensación de tristeza que se aferraba a ella, aunque no buscaba piedad. Sara aceptaba su vida con tranquila dignidad. Había tomado sus decisiones y vivía con ellas. Se quedó allí con la ventana detrás, la lluvia cayendo suavemente, enmarcándola como un cuadro. Falcon quiso envolverla con sus brazos y abrazarla por toda la eternidad.
- Háblame de los niños. - Se deslizó silenciosamente hacia la mesa estrecha en la que ella mantenía una fila de velas aromáticas. Podía ver claramente en la oscuridad, pero Sara necesitaba la luz artificial de sus lámparas. Si necesitaban luces, él prefería la llama de una vela. La luz de las velas tenía una forma de emborronar los bordes de las sombras, fundir luz y oscuridad. Sería capaz de hablar con Sara de lo que era necesario hablar en la luz amortiguada, hablar de su futuro y lo que significaba para cada uno de ellos.
- Encontré siete niños que tienen interesantes talentos. No es fácil o cómodo ser diferente, y comprendí que era mi diferencia lo que le atrajo a ese horrible monstruo hacia mí. Cuando toqué a esos niños supe que ellos también le atraerían. Sé que no puedo salvar a todos los huérfanos, pero estoy decidida a salvar a estos siete. He estado planificando un sistema para conseguir dinero para que esa mujer ayude a los niños de las calles, pero quiero una casa para mis siete. Sé que no podré  estar con ellos siempre, al menos no hasta que encuentre la forma de acabar con el monstruo que me acecha, pero al menos puedo establecerlos en un hogar con dinero y educación y alguien de confianza que cuide de sus necesidades.
- El vampiro sólo se interesaría por las niñas con talentos psíquicos. Los chicos serían prescindibles; de hecho, los vería como rivales. Sería mejor ponerlos a salvo tan rápidamente como sea posible. Iremos a las montañas de mi país natal y estableceremos allí una casa para los niños. Serán apreciados y protegidos por muchos de los nuestros. - Falcon hablaba suavemente, con firmeza, deseando que ella aceptara lo que le decía sin preguntar demasiado. Le sorprendía de que ya tuviera conocimiento sobre los vampiros, y que pudiera aceptar tan tranquilamente lo que ocurría entre ellos. Falcon no podía sentir calma. Todo su ser era un motor a reacción.
Su corazón latía fuera de ritmo por el miedo al reconocía casualmente que las conclusiones a las que Sara había llegado eran correctas. El vampiro iría tras sus niños, y ella inadvertidamente los había colocado directamente en su camino.
Sara le estudió curiosamente mientras Falcon miraba fijamente hacia las velas. Los dedos de la mano derecha de él se movieron ligeramente y toda la fila de velas saltó a la vida. Sara rió suavemente.
- Magia. Realmente haces magia, ¿verdad? - Su amado hechicero, el ángel oscuro de sus sueños.
Él se volvió para mirarla, los ojos negros vagaron sobre su cara. Se movió entonces, incapaz de seguir sin tocarla, sus manos enmarcaron esa cara.
- Eres tú la que hace magia, Sara. - Dijo, su voz un susurro de seducción en la noche. - Todo en ti es pura magia. - Su coraje, su compasión. Su pura determinación. Su risa inesperada a pesar de aquello con lo que se enfrentaba. Monstruo sin igual. Y peor aún, Falcon estaba empezando a sospechar que su enemigo era uno de los más temidos vampiros, un auténtico antiguo.
- Yo te he hablado de mí. Cuéntame algo sobre ti, sobre cómo puedes ser tan viejo, cómo puedes haber escrito el diario. - Más que todo eso, quería la historia del diario. Su libro. Las palabras que había escrito para ella, las palabras que habían salido a raudales de su alma hasta la de ella y la habían llenado de amor, anhelo y necesidad. Quería olvidar la realidad y apoyarse en él, tomar posesión de esa boca perfecta.
Sara necesitaba saber como sus palabras podían haber cruzado la barrera del tiempo hasta encontrarla. ¿Por qué se había visto atraída a la oscuridad de esos antiguos túneles? ¿Cómo había sabido exactamente donde encontrar la caja tallada a mano? ¿Qué había en Sara Marten que había conducido a criaturas como él hasta ella? ¿Qué había conducido a uno de ellos hasta su familia?
- Sara. - Respiró su nombre en la habitación, un susurro de terciopelo, de tentación. La lluvia era suave sobre el techo, y su compañera estaba sólo a escasos centímetros de él, tentándole con sus lujuriosas curvas, hermosa boca  y enormes ojos violeta. Reluctantemente permitió que sus manos cayeran abandonando la cara de ella. Obligó a su mirada a alejarse de esa boca cuando necesitaba sentirla de nuevo tan desesperadamente. - Estamos muy cerca de las Montañas de los Cárpatos. Todavía son tierras salvajes, allá es adonde iremos, porque si planeas establecer una casa para los niños lo mejor será hacerlo allí. Pocos vampiros se atreven a desafiar al Príncipe de nuestra gente en nuestras propias tierras. - Quería que ella aceptara sus palabras. Sabía lo que significaba estar con ella y ayudarla con lo que fuera que necesitara para ser feliz. Si quería una casa llena de huérfanos, estaría a su lado y amaría y protegería a los niños con ella.
Sara retrocedió varios pasos. Miedo. No muchos hombres exudaban peligro y poder, llenando la casa con su presencia, llenando su alma de paz y su mente de confusión. Tenía miedo de si misma. De su reacción ante él. Miedo del terrible dolor de necesitarle. Ni una vez en los últimos quince años. Se apretó contra la pared, casi paralizada de miedo.
Falcon permaneció inmóvil, reconociendo que ella luchaba con su propia reacción hacia él, con la feroz química que existía entre ellos. La llamada de sus almas la una por la otra. La bestia en él era fuerte, una cosa horrenda que se esforzaba por controlarle. Necesitaba su ancla, a su compañera. Debía, por el bien de ambos, completar el ritual. Ella era una mujer fuerte que necesitaba encontrar su propio camino hasta él. Quería permitirle esa libertad, aun así no tenían mucho tiempo. Sabía que la bestia se hacía más fuerte, y sus ahora abrumadoras emociones sólo añadían leña al forcejeo. Sara sonrió de repente, con un inesperado humor en sus ojos.
- Tenemos esta cosa rara entre nosotros. No puedo explicarlo. Siento tu lucha. Necesitas contarme algo pero eres reacio a hacerlo. Lo curioso es que no hay ninguna expresión real en tu cara y no puedo leer el lenguaje de tu cuerpo tampoco. Sólo sé que hay algo importante que no me estás contando y estás preocupado por ello. No soy una mustia violeta. Creo en vampiros, a falta de una palabra mejor para llamar a tales criaturas. No sé qué eres, pero creo que no eres humano. Todavía no he decidido si eres o no uno de ellos; tengo miedo de estar atrapada en alguna fantasía que he tejido sobre ti.
Los ojos oscuros de Falcon se volvieron negros de deseo. Durante un momento sólo pudo mirarla, su deseo era tan fuerte que no podía pensar con claridad. Rugía a través de él con la fuerza de un tren de mercancías, sacudiendo los cimientos de su control.
- Estoy muy cerca de convertirme. Los hombres de nuestra raza son depredadores. Con el paso de los años, perdemos toda habilidad de sentir, incluso de ver en color. No tenemos emociones. Solo tenemos nuestro honor y los recuerdos de lo que sentíamos para mantenernos durante los largos siglos. Aquellos de nosotros que cazamos al vampiro y le llevamos justicia aceptamos una vida dura. Eso se añade a la carga de nuestra existencia. Cada muerte extiende la oscuridad sobre nuestra alma hasta que nos consume. Te vivido durante casi dos mil años, y mi tiempo hace ya mucho que ha pasado. Viajaba de regreso a mi casa para terminar con mi existencia antes de convertirme en la misma cosa que he cazado incansablemente. - Le dijo la pura verdad, sin embellecimiento.
Sara se tocó la boca, sus ojos nunca abandonara la cara de él.
- Sientes. Nunca podrías haber fingido ese beso. - Había un rastro de temor en su voz.
Falcon sintió que su cuerpo se relajaba, la tensión le abandonó ante el tono de ella.
- Cuando encontramos una compañera, ella restaura nuestra habilidad de sentir emoción. Tú eres mi compañera, Sara. Lo siento todo. Veo en color. Mi cuerpo necesita el tuyo, y mi alma necesita la tuya desesperadamente. Tú eres mi ancla, el único ser, la única que pude evitar que la oscuridad me trague.
Ella había leído su diario; las cosas que le estaba contando no eran conceptos nuevos para ella. Era la luz para su oscuridad. Su otra mitad. Había sido una hermosa fantasía, un sueño. Ahora estaba enfrentando la realidad, y era abrumadora. Este hombre ahí de pie delante de ella, tan vulnerable, era un poderoso depredador, cerca de convertirse en la misma cosa que cazaba. Sara le creyó. Sintió la oscuridad aferrada a él. Sintió el depredador en él con garras desenfundadas y colmillos listos. Había vislumbrado los fuegos del infierno en sus ojos. Los ojos violetas se encontraron con los de él sin titubear.
- Bien, Sara. - Lo dijo muy suavemente. - ¿Vas a salvarme?
La lluvia golpeaba el techo de su casa, el sonido era un ritmo sensual que golpeaba su cuerpo a la vez que tamborileaba en su corazón. No podía apartar la mirada.
- Dime como salvarte, Falcon. - Porque cada palabra que él había pronunciado era verdad. Lo sentía, lo sabía instintivamente.
- Sin no nos unimos con las palabras rituales, no tengo esperanza. Una vez las diga a mi auténtica compañera, estaremos unidos por toda la eternidad. Se parece mucho a la ceremonia de matrimonio humano, aunque es mucho más.
Ella conocía las palabras ancestrales. Él se las había dicho, se las había susurrado mil veces en medio de la noche. Palabras hermosas. Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi lealtad, mi corazón, mi alma, y mi cuerpo. Tomo en mí los tuyos para guardarlos del mismo modo. Tu vida, felicidad, y bienestar serán apreciados y colocados sobre los míos propios siempre. Eres mi compañera, unida a mí por toda la eternidad y siempre a mi cuidado.
Había trabajado en la traducción mucho tiempo, deseando cada palabra perfecta en su belleza, con el significado exacto que él había pretendido darle. Las palabras habían viajado del corazón de él al suyo.
- ¿Y se consideraría que estamos casados?
- Eres mi compañera; nunca habrá otra. Estaríamos unidos, Sara, verdaderamente unidos. Necesitaríamos tocar nuestras mentes, unir nuestros cuerpos con frecuencia. Yo no podría estar sin ti, ni tú sin mí.
Ella reconoció que no había compulsión en esa voz. No estaba intentando influenciarla, aun así sintió profundo en su interior el impacto de esas palabras. Alzó la barbilla, intentando escrutar su alma.
- ¿Si no nos unimos, realmente te convertirás en un monstruos como el que mató a mi familia?
- Lucho con la oscuridad cada momento de mi existencia. - Admitió él suavemente. Un rayo dentado iluminó el cielo nocturno y durante un momento iluminó la cara de él. Podía ver su lucha allí grabada claramente, una cierta crueldad en su boca sensual, las líneas, planos y ángulos de su cara, el negro vacío de sus ojos. Entonces una vez más descendió la oscuridad, amortiguada por el resplandor de las velas. Una vez más era apuesto, la cara exacta de sus sueños. Su propio ángel oscuro. - No tengo otra elección que terminar con mi vida. Esa era mi intención mientras volvía a mi tierra natal. Ya estaba muerto, pero tú volviste a infundir vida a mi alma maltratada. Ahora estás aquí, un milagro, de pie delante de mí, y te pregunto de nuevo: ¿Estás dispuesta a salvar mi vida, mi alma, Sara? Porque uno vez las palabras sean pronunciadas entre nosotros, no hay vuelta atrás, no hay marcha atrás. Tienes que saberlo. No puedo desdecirlas. Y no te dejaría marchar. Sé que no soy tan fuerte. ¿Eres tú lo suficientemente fuerte como para compartir tu vida conmigo?
Quería decir que no, no le conocía, un desconocido que acababa de tomar la sangre de un hombre. Pero le conocía. Conocía sus pensamientos más íntimos. Había leído cada palabra de su diario. Estaba tan solo, tan completamente, absolutamente solo, y ella sabía, mejor que nadie, lo que era estar solo. Nunca podría apartarse de él. Él había estado allí para ella todas aquellas largas y vacías noches. Todas esas noches en las que los fantasmas de su familia reclamaban venganza, justicia. Él había estado allí con ella. Sus palabras. Su cara.
Sara le puso una mano sobre el brazo, sus dedos se cerraron alrededor del antebrazo.
- Tienes que saber que no abandonaré a los niños. Y está mi enemigo. Vendrá. Siempre me encuentra. Nunca me quedo un lugar mucho tiempo.
- Soy un cazador del no-muerto, Sara. - Recordó él, pero las palabras significaban poco para él. Sólo fue consciente del toque de ella, su fragancia, la forma en que le miraba. Su consentimiento. Estaba esperando. Todo su ser esperaba. Incluso el viento y la lluvia parecían vacilar. - Sara. - Lo dijo suavemente, la dolorosa necesidad, el terrible hambre, evidente en su voz.
Cerrando los ojos, deseando este sueño, Sara oyó su propia voz en la quietud de la habitación.
- Si.
Falcon sintió una oleada de júbilo. La arrastró contra él, enterrando la cara en la suavidad del cuello de ella. Su cuerpo tembló de puro alivio por que ella le aceptaba. A penas podía creer la enormidad de su hallazgo, de poder unirse a su compañera en los últimos días de su existencia. La besó suavemente, con boca temblorosa, levantando la cabeza para mirarla a los ojos.
- Te reclamo como mi compañera. - Las palabras surgieron de él, remontando su alma. - Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi lealtad, mi corazón, mi alma, y mi cuerpo. Tomo en mí los tuyos para guardarlos del mismo modo. Tu vida, felicidad, y bienestar serán apreciados y colocados sobre los míos propios siempre. Eres mi compañera, unida a mí por toda la eternidad y siempre a mi cuidado. - Enterró la cara una vez más contra la suave piel de ella, respirando su fragancia. Bajo su boca el pulso de ella le hacía señas, su fuerza vital le llamaba, tentándole. Tan tentadora.
Ella sintió la diferencia al momento, un extraño retortijón en su cuerpo. Su corazón y alma dolían, antes tan vacíos, súbitamente enteros y completos. La sensación la llenó de júbilo y la aterrorizó al mismo tiempo. No podía ser su imaginación. Sabía que había una diferencia.
Antes de poder asustarse de las consecuencias de su compromiso, Sara sintió sus labios, suave terciopelo, moviéndose sobre la piel. El toque ahuyentó todo pensamiento, y se entregó a sí misma voluntariamente a su cuidado. Los brazos de él la sostuvieron más cerca de su corazón, dentro de la protección de su cuerpo. Sus dientes arañaron ligeramente, un toque erótico que le provocó un estremecimiento hacia abajo por su espina dorsal. Su lengua se remolinó perezosamente, un diminuto punto de llama que sintió rabiar a través de su sangre. Por propia voluntad, los brazos de Sara subieron hasta acunarle la cabeza. No era una jovencita temerosa de su propia sexualidad; era una mujer adulta que había esperado durante mucho tiempo a su amante. Deseaba la sensación de su boca y sus manos. Deseaba todo lo que él estuviera dispuesto a darle.
Las manos de Falcon se movieron sobre ella, empujando a un lado la fina barrera de su top para tomar la piel. Era más suave que todo lo que había nunca imaginado. Susurró una poderosa orden; sus dientes se hundieron profundamente, y látigos de relámpago atravesaron su cuerpo hasta el de ella. Calor blanco. Fuego azul. Ella era dulce y especiada, un sabor celestial. La deseaba, cada centímetro de ella. Necesitaba enterrar su cuerpo profundamente en ella, encontrar su santuario, su refugio. Se había alimentado bien, y fue una buena cosa, o nunca podría haber encontrado la voluntad necesaria para reprimir su fuerza. Le requirió cada onza de control detenerse. Tomó solo lo suficiente como para un intercambio. Sería capaz de tocar la mente de ella, de reconfortarla. Sería absolutamente necesario para la comodidad y seguridad de ambos.
Se cortó su propio pecho, presionó la boca de ella hacia su sangre poderosa y ancestral, lo que le llevó más y más cerca del límite de su control. La deseaba, la necesitaba, y en el momento en que supo que ella había tomado suficiente para el intercambio, susurró la orden de dejar de alimentarse. Cerró la herida cuidadosamente y tomó posesión de su boca, deslizando la lengua por la de ella, luchando y danzando, para así, cuando ella emergiera del encantamiento, encontrara sólo la fuerza de sus brazos, el calor de su cuerpo, y la seducción de su boca.
Sin advertencia la tormenta creció en intensidad, golpeando las cristaleras. Los relámpagos se estrellaron contra la tierra con tal fuerza, que el suelo se estremeció. El pequeño refugio de Sara tembló, las paredes se sacudieron amenazadoramente. El trueno rugió hasta llenor el espacio de la casa, un sonido ensordecedor. Sara escapó de los brazos de él, apretándose las manos contra los oídos, y miró con horror hacia afuera al despliegue de furia. El trueno estalló directamente en lo alto, arrancando un suave y asustado lamento de la garganta de Sara.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary