Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



viernes, 6 de mayo de 2011

SUEÑO OSCURO/CAPITULO 10




10

Sara estaba sentada sobre una roca redonda, sumergiendo su mano en una pequeña charca de agua, y mirando el cielo nocturno. Las nubes eran espesas y oscuras, borrando las estrellas, pero la luna persistía valientemente intentando brillar. Blancos jirones de niebla se rizaban aquí y allá a lo largo de suelo del bosque, dando una extraña apariencia a la noche. Una lechuza se sentó en lo alto de las ramas de un árbol a su derecha, completamente inmóvil y muy consciente de cada movimiento del bosque. Varios murciélagos revoloteaban en lo alto, lanzándose a la caza de la plétora de insectos que volaba por el aire. Un roedor se escurrió entre las hojas, buscando comida, atrayendo la atención de la lechuza.
Sara ya llevaba fuera algún tiempo, simplemente inspirando la noche. Su perfume favorito mezclado con su fragancia natural era llevado a través del bosque para que la fauna que allí habitaba fuera muy consciente de su presencia. Sara se puso en pie lentamente y vagó de vuelta hacia la casa. Raras flores que florecían en la noche llamaron su atención y se detuvo a examinar una. Su fragancia fresca se mezcló con la de la flor y fueron llevadas por la brisa, flotando por el bosque y hasta lo alto de los árboles. Un zorro inhaló el aire y tembló, encorvándose en el interior de los espesos arbustos cerca de la roca donde la humana había estado. Hubo un suave sonido de vegetación cerca de los pies de ella. Sara se congeló en su sitio, observando a la gran rata que salió de los arbustos bastante cerca de ella. Demasiado cerca. Entre ella y la casa. Retrocedió lejos del roedor, de vuelta al interior del bosque. Miró hacia la roca, juzgando su peso. Los vampiros eran una cosa, las ratas otra muy distinta. Era un poco remilgada en cuanto a las ratas.
Cuando Sara miró hacia atrás, un hombre estaba de pie observándola. Alto. Delgado. Con la piel gris y largo pelo blanco. El vampiro la miró fijamente con brillantes ojos rojos. Ojos llenos de odio y rabia. No había falsa pretensión de amistad. Su amarga enemistad se mostraba en cada profunda línea de su cara devastada.
- Después de todos estos años malgastados. Al fin te tengo. Me has costado más de lo que nunca sabrás. Estúpida y penosa mujer. Que algo tan ridículo como tú haya sido una espina en mi costado. Me disgusta.
Sara retrocedió lejos de él, rehaciendo el camino por el que había venido hasta que sus piernas toparon contra la roca. Con gran dignidad simplemente se sentó en ella y le observó en silencio; los dedos que se retorcían unidos eran el único signo de temor. Este era el monstruo que había asesinado a su familia, llevándose a todos a los que amaba, virtualmente llevándose su vida. Este hombre alto y flaco con mejillas chupadas y ojos venenosos.
- Tengo casi poder ilimitado, aunque necesito a una pequeña gusano como tú para completar mis estudios. Ahora el hedor de Falcon está sobre ti. Me asquea. - El vampiro rió suavemente, burlonamente, escupiendo al aire. - No creías que supiera quién es él, pero le conocía bien en los viejos tiempos. Un buen sirviente que hacía la voluntad del Príncipe. Vladimir vivió mucho tiempo con Samantha, pero a nosotros nos envió lejos a vivir solos. Sus hijos quedaron atrás, protegidos por él, aunque a nosotros nos envió a morir solos. Yo no elegí morir sino abrazar la vida, y he estudiado mucho. Hay otros como yo, pero seré yo el único que controle. Ahora que te tengo, seré un dios y nada me tocará. El Príncipe se arrodillará ante mí. Todos los cazadores temblaran en mi presencia.
Sara alzó la cabeza.
- Ya veo. Aunque piensas en ti mismo como un ser todopoderoso, un dios, todavía me necesitas a mí. Me has seguido durante quince años, a una penosa mujer humana, una niña cuando me encontraste, aunque no pudiste capturarme.
Él siseó, un sonido horrendo y escalofriante, una promesa de brutal represalia.
Sara frunció el ceño hacia él, de repente la comprensión iluminó sus ojos.
- Necesitas que yo encuentre algo para ti. Algo que tú no puedes hacer por ti mismo. Mataste a todos los que yo amaba, y aún así pensaste que te ayudaría. No lo creo. En vez de eso tengo intención de destruirte.
- No tienes ni idea del dolor que puedo infringirte. Las cosas que puedo hacerte. Conseguiré gran placer en doblegarte a mi voluntad. No tienes ni idea de lo poderoso que soy. - La parodia de una sonrisa del vampiro expuso dientes manchados y afilados. - Disfrutaré viéndote sufrir ya que has sido una plaga para mi durante tanto tiempo. No te preocupes, querida, te mantendré viva durante mucho tiempo. Encontrarás la tumbo del maestro mago y el libro de conocimiento que me dará poder indecible. He adquirido varias de sus pertenencias, y tú sabrás donde está el libro cuando sostengas esas cosas. Los humanos no saben el verdadero tesoro que son. Los encierran en museos que unos pocos visitan, y nadie ve su auténtico valor. Creen que los magos y la magia son cuentos de hadas, y viven en su ignorancia. Los humanos merecen ser gobernados con puño de hierro. Son ganado, nada más. Solo presas, comida para los dioses.
- Quizás esa es tu impresión de los humanos, pero es falsa. ¿De otro modo como podría yo haberte evitado durante quince años? - Preguntó Sara suavemente. - No soy tan insignificante como te gustaría creer.
- ¡Cómo te atreves a burlarte de mí! - El vampiro siseó, sus facciones se desfiguraron con oido cuando súbitamente miró a su alrededor cautelosamente. - ¿Cómo es que estás sola? ¿Tus guardianes son tan ineptos que te permitirían caminar por ahí desprotegida?
- ¿Por qué crees que no están protegiéndome? Están todos a mi alrededor. - Sonaba veraz, sincera.
Los ojos de él se entrecerraron y señaló con una uña afilada hacia ella. Si ella lo hubiera negado, habría sido mucho más cauteloso, pero había sido demasiado rápida para delatar a los cazadores.
- No pongas a prueba mi paciencia. Ningún cazador Cárpato utilizaría a su compañera como cebo en una trampa. Te escondería profundamente en la tierra, cobarde como es, sabiendo que soy demasiado poderoso para que me detenga. - Rió suavemente, el sonido de un chillido horrendo. - Ha sido tu propia arrogancia la que ha causado tu caída. Ignoraste sus órdenes y saliste a la noche sin que él lo supiera o lo consintiera. Esa es una debilidad de mujer. No piensan con lógica, siempre lloriqueando y queriéndolo todo a su manera. - Su uña afilada como una daga le hizo señas. - Ven a mí, ahora.
Utilizó su mente, una aguda y fuerte compulsión diseñada para hacer daño, para ejercer una tremenda presión sobre el cerebro incluso mientras exigía obediencia.
Sara continuó sentada serenamente. Con un ligero fruncimiento de su suave boca. Suspiró y sacudió la cabeza.
- Eso nunca antes ha funcionado conmigo. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?
Maldiciendo, el vampiro levantó el brazo, después cambió de opinión. La vibración de poder habría atraído inmediatamente a los cazadores Cárpatos. Caminó hacia ella, cubriendo la corta distancia que los separaba, sus zancadas decididas, su cara una máscara de rabia ante la impertinencia de la mujer.
Sara se quedó sentada perfectamente inmóvil y le observó venir hacia ella. El vampiro inclinó su alta forma, extendiendo sus dedos huesudos hacia ella. Sara entró en acción, solo que fue el puño de Falcon el que golpeó con fuerza el pecho del no-muerto, mientras volvía a su verdadera forma. Mientras Falcon hacía eso, el vampiro, con una mirada de pura incredulidad, tropezó hacia atrás consiguiendo que el puño a penas penetrara en el pecho. En lo alto, Jacques, en la forma de una lechuza, se lanzó desde las ramas y voló directamente hacia el no-muerto con las garras extendidas. El pequeño zorro creció en estatura, tomando la forma de un cazador alto y elegante, y las manos de Mikhail estaban ya ondeando un hechizo para evitar que el vampiro cambiara de forma o se desvaneciera.
Presionado por el aire, capturado entre dos cazadores e incapaz de escapar, el vampiro lanzó su propio ataque, arriesgándolo todo con la esperanza de derrotar al único Cárpato cuya muerte podría obligar a los otros dos a detenerse. Convocando a cada onza de poder y conocimiento que poseía, lanzó su pecho contra el codo de Falcon, haciendo pedazos el hueso. Después se revolvió, su cuerpo replicándose a sí mismo una y otra vez hasta que hubo cien clones del no-muerto. La mitad de los clones iniciaron ataques utilizando estacas o lanzas de puntas afiladas; los demás escaparon en diversas direcciones.
Jacques, en la forma de la lechuza, dirigió las garras directamente a la cabeza de un clon, atravesando aire vacío, lo que le obligó a tomar altura rápidamente antes de golpear el suelo. El aire vibraba con poder, con violencia y odio.
Cada uno de los clones que atacaba ondeaba un hechizo diferente, y las salpicaduras de sangre llenaban al aire que los rodeaba como un crisol tóxico. La mente de Falcon se desconectó de su codo destrozado mientras evaluaba la situación en lo que duraba un latido del corazón. Eso fue todo lo que tuvo. Todo lo que tendría nunca. En ese parpadeo vio los siglos de su vida pasada, vacía y árida, extendiéndose interminablemente hasta Sara. Este es mi regalo para ti. Ella era su vida. Su alma. Su futuro. Pero estaba su honor. Estaba qué y quién era él, lo que defendía. Era el guardián de su gente.
Ella estaba allí con él. Su Sara. Ella entendía que no tenía otra elección. Eso era todo lo que él era. Sin arrepentimiento, Falcon introdujo su cuerpo entre su Príncipe y el vampiro que se acercaba para matar. Una multitud de lanzas afiladas como cuchillas de afeitar traspasaron el cuerpo de Falcon, quitándole el aliento, derramando su fuerza vital hasta el suelo en ríos oscuros. Mientras caía a tierra, extendió los brazos, golpeando con ambas manos abiertas la fuente escarlata del pecho del vampiro, dejando sus marcas como una señal de neón para que los otros cazadores fijaran el objetivo.
Sara, compartiendo la mente de Falcon, reaccionó con tranquilidad, sabiendo ya que hacer. Tenía que hacer buen uso del conocimiento de Falcon y detener el corazón y los pulmones de él instantáneamente, así quedaría tendido tan inmóvil como muerto sobre el campo de batalla. Se concentró, sujetándole a ella, una luz vacilante y apagada que quería retirarse del dolor.
No tenía tiempo para la pena. No tenía tiempo para las emociones. Le sujetó a ella con la misma feroz determinación que el más fino guerrero de los Cárpatos,  mientras la batalla rabiaba alrededor de él.
Makhail vio caer al guerrero ancestral, su cuerpo lleno de agujeros. El Príncipe ya estaba en movimiento, rompiendo lanzas como cerillas mientras avanzaba, dirigiendo a Jacques con su mente. Los clones intentaban reagruparse intentando despistar a los cazadores, pero era demasiado tarde. El vampiro se había revelado a sí mismo en su ataque, y Mikhail se fijó en las marcas de Falcon, tan seguras como huellas dactilares.
El no-muerto gruñó de odio, chillando su furia, pero el hechizo se aferraba a él. No podía cambiar de forma y ya era demasiado tarde. El Príncipe enterró el puño profundamente, siguiendo el retorcido camino que el antiguo guerrero había marcado. Jacques tomó la delantera, acuchillando limpiamente, una táctica dilatoria para dar a su hermano tiempo de extraer el negro y pulsante corazón. Del cielo llovían insectos, grandes bichos atrapados por el hielo y la lluvia. Mikhail tranquilamente convocó la carga de energía en las nubes turbias. Mientras tanto, el negro corazón saltaba y se arrastraba ciegamente, buscando a su amo. Surgieron ampollas en la tierra y sobre sus brazos cuando la salpicadura escarlata se incrustó e sus pieles. La furia del viento los batió, gimiendo y siseando una oscura promesa de venganza.
Mikhail continuó serenamente, llamando a la naturaleza, dirigiendo una feroz bola naranja desde el cielo hasta el pulsante corazón. La cosa quedó incinerada con un olor nocivo y una nube de humo negro.
El cuerpo del vampiro se sacudió, su cabeza rodó, los ojos miraron hacia la forma inmóvil de Falcon con un odio más allá de lo que ninguno de los cazadores había nunca presenciado. Una mano se movió, la garra afilada se extendió hacia el guerrero caído como para llevarle con él a la muerte. La bola naranja de energía le golpeó el cuerpo, incinerándolo inmediatamente, después saltó a la cabeza para reducirla a finas cenizas.
Jacques se ocupó de limpiar la tierra, y después sus propias pieles, borrando toda evidencia de la apestosa criatura que había ido contra la naturaleza misma.
Raven se encontró con su compañero en la puerta, tocando su brazo, compartiendo su profundo pesar, ofreciéndose consuelo y calidez.
- Shea se ha adelantado a la cueva de sanación, abriendo la tierra y llevando las velas que necesitaremos. Jacques ha llevado a Falcon allí. La tierra es rica y la ayudará a trabajar. He convocado a nuestra gente para que se unan a nosotros en el canto sanador. - Se volvió para mirar a Sara. Sara se puso en pie lentamente. Podía ver compasión, incluso pena, en la cara de Raven. Las lágrimas veteaban las mejillas de Raven y extendía hacia ella ambas manos. - Sara, le hemos llevado al mejor lugar posible, un lugar de poder. Shea dice... - Contuvo un sollozo y se presionó un puño contra la boca incluso mientras cogía la mano de Sara entre las suyas. - Debes venir con nosotros rápidamente a la cueva de sanación.
Mikhail caminaba detrás, evitando sus ojos, sus facciones eran una máscara de granito, pero Sara sabía lo que estaba pensando. Le tocó el brazo brevemente para atraer su atención.
- Estaba compartiendo su mente cuando tomó la decisión. Fue una decisión consciente, una que no dudó en hacer. No minimices su sacrificio sintiéndote culpable. Falcon cree que eres un gran hombre, la pérdida de tu vida sería intolerable para él, para vuestra gente. Sabía exactamente lo que estaba haciendo y lo que podría costarle. Estoy orgullosa de él, orgullosa de quién es. Es un hombre honorable y siempre lo será. Apoyo totalmente su decisión.
Mikhail asintió.
- Eres la compañera adecuada para un antiguo tan honorable como Falcon. Gracias por tu amabilidad en semejante hora de negra, Sara. Es un privilegio contarte entre nuestra gente. Debemos acudir a él rápidamente. No has tenido tiempo de acostumbrarte a los usos de nuestra gente, así que te pregunto si me permites tomar tu sangre. La sangre de Falcon corre en mis venas. Debo ayudarte a cambiar de forma para llegar a este lugar de sanación.
Ella sostuvo su mirada negra firmemente.
- Me honras, señor.
Los dedos de Raven se apretaron alrededor de los de Sara como para mantenerla cerca, pero Sara a penas podía sentir el contacto. Su mente estaba firmemente arraigada en la de Falcon, sujetándole a ella, negándose a permitirle deslizarse lejos a pesar de la gravedad de sus heridas. Sintió el pinchazo de los dientes de Mikhail en su muñeza, sintió el apretón tranquilizador de la mano de Raven. Nada importaba a Sara excepto la luz vacilante, apagada y tan lejana.
Mikhail colocó la imagen de una lechuza en su mente, y al momento sintió los huesos retorcerce, su cuerpo contoneándose, y la súbita ráfaga de aire cuando emprendió el vuelo. Pero existía solo Falcon, y no se atrevía a dejar marchar esa luz que se apagaba para mirar el mundo que se alejaba de ella mientras volaba hacia la cueva de sanación.
Profundamente bajo la tierra, el aire era pesado y espeso por el aroma de cientos de velas aromáticas. Sara fue hacia Falcon, sorprendida por las terribles heridas de su cuerpo, por su piel blanca y casi traslúcida. El cuerpo de Shea era una cáscara vacía. Sara fue vívidamente consciente de ella en el cuerpo de Falcon, valientemente reparaba el extenso daño. El sonido del canto ancestral, hermosas palabras en una lengua que reconocía aunque no la comprendiera llenaba la cámara. La lengua ancestral de los Cárpatos. Aquellos que no estaban presentes allí no obstante, se unieron mente con mente, enviando sus poderes de sanación, su energía, a su guerrero caído.
Sara vio al Príncipe dar su sangre, mucha más de la que podía afrontar, aunque apartó a los otros y dio hasta que estuvo débil y pálido, hasta que su propio hermano lo obligó a reabastecer lo que había dado. Ella observaba a cada uno de los Cárpatos, desconocidos para ella, dando generosamente a su compañero, reverentemente, prestándole una especie de homenaje. Sara tomó la mano de Falcon entre las suyas y observó como Shea volvía a su propio cuerpo.
Shea, tambaleante por el cansansio, hizo señas a los otros para que cubrieran las terribles heridas de Falcon con saliva y las profunda riqueza de la tierra. Ella se alimentó brevemente de su compañero y volvió a la monumental tarea de cerrar y reparar las heridas.
Llevó horas. Fuera de la cueva el sol estaba saliendo, pero ninguno de ellos flaqueó en su tarea. Sara sostuvo a Falcon a fuerza de pura voluntad, y cuando Shea emergía, se miraban la una a la otra sobre su cuerpo, ambas cansadas, ambas con lágrimas brillando en sus ojos.
- Debemos ponerle en la tierra y esperar que ella obre su magia. He hecho todo lo que he podido. - Dijo Shea suavemente. - Ahora te toca a ti, Sara.
Sara asintió.
- Gracias. Te debemos mucho. Tus esfuerzos no serán en balde. Vivirá. No permitiré ninguna otra cosa. - Se inclinó cerca de su compañero. - No te morirás, ¿me oyes, Falcon? - Exigió Sara, con lágrimas corriendo por su cara. - Aguantarás y vivirás por mí. Por nosotros. Por nuestros niños. Te lo exijo. - Lo dijo ferozmente, en serio. Lo dijo con el corazón, la mente y el alma.
Gentilmente tocó su amada cara, trazando sus rasgos agotados. ¿Me oyes? Sintió el más débil movimiento en su mente. Una calidez. Suave, cansada risa. ¿Quién no te oiría, mi amor? No puedo hacer más que acceder.

La casa era grande, una casa enorme construida en piedra y con columnas. La terraza daba la vuelta a la estructura entera en un porche inferior. Un balcón similar de hierro forjado rodeaba el piso superior. Ventanas de cristales tintados saludaban a la luna, piezas hermosas y únicas que consolaban el alma. Sara adoraba cada pequeña cosa en la hacienda. Los arbustos demasiado crecidos y las filas de gruesos árboles. La confusión de flores que parecían florecer por todas partes. Nunca se cansaba de sentarse en el balancín de su  porche y mirar el bosque circundante.
Todavía era difícil de creer, incluso después de todos esos meses, que el vampiro estaba realmente fuera de su vida. Había estado firmemente en la mente de Falcon cuando él asumió su forma. Sus pensamientos y emociones le habían guiado para disfrazar su cuerpo. Falcon estaba tan profundamente enterrado, que el vampiro no podría detectarle. El plan había funcionado, el vampiro había sido destruido, pero le llevaría mucho tiempo poder despertar sin sentir miedo. Sólo podía esperar que el libro que el vampiro había estado buscando permaneciera escondido, perdido para mortales e inmortales por igual. El hecho de que el no-muerto hubiera llegado hasta tales extremos para encontrar el libro sólo podía significar que su poder era tremendo. En las manos equivocadas, ese libro podría significar el desastre tanto para mortales como para inmortales.
Falcon había contado a Sara que conoció al vampiro siendo un jovencito. Vladimir le había enviado a Egipto mientras Falcon había ido a Italia. En algún lugar a lo largo del camino, Falcon había escogido el honor, mientras su amigo de la niñez había deseado el poder último. Sara se meció atrás y adelante en el balancín, permitiendo que la paz de la noche empujara los pensamientos desagradables fuera de su mente.
Podía oír al personal en la cocina hablando juntos tranquilamente, sus voces reconfortantes. Podía oír a los niños, escaleras arriba en sus dormitorios, riendo y murmurando mientras empezaban a prepararse para irse a la cama. La voz de Falcon era amable mientras bromeaba con los niños. Estalló una guerra de almohadas como ocurría con frecuencia, casi era una traducción nocturna.
Tu mismo eres un niño. La palabras aparecieron en la mente de Falcon, rodeándolo con un profundo amor que le quitó el aliento. Sara adoraba que él se divirtiera, que disfrutara de todas las cosas simples que se había perdido en su larga vida. Y era bien consciente de que Falcon la amaba por eso y por la forma en que ella disfrutaba de cada momento de su existencia compartida, como si cada hora fuera brillante y nueva.
Ellos me atacaron a mí, pequeños bribones. Sara podía ver la imagen de él riendo, tirando almohadas tan rápido como ellos le tiraban a él.
Si, bueno, cuando hayas acabado con tu guerra, tu compañera tiene otras ocupaciones para ti. Sara se reclinó hacia atrás en el balancín, golpeando con el pie impacientemente mientras una pequeña sonrisa tiraba de su boca. Deliberadamente pensó en su última fantasía. La charca de agua que había descubierto en la caída de un acantilado aislado. Tirando su ropa a un lado. Caminaba desnuda por la piedra redondeada extendiendo los brazos en una invitación a la luna. Volvía la cabeza para sonreír a Falcon cuando llegaba hasta ella. Inclinándose hacia adelante cara atrapar una pequeña gota de agua que recorría el pecho de él, bajando por su estómago, después más abajo, más abajo.
El aire brilló tenuemente durante un momento y él estaba delante de ella, su mano extendida, una sonrisa en su cara. Sara levantó la mirada hasta él, tomando nota de su largo pelo sedoso y sus hipnotizadores ojos oscuros. Parecía en forma y bien parecido, aunque ella sabía que todavía quedaban débiles cicatrices en su cuerpo. Estaban grabadas en su mente más profundamente que en la piel de él.
Sara acudió a él, fluyó hacia él, se derritió en él, alzando la cara para que la besara, sabiendo que podía mover la tierra para ella.
- Quiero echar un vistazo a esa charca que has descubierto. - Susurró maliciosamente contra los labios de ella. Sus manos se movieron sobre el cuerpo de Sara gentil y posesivamente.
Ella se rió suavemente.
- Confiaba que en lo harías.





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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary