Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



viernes, 6 de mayo de 2011

SUEÑO OSCURO/CAPITULO 4



4

Antes de que otro sonido pudiera escapársele, la mano de Falcon le cubrió gentilmente la boca en advertencia. Sara no lo necesitaba; ya lo sabía. Su enemigo la había encontrado una vez más.
- Tienes que salir de aquí. - Siseó suavemente contra la palma de la mano de él.
Falcon inclinó su cabeza hasta que con la boca le tocó la oreja.
- Soy un cazador del no-muerto, Sara. No huyo de ellos. - El sabor de ella permanecía todavía en su boca, en su mente. Ella era una parte de él, ahora inseparable.
Sara echó la cabeza hacia atrás para mirarle fijamente, haciendo una mueca cuando el viento aulló y chilló con fuerza suficiente como para causar pequeños tornados en la calle y el patio, lanzando papeles, hojas y ramas al aire en una ráfaga de furia.
- ¿Eres bueno matando a esas cosas? - Lo preguntó con un tono incrédulo. Había un desafío en su voz. - Necesito saber la verdad.
Por primera vez que pudiera recordar, Falcon quiso sonreír. Algo inesperado ante la inminente llegada del vampiro, pero la duda en la voz de ella le hizo desear reír.
- Envía su amenaza por delante. Le has enfadado. Tienes un escudo, algo raro. No puede encontrarte cuando escudriña, así que busca una debilidad, una oleada de miedo que le diga que sabes quién es él. Así es como te rastrea. Le enviaré mi respuesta para que sea consciente de que estás bajo mi protección.
- ¡No! - Le cogió del brazo con dedos repentinamente tensos. - Eso es, nuestra oportunidad. Si no sabe nada de ti, vendrá entonces a por mí. Podemos tenderle una trampa.
-No necesito utilizarte como cebo. - Su voz era tranquila, pero había un indicio de alguna emoción innombrable que la hizo estremecerse. Falcon era increíblemente gentil con ella, su tono siempre suave y bajo, su toque tierno. Pero había algo profundo dentro de él que resultaba terriblemente peligroso y muy oscuro.
Sara se encontró temblando, pero apretó su garra, temiendo que si le dejaba salir a la rabiosa tormenta estaría perdido para ella.
- Es la mejor forma. Vendrá a por mí; siempre viene a por mí. - Ahora que su lazo con Falcon era tan fuerte, no podía soportar la idea de que algo le ocurriera. Debía protegerle de esa cosa terrible que había destruido a su familia.
- Esta noche no. Esta noche iré tras él. - Falcon la apartó gentilmente. Podía ver claramente sus temores y su feroz necesidad de asegurarse de que él estaba a salvo. No tenía ni idea de qué era él, de las miles de batallas que había librado con estos monstruos; hombres de los Cárpatos que habían esperado demasiado, o que habían elegido entregar sus almas por el fugaz momento de placer que ofrecía la muerte. Sus hermanos. Sara le cogió del brazo.
- No, no salgas. - Había una tensión en su voz. - No quiero estar sola esta noche. Sé que está aquí, y por primera vez, no estoy sola.
Él se inclinó para capturar su suave boca. Al momento allí estaba esa sensación fundente, la promesa de sedoso calor y éxtasis que nunca se había atrevido a soñar.
- Estás preocupada por mi seguridad y buscas formas de retenerme contigo. - Pronunció las palabras suavemente contra sus labios. – Ahora vivo dentro de ti; somos capaces de compartir pensamientos el uno con el otro. Esta es mi vida, Sara; esto es lo que hago. No tengo más elección que ir. Soy un hombre de los Cárpatos enviado por el Príncipe de mi gente al mundo para proteger a otros de estas criaturas. Soy un cazador. El honor es lo único que me queda.
Otra vez esa dolorosa soledad en su voz. Ella había estado sola durante quince años. No podía imaginar lo que sería estarlo durante tanto tiempo como había estado él. Viendo como pasaba el tiempo interminable, los cambios del mundo, sin esperanza o refugio. Sentenciado a destruir a su propia gente, quizás incluso a sus amigos. Honor. Había utilizado esa palabra con frecuencia en su diario. Había visto su implacable resolución, la intensidad de ese remolino que se ocultaba peligrosamente cerca de la superficie de su calma. Nada que ella pudiera decirle detendría. Sara suspiró suavemente y asintió.
- Creo que hay mucho más que honrar en ti que sólo tus habilidades como cazador, pero lo entiendo. Hay cosas que debo hacer aunque no siempre quiero, pero sé que no podría vivir conmigo misma si no las hiciera. - Le deslizó los brazos alrededor del cuello y presionó su cuerpo cerca del de él. Durante un momento ya no estuvo sola en el mundo. Él era sólido y seguro. - No dejes que te haga daño. Se las ha arreglado para destruir a todos los que me importan.
Falcon la abrazó, acunando su cuerpo con los brazos, cada célula de él la necesitaba. Era una locura cazar cuando estaba tan cerca de convertirse y el ritual no había sido completado, pero no tenía elección. El viento golpeó la ventana, las ramas de los árboles se balancearon contra la casa con una especie de furia.
- Volveré pronto, Sara. - Le aseguró suavemente.
- Deja que vaya contigo. - Dijo ella de repente. - Le he enfrentado antes.
Falcon sonrió. Su alma sonrió. Ella le parecía tan hermosa, casi increíble. Preparada para enfrentar al monstruo a su lado. Se inclinó una vez más y encontró su boca. Una promesa. Muy seria. Una promesa de vida y felicidad. Y después se fue, abriendo la puerta de un tirón mientras todavía podía, mientras su honor era lo suficientemente fuerte como para vencer a las necesidades de su cuerpo. Simplemente se disolvió en niebla, mezclándose con la lluvia para camuflarse, y voló a través del cielo nocturno, lejos del refugio y la tentación del cuerpo y el corazón de ella.
Sara salió al porche tras él, todavía parpadeando, sin estar segura de adonde había ido él, había ocurrido tan rápidamente.
- ¡Falcon! - Su nombre fue un lamento que le retorció el alma. El viento le batió el pelo con frenesí. La lluvia le mojó la ropa hasta que la seda fue casi transparente. Estaba absolutamente sola de nuevo.
Nunca volverás a estar sola, Sara. Yo moro dentro de ti como tú dentro de mí. Háblame; utiliza tu mente, y te oiré.
Contuvo el aliento. Era imposible. Sintió una oleada de alivio y se desmoronó contra la columna del porche en busca de apoyo. No cuestionó como la voz de él podía estar en su mente, clara, perfecta y sexy. Lo aceptó porque lo necesitaba. Se metió el puño en la boca para evitar llamarle de vuelta a ella, olvidando por un momento que él debía estar leyéndole el pensamiento.
Falcon rió suavemente, su voz una caricia arrastrada. Eres una mujer asombrosa, Sara. Incluso para ser capaz de traducir las cartas que escribí para ti. Las escribí en varios idiomas. Griego, hebreo. La lengua ancestral. ¿Cómo lo lograste? Él viajaba veloz cruzando el cielo nocturno, escudriñando cuidadosamente, buscando perturbaciones que señalarían la llegada del no-muerto. Algunas veces espacios en blanco revelaban la guarida del vampiro. Otras veces era una oleada de poder o un inesperado éxodo de murciélago desde una cueva. Los más pequeños detalles podían dar pistas a alguien que sabía donde mirar.
Sara quedó en silencio un momento, donde vueltas a la pregunta en su cabeza. Había estado obsesionada con traducir los extraños documentos envueltos tan cuidadosamente en piel curtida. Perseverancia. Había necesitado traducir esas palabras. Palabras sagradas. Recordaba la sensación que había tenido cada vez que tocaba esas páginas. Su corazón había latido más rápido, su cuerpo había vuelto a la vida, sus dedos había alisado las fibras más veces de las que quería contar. Había sabido lo que esas palabras significaban para ella. Y había visto su cara. Sus ojos, la forma de su mandíbula, su pelo largo. La dolorosa soledad en él. Había sabido que sólo ella encontraría la traducción correcta.
Mis padres me enseñaron griego y hebreo y la mayor parte de las lenguas antiguas, pero nunca había visto algo como las letras y símbolos que había allí. Fui a varios museos y a todas las universidades, pero no quería mostrar el diario a nadie más. Creía que era sólo para mí.
Sabía que las palabras eran íntimas, sólo para sus ojos. Había visto la poesía en esas palabras antes incluso de traducirlas. Sara sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. Falcon. Ahora sabía su nombre, le había mirado a los ojos, y sabía que la necesitaba. A nadie más. Sólo a Sara. Estudié el diario durante varios meses, traduciendo lo que podía, pero sabía que no era del todo correcto, palabra por palabra. Y entonces vino a mí. Sentí que estaba bien. No puedo explicarlo ahora, pero supe exactamente en que momento di con la clave.
Falcon sintió el curioso encogimiento de su corazón. Ella podía inundar su alma de calidez, abrumándole con una sensación tan intensa que ya no era el poderoso depredador sino un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa por su compañera. Ella le humillaba con su generosidad y su aceptación de lo que él era. Había escrito aquellas palabras, expresando emociones que ya no podía sentir. Escribir el diario fue una compulsión que no pudo ignorar. Nunca había esperado que nadie lo leyera, aunque tampoco nunca lo había destruido, fue incapaz.
Faltaban un par de horas para el amanecer y el vampiro aún sería letal. Más que probablemente estaba buscando guaridas, rutas de escape, recogiendo información. Falcon había cazado y luchado con éxito con el vampiro durante siglos, pero se sentía claramente inquieto. Debería haber captado el rastro, aunque no había ninguna señal inusual que indicara que el no-muerto había pasado por la ciudad. Pocas criaturas podían lograr tal hazaña; solo un antiguo muy poderoso tendría semejante habilidad.
Tú eres mi corazón y mi alma, Sara. Las palabras que dejé para ti era verdad, y sólo mi compañera sabría como encontrar la clave para desentrañar el código y traducir la lengua ancestral. Su tono cargaba admiración y un amor intenso que la envolvió. Debo concentrarme en la caza. Este vampiro no es un aprendiz, sino uno con poder y fuerza. Requiere toda mi atención. Si me necesitas, búscame con tu mente y te oiré.
Sara cruzó los brazos sobre sus pechos, retrocediendo hacia el interior del porche, observando la cortina de lluvia caer como hilos de plata. Sentía la intranquilidad de Falcon más que oírla en su tono. Si me necesitas, acudiré a ti. Lo dijo en serio. Con cada célula de su cuerpo. Le sentaba mal dejar a Falcon acudir solo a luchar batallas que le pertenecían a ella.
El corazón de Falcon se aligeró. Ella acudiría en su ayuda si la llamaba. Sus lazos eran realmente fuertes, y crecían a cada momento que pasaba. Sara representaba el milagro concedido a su especie: Una Compañera.
Fue cauteloso mientras se movía por el cielo, utilizando la tormenta para cubrirse. Era un adepto, capaz de escudar su presencia fácilmente. Empezó a examinar las áreas que más probablemente esconderían al no-muerto. En la ciudad, serían los viejos edificios desiertos con sótanos. Fuera de la ciudad, sería cualquier cueva, cualquier agujero en la tierra que el antiguo vampiro pudiera proteger.
Falcon no encontró rastros de su enemigo, pero la intranquilidad empezó a crecer en su interior. El vampiro ya habría atacado a Sara si hubiera estaba seguro de donde estaba. Obviamente, había desahogado su furia porque no la había encontrado, y había esperado asustarla para que traicionara su presencia. Solo eso dejó otra inquietud en Falcon. Tendría que encontrar a la víctima del vampiro y seguirle a partir de allí. Sería un proceso lento y meticuloso y tendría que dejar a Sara sola durante un rato. Se extendió hacia ella. Si te sientes intranquila, llámame enseguida. Por cualquier cosa, Sara, llámame.
La sintió sonreír. He sido consciente de este enemigo durante media vida. Sé cuando está cerca, y me las he arreglado para escapar de él una y otra vez. Cuida de ti mismo, Falcon, y no te preocupes por mí. Sara había estado sola largo tiempo y era una mujer independiente y autosuficiente. Estaba mucho más preocupada por Falcon que por sí misma.
La lluvia caía a cántaros, el viento soplaba las gotas en pesadas y deprimentes cortinas. Falcon no sentía frío en la forma que había tomado. De haber estado en su cuerpo natural, habría regulado la temperatura de su cuerpo con facilidad. La tormenta era un impedimento en la búsqueda de su enemigo por medio del olor, pero conocía las costumbres del vampiro. Encontró a la víctima infaliblemente.
El cuerpo estaba en un callejón, no lejos de donde los niños de la calle de Sara habían abordado a Falcon. Su intranquilidad crecía. El vampiro obviamente se había vuelto muy hábil en encontrar a Sara. Conocía su patrón de comportamiento, y le sacaba provecho. Una vez encontró el país y la ciudad en la que se había establecido, el vampiro iría a los lugares a los que Sara, acudiría tarde o temprano. Refugios para los perdidos, los sin-hogar, los niños no deseados y mujeres maltratadas. Sara trabajaría en áreas donde pudiera ayudar antes de tener que mudarse. El dinero significaba poco para ella; era sólo algo que le permitía mantenerse en movimiento y hacer lo que podía para ayudar a los demás. Vivía con frugalidad y gastaba poco en sí misma. Al igual que Falcon había estudiado a los vampiros para aprender sus costumbres, y este vampiro había estudiado a Sara. Aun así ella había seguido eludirle. La mayor parte de los vampiros no eran conocidos por su paciencia, aunque este había seguido incansablemente a Sara durante quince años.
Era un milagro que se las hubiera arreglado para evitar ser capturada, un tributo a su naturaleza valiente e ingeniosa.
La forma de Falcon relució y se solidificó en medio de la lúgubre llovizna junto al hombre muerto. La víctima del vampiro había muerto duramente. Falcon estudió el cadáver, cuidando de no tocar nada. Quería el olor del no-muerto, la sensación. La víctima era joven, un pandillero. Había un cuchillo en el suelo con sangre en la hoja. Falcon podía ver que la hoja ya se corrompía. Había sido torturado, probablemente en busca de información sobre Sara. El vampiro querría saber si la habían visto en la zona. Los ecos de violencia rodeaban a Falcon.
No podía permitir que quedara evidencia para la policía. Suspiró suavemente y empezó a reunir la energía en el cielo. Látigos de relámpago danzaron brevemente, golpeando el callejón. Crepitaron y crujieron, ardientemente blancos. Dirigió la energía al cuerpo y el cuchillo. Incineró a la víctima hasta finas cenizas y limpió la hoja antes de fundirla.
La llamarada de poder le rodeaba completamente y el relámpago ardió como una llama naranja desde el suelo y de vuelta a las oscuras y amenazadoras nubes, donde veteó hacia afuera en radiantes puntos de calor blanco azulado. Falcon levantó la cabeza de repente y miró alrededor, notando por el poder que vibraba en el aire que no estaba solo. Saltó hacia atrás, lejos de las cenizas mientras las ruinas ennegrecidas volvían a la vida. Una aparición horrorosa se elevó con una cabeza informe y agujeros despiadados en vez de ojos.
Falcon se revolvió, una fracción de segundo demasiado tarde, para librarse del ataque real. Una garra le falló el ojo y raspó la sien. Garras afiladas como cuchillas dejaron cuatro largos surcos en su pecho. El dolor fue execrable. Un cálido y fétido aliento le explotó en la cara y olió la carne podrida, pero la criatura era un borrón, desapareció cuando Falcon golpeó instintivamente hacia el corazón.
Su puño rozó una piel espesa y después el aire vacío. Al momento, la bestia interior de Falcon se alzó, ardiente y poderosa. Su fuerza le sacudió. Había una neblina roja delante de sus ojos, el caos invadió su mente. Falcon se dio la vuelta para lanzarse al cielo, apenas evitando los arcos de energía que ennegrecían el callejón y arrancaban trozos a los costados de los edificios ya derruidos. El ruido era ensordecedor. La bestia dio la bienvenida a la violencia, la abrazó. Falcon luchaba consigo mismo a la vez que con el vampiro, batallando con esa hambre que nunca se apaciguaría.
¿Falcon? La voz de ella fue un soplo de aire fresco, echando a un lado la llamada de la muerte. Dime donde estás. Siento el peligro para ti. Había una preocupación desnuda en su voz que le permitió controlar al demonio rugiente, echándole a un lado a pesar del deseo de violencia.
Falcon golpeó rápido y con fuerza, un riesgo calculado, volando hacia la horrenda figura de ceniza, con el puño extendido ante él. Las cenizas se esparcieron en un remolino, elevándose a lo alto como una torre grotesca. Por un instante una forma brilló en el aire mientras el vampiro intentaba colocar una barrera entre ellos. Falcon se lanzó hacia la frágil estructura, de nuevo sintiendo un roce, esta vez de carne, pero la criatura se las había arreglado para disolverse de nuevo. El vampiro se había ido, desvaneciéndose tan rápidamente como había aparecido. No había rastro del monstruo, ni siquiera el inevitable vacío. Falcon comprobó la zona cuidadosamente, a conciencia, buscando la más mínima pista. Cuanto más buscaba, más seguro estaba de que Sara estaba siendo perseguida por una auténtico antiguo, un maestro vampiro que se las había arreglado para eludir a todos los cazadores a través de los siglos.
Falcon se movió por el cielo cautelosamente. El vampiro no le atacaría de nuevo. Había sido puesto a prueba, y el antiguo había perdido la ventaja de la sorpresa. El enemigo sabía ahora que se enfrentaba con un cazador experimentado muy versado en la batalla. Iría a la tierra, evitando el contacto con la esperanza de que Falcon pasara de largo. Un trueno hizo eco en el cielo. Una advertencia. Una oscura promesa. El vampiro establecía su reclamación, a pesar de saber había un cazador en la zona. No renunciaría a Sara. Ella era su presa.
Sara esperaba por Falcon en el pequeño porche, extendiéndose hacia él con brazos ansiosos. Su mirada le recorrió temerosamente, evaluando el daño. Falcon quiso cogerla entre sus brazos y sostenerla contra su corazón. Nadie le había dado nunca la bienvenida, preocupada por él, con esa mirada en su cara. Ansiosa. Amorosa. Era incluso más hermosa de lo que recordaba. Tenía la ropa empapada por la lluvia, el pelo corto de punta y despeinado, los ojos enormes. No podía apartar la vista de ella. Podía derretirle con el calor de su bienvenida.
- Entra en la casa. - Dijo Sara, tocándole la frente con dedos gentiles, recorriéndole con las manos, necesitando sentirle. Tiró de él hacia el interior de su casa, lejos de la lluvia. - Cuéntame. - Urgió.
Falcon miró alrededor a la pequeña y limpia habitación. Era consoladora y casera. Reconfortante. El puro contraste entre su existencia desagradable y vacía y este momento era tan extremo, casi chocante. La sonrisa de Sara, su tacto, la preocupación de sus ojos... no cambiaría esas cosas por ningún tesoro del que hubiera tenido conocimiento durante todos sus siglos en la tierra.
- ¿Qué te ha ocurrido, Falcon? Y no me refiero a tus heridas. - El miedo que había sentido por él en lo más profundo de su alma había sido abrumador en esos momentos previos a la comunicación.
Falcon se pasó una mano por el largo pelo. Tenía que contarle la verdad. El demonio en él era más fuerte que nunca. Había esperado demasiado, participado en demasiadas batallas, llevado a cabo demasiadas muertes.
- Sara. - Dijo suavemente. - Tenemos algunas opciones, pero debemos actuar rápido. No tenemos tiempo de esperar hasta que entiendas completamente lo que está pasando. Quiero que te quedes tranquila y escuches lo que tengo que decir, y después tomaremos nuestras decisiones.
Sara asintió seriamente, con los ojos fijos en su cara. Él luchaba, podía verlo claramente. Sabía que temía por su seguridad. Quería aliviar las líneas talladas tan profundamente en su cara. Le goteaba sangre por la frente, un fino sendero que solo acentuaba las profundas líneas de cansancio alrededor de su boca. Tenía la camisa rota y ensangrentada, con cuatro rasgones bien definidos. Cada célula de su cuerpo gritaba que le abrazara, que le reconfortara, pero se sentó muy quieta, esperando lo que vendría a continuación.
- Nos he atado en la vida o la muerte. Si algo me ocurriera, encontrarías muy difícil continuar sin mí. Debemos llegar a las Montañas de los Cárpatos y a mi gente. Este enemigo es uno antiguo y muy poderoso. Está decidido a que seas suya, y nada le disuadirá de cazarte. Creo que estarás en peligro tanto en las horas de luz como en las de oscuridad.
Sara asintió. No iba a discutir con él. El vampiro había sido implacable en su persecución. Había sido afortunada en sus escapadas, corriendo ante la más mínima señal de que él estuviera cerca. Si el vampiro la hubiera acechado sigilosamente, la habría cogido, estaba segura, pero al parecer no podía dar crédito a su habilidad para ignorar sus llamadas.
-Ha utilizado antes criaturas durante el día. - Bajó la mirada hacia sus manos. - Quemé a una de ella. - Lo admitió en voz baja, avergonzada de sí misma.
Falcon, sintiendo la culpa de ella como un golpe, tomó sus manos, les dio la vuelta, y colocó un beso en el centro de cada palma.
- Los ghouls del vampiro en realidad ya están muertos. Son criaturas sin alma, viven de carne y de la sangre contaminada del vampiro. Tuviste suerte de escapar de ellos. Matarlos es mostrar misericordia. Créeme, Sara, no pueden ser salvados.
- Dime que elecciones tenemos, Falcon. Se acerca la mañana y me siento ansiosa por ti. Tus heridas son serias. Necesitas ocuparte de ellas. - Apenas podía soportar mirarle. Estaba cubierto de sangre y tan débil que se encorvaba. Con los dedos le peinó hacia atrás los mechones de pelo negro.
- Mis heridas no son realmente serias. - Se encogió de hombros con un ondeo casual de hombros. - Cuando vaya a la tierra, ella me ayudará a sanar. Mientras esté atrapado bajo tierra, tú estarás sola y vulnerable. Durante ciertas horas del día estoy en mi punto más vulnerable y no puedo venir en tu ayuda. Al menos no físicamente. Preferiría que te quedaras a mi lado siempre para saber que estás a salvo. Ella abrió los ojos de par en par.
- ¿Quieres que vaya bajo tierra contigo? ¿Cómo sería eso posible? - Tenía cosas que hacer, cosas que necesitaba hacer durante el día. Jornada laboral. El mundo no se acomodaba a la gente de Falcon tan fácilmente.
- Tienes que convertirte completamente en alguien como yo. - Lo dijo suavemente, rigurosamente. - Tendrías todos los dones de mi gente, y también las debilidades. Serías vulnerable durante las horas diurnas, y también necesitarías sangre para mantenerte con vida.
Ella se quedó en silencio un momento, dando vuelta a las palabras en su mente.
- Presumo que si fuera como tú, eso no sería tan aborrecible. ¿Desearía  ardientemente sangre?
Él se encogió de hombros.
-Es un hecho de nuestras vidas. No matamos; mantenemos a nuestra presa tranquila e ignorante. Yo proveeré para ti, y lo haría de tal forma que le no lo encontrarías incómodo.
Sara asintió su aceptación mientras su cabeza volvía al uso que él había dado a la palabra presa. Ella había vivido entre las sombras del mundo de los Cárpatos durante quince años. Sus palabras no la sorprendían. Tiró de Falcon hacia el pequeño banco donde tenía un botiquín de primeros auxilios. Él la siguió porque podía sentir que necesitaba cuidar de él. Y le gustaba la sensación de sus manos.
- No puedo tomar una decisión como ésta en una noche, Falcon. - Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo - Tengo cosas sin terminar y necesitaré pensar en ello. - No necesitaba pensarlo tanto ni tan duro. Le deseaba con cada fibra de su ser. Ya había aprendido en el corto tiempo en que él perseguía su enemigo lo que sería vivir sin él.
Sara se inclinó hacia adelante y le besó la garganta.
- ¿Qué más? - Sus pechos turgentes rozaron contra el brazo de él, cálida, invitadora. Muy gentilmente limpió y atendió las laceraciones de su frente, limpiando la sangre. Las heridas del pecho eran más profundas. Parecía como si un animal le hubiera rasgado el pecho con sus garras, rompiendo la camisa y trazando cuatro largos surcos en su piel.
-Estuve muy cerca de perder el control esta noche. Necesito completar el ritual para que seamos uno y tú seas mi ancla, Sara. Lo sentiste; sentiste el peligro para mí y me llamaste de vuelta a ti. Una vez el ritual se haya completado, ese peligro no existirá. - Hizo la confesión en voz baja, su abrumadora necesidad era evidente en el tono ronco. No podía pensar correctamente cuando ella estaba tan cerca, el rugido de su cabeza ahogaba todo excepto las necesidades de su cuerpo. Sara le tomó la cara entre las manos.
- ¿Es esto? ¿Esta es la gran confesión? - Su sonrisa fue lenta y hermosa, iluminando sus ojos profundamente violenta. - Te deseo más que nada en esta tierra. - Inclinó la cabeza y tomó posesión de su boca, presionando su cuerpo más cerca, su top sedoso, mojado por la lluvia era casi inexistente, sus pechos empujaban contra él, doloridos de deseo. Una tentación. Un encantamiento. Había hambre en su beso, aceptación, excitación. La boca de ella era ardiente a causa de su propio deseo, igualando las exigencias de él. Crudo. Carnal. Real. Ella alzó la cabeza, posando su mirada ardiente sobre él.
- He sido tuya durante los últimos quince años. Si me deseas, Falcon, no tengo miedo. Nunca te he tenido miedo en realidad. - Sus manos hicieron a un lado la camisa desgarrada, exponiéndole el pecho y las cuatro largas heridas.
- Tienes que entender la clase de compromiso que estás aceptando, Sara. - Advirtió él. La necesitaba. La deseaba. Estaba Hambriento de ella. Pero no perdería su honor con la persona más importante de su vida. - Una vez el ritual se haya completado, si no estás conmigo bajo tierra mientras duermo, librarás una terrible batalla por tu cordura. No deseo eso para ti.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary