Un Ritual lleno de Pasion y Amor

"Te reclamo como mi compañera. Te pertenezco. Te ofrezco mi vida. Te doy mi protección, mi fidelidad, mi corazón, mi alma y mi cuerpo. Tu vida, tu felicidad y tu bienestar serán lo más preciado y estarán por encima de todo siempre. Eres mi compañera, unida a mí para toda la eternidad y siempre bajo mi cuidado”



domingo, 15 de mayo de 2011

HAMBRE OSCURA/CAPITULO 4


CAPITULO 4

Juliette abrió los ojos cautelosamente con la esperanza de que ninguna de sus recientes experiencias hubiera sido real, que solo hubiera estado teniendo pesadillas. Había participado demasiado ansiosamente en el intercambio de sangre, en el intercambio de besos.
- Demonios, demonios, demonios. - Murmuró y se empujó a si misma fuera de la cama de follaje en la que yacía.
Podía oír el firme goteo de agua. Estaba en una cueva, y las hojas y ramas que formaban su cama estaban hechas por el hombre, en absoluto eran naturales. Riordan le había proporcionado la seguridad de un refugio y una cama suave mientras él había "acudido a la tierra". Evitó cuidadosamente caminar sobre el punto donde estaba segura yacía él en una cama de rica tierra. Le sentía allí bajo la tierra y las hojas, profundamente enterrado. Inmóvil, sin respirar.
Juliette introdujo aire en sus pulmones y retrocedió lejos de ese punto. Tenía el loco deseo de arrojarse sobre la tierra y arañar la tierra hasta conseguir llegar hasta él. Un sollozo surgió de su garganta. Dio otro paso hacia atrás.
- Fue una ceremonia de algún tipo. ¿Verdad? - Susurró. - Mi gente no se casa. - Retrocedió otro paso, aunque esta vez sus pies avanzaron lentamente. - Eres un hombre extraordinario, pero yo no soy lo que crees y nunca podré serlo.
No tenía elección; tenía que volver a casa con su hermana. Juliette se quitó las botas y ató juntos los cordones. Luchó por sacarse la blusa y después los vaqueros, intentando que atar las los prendas firmemente con los botas. Permaneció allí completamente desnudo, manteniendo una mano sobre su palpitante cuello. Su cuerpo le llamaba. Su mente llamaba. Su corazón mismo intentaba encontrar el latido del de él. Apresuradamente, antes de ceder a la pena y la locura que fluía de ella, Juliette se ató la ropa con seguridad alrededor de su cuello.
Cerró los ojos para bloquear todo distracción visual y calmar su mente. Necesitaría cada onza de fuerza para abandonarle.
Cuando había recitado esas palabras rituales, Riordan había explicado cuidadosamente que los atarían juntos y de tener que despertar sin él sentiría la separación con una intensa pena.
- Y no estabas bromeando. - Dijo en voz alta. - Siento como si mi corazón se estuviera desgarrando. Donde quiera que estés, fuera lo que fuera lo que hicieras, definitivamente en mí funcionó.
¿Qué estás haciendo? Había alarma en la voz de él. Casi podía sentir sus dedos rozándole la cara, dejando un rastro hacia abajo por su garganta, deslizándose sobre sus pechos. Su cuerpo entero reaccionó, reconociendo su toque, reaccionando con calor y deseo.
Sus ojos se abrieron de par en par y miró salvajemente a su alrededor. ¿Dónde estás? ¿Por qué no puedo verte? ¿Cómo puedes tocarme cuando no estás aquí?
Estoy atrapado bajo la tierra hasta que el sol se ponga. No puedes abandonarme, Juliette. Sabes que no debes.
¿Otro don? ¿Tú puedes tocarme, pero yo no puedo alcanzarte? Era sorprendente que su toque pareciera tan real, que pudiera excitar su cuerpo y afectar su corazón cuando no era ni siquiera una presencia sustancial.
Dime que estás haciendo. ¿Por qué me abandonas cuando sientes que nos pertenecemos el uno al otro?
No me conoces. Él tenía sus secretos, pero ella también.
Te niegas a permitirme entrar en tu mente y tu corazón.
No puedo. Su mano fue de repente a su garganta irritada. La idea de dejarle era dolorosa. Oír su voz solo añadía peso a su tormento, pero tenía obligaciones y no podía hacerlas a un lado porque su corazón, su alma y su cuerpo lloraran por los de él.
No puedes escapar de mí. Tu sangre fluye en mí y la mía en ti. Suspiró. Puedo ver lo que tu mente está maquinando.
Cuando se vuelva demasiado difícil, trata de alcanzarme, responderé. Entretanto, intenta no meterte en demasiados problemas. Abruptamente rompió la conexión entre ellos.
Juliette sintió la pérdida como un golpe físico. Tomó un profundo aliento y soltó el aire lentamente, llamando a la otra parte de sí misma, llamando a la parte de ella que podía darle la fuerza para ir a casa adonde pertenecí, cuando lo que realmente quería era arrastrarse hasta el interior de la tierra con Riordan.
El cambio tuvo lugar lentamente, casi reluctantemente, como si una parte de su cerebre estuviera luchando en vez de abrazar su otra forma. Surgió pelaje sobre su piel, músculos y tendones se contrajeron y estiraron. Garras afiladas como estiletes nacieron de sus manos curvadas. Aterrizó pesadamente a cuadro patas mientras su cuerpo experimentaba el cambio. Siempre era un proceso lento y algo doloroso, pero nunca como esta vez. Juliette lloró cuando el jaguar tomó el control.
El felino era pequeño y musculoso. Músculos firmes y una flexible espina dorsal le permitieron fluir a través del suelo de la caverna, buscando una forma de salir a la jungla a la que pertenecí. La lluvia caía suavemente cuando emergió de la húmeda caverna. Se detuvo para orientarse antes de tomar los árboles y correr a lo largo de la retorcida autopista de romas altas sobre el suelo del bosque. No podía mantener esta forma durante largo períodos de tiempo, así que tenía que utilizarla eficientemente para viajar a través de las mayores distancias antes de dejarla. Corrió tan rápidamente como era posible, conduciéndose a través de las hojas y el follaje.
La lluvia apenas penetraba la arboleda, goteando firmemente sobre las hojas pero tocando su piel raramente. El vapor se elevaba desde el suelo del bosque, pero el jaguar no sentía el calor de la misma forma que lo habría hecho Juliette. Las botas golpeaban contra su cuello y pecho mientras se abría paso a través de los árboles y arbustos. Los pájaros gritaban una advertencia a los demás cuando se aproximaba y los monos parloteaban y tiraban ramas y hojas hacia ella. Les gruñó, pero se apresuró a seguir, sin detenerse enseñarles modales.
Después de un tiempo, empezó a estremecerse, sus patas de repente de fueron debilitando. Tropezó dos veces, saltó sobre una rama y saltó apresuradamente hacia el suelo. Estaba a millas de la caverna; el Sol se estaba poniendo y Riordan se estaría alzando. Con suerte solo encontraría el olor de un gran felino y ella se desvanecería. Incluso si su sangre le llamaba, estaba a una gran distancia y le llevaba una buena delantera.
Cambió a su forma humana, sus costados exhalaban y sus pulmones ardían buscando aire. Hojas y romas raspaban su carne desnudo. Miró precipitadamente alrededor para asegurarse de que no estaba en contacto con nada venenoso. La última cosa que quería era ampollas en su piel. Más de una vez se las había arreglado para cambiar en el momento más inapropiado. Tenía poco control cuando la forma se volvía demasiado difícil de mantener.
Con un suspiro tiró de sus ropas. La humedad era tan alta que la tela se aferraba a su piel. Juliette era hábil en la jungla, pero sin el pelaje y las garras del jaguar, era mucho más difícil abrirse paso a través de los árboles. La canopia mantenía fuera la mayor parte de la luz, y con el sol poniéndose, el interior oscurecía rápidamente. Tenía una excelente visión nocturna, pero eso no iba a ayudarle mucho con los depredadores nocturnos.
Pasó las millas alternando entre una carrera y un paseo. Intentó escuchar el ritmo firme de la lluvia, pero sonaba como el latido de un corazón. Intentó bloquear la fragancia de Riordan, pero se aferraba a su cuerpo. Las lágrimas formaron un camino implacable por su cara, enturbiándole la visión. La pena era un peso pesado que ralentizaba sus pasos y le robaba el aire.
Cada paso era una luchar por seguir adelante, por evitar dar la vuelta y correr a encontrar a Riordan. Peor aún, su mente intentaba continuamente sintonizarse con la de él. Luchar consigo misma era más agotador que luchar con la jungla.
Necesitaba un lugar para descansar. Juliette encontró un pequeño círculo de rocas, casi oculto por grandes helechos. Dentro del anillo de rocas una profunda charca era alimentada por un pequeño arrojo que brillaba a la luz de la luna. Se sentó, alzando la cara para captar las gotas que se las arreglaban para atravesar el espeso follaje en lo alto. El trueno estalló. Los relámpagos atravesaron las nubes. Un rugido sacudió la tierra, los árboles, causando pequeñas olas que recorrieron la superficie del agua. La mano de Juliette revoloteó sobre su corazón. Él se había alzado.
JULIETTE se había ido. Su primera reacción fue rugir su dolor y frustración. Ahora Riordan dejó escapar el aliento en un largo y lento siseo de exasperación. Quería sacudirla. La atracción física entre ellos era un fuego salvaje. Solo eso debería haber sido suficiente para atarla a él. Estaba pasando un tiempo largo y difícil reto, allá afuera sin él. Las palabras rituales de unión obligarían a su mente a intentar conectar con la de él. Se lo había explicado, había intentado evitarle el sufrimiento que por el que sabría que pasaría.
Ya estaba sintiendo los efectos de su separación. Peor aún, estaba sintiendo la pena de ella, un torrente de emoción tan intensa como el pozo de pasión que tocaba en ella. Juliette sentía las cosas intensamente. Riordan se pasó los dedos a través del largo pelo. Necesitaba encontrar una presa rápido. Necesitaba más tiempo en la tierra para sanar, pero más que
nada, necesitaba a Juliette. Alzó la cabeza hacia los cielos y rugió una segunda vez. Ella había abierto la presa de sus emociones. No recordaba nada de la furia, los celos y el miedo, pero ahora los sentimientos se hacinaban en su mente mezclados con la pena. Era una potente combinación y una peligrosa.
Encontró las huellas de un gran felino, pero no las pisadas de una mujer. El corazón le golpeó con fuerza en el pecho, palpitando de miedo por ella, de deseo por ella. Se las había arreglado para camuflarse, no dejando rastro detrás, pero la llamada de la sangre y los lazos que los unían eran demasiado fuertes para romperse nunca. Se movió a través de la caverna, cambiando a la carrera, emergiendo al aire como un espeso vapor de neblina blanca. El cielo era naranja y roja, deslumbrante, vívido y casi cegador para un hombre que había visto solo sombras de gris desde hacía tanto tiempo. Incluso con la pesada niebla como protección, la cabeza le estalló con el puro brillo de color. Cruzó velozmente a través de los árboles, permaneciendo bajo la caponia, utilizando la protección del follaje mientras se aclimataba a su nueva visión.
Un pájaro chilló, su única advertencia. Golpeó algo y fue dando tumbos hacia atrás. Brillaron gotas brevemente a través de una descendente red plateada, cayendo por los bordes. Los instintos tomaron el control. Se lanzo hacia arriba, a través y sobre la plata. En su presente forma era capaz de deslizarse a través, pero sintió las finas hojas, afiladas como navajas, cortando profundamente.
¡Riordan! Juliette sonaba aterrorizada.
La trampa había sido colocada específicamente par él. Juliette sabía que iría tras ella. Él no había penetrado completamente las barreras de su mente. ¿Podía haberle traicionado ella? ¿Era siquiera posible para un compañero traicionar al otro?
Riordan lo dudaba, pero no tenía tiempo para pensar así que simplemente no respondió, apartando su mente de la de ella.
El eco del lamento de angustia de ella le desgarró el corazón, pero se negó a dejarse convencer, cruzando a través de la canopia y cambiado a la forma de un pájaro. Se quedó inmóvil, oculto entre las aves que había en el árbol, examinando la trampa que había sido colocada para él.
Había saltado, sin que nadie la disparara. Él simplemente había volado hacia ella, lo cuál significaba que podía haber otras trampas allí afuera esperando por él. La sangre goteó por su pico y empapó sus plumas. Mucho más abajo, sobre el suelo del bosque, la red de plata yacía enmarañada en un montón. Podía ver rastros de su sangre sobre las finos alambres.
Humanos, marionetas de un vampiro, habían construido la trampa, y solo un maestro vampiro podía haber mantenido su presencia oculta a Riordan. Estaba tratando con algo extremadamente poderoso y malvado. Algo dispuesto a mezclarse con humanos y utilizarlos para sus propios crueles propósitos.
El temor por su compañera le arañó. Ella estaba en algún lugar sola y desprotegida. No podía haber sido Juliette. ¿Quería ganaría con rescatarle solo para conducirle a una trampa? Tocó su mente, oyendo su llanto. El corazón se le destrozó.
Durante un momento no pudo respirar, no pudo llevar aire a sus pulmones. ¿Cómo podía su llanto suave afectarle tan profundamente?
Juliette, no es nada, una trampa que ha fallado.
Hubo un pequeño silencio. La imaginó limpiándose las lágrimas, sintió la furia moviéndose en su mente. Odio esto que nos has hecho. Atarnos hasta que no podemos respirar el uno sin el otro.
El destino nos unió, Juliette.
Tenías elección.
No tenía elección. Me sorprendió encontrarte. Nunca había esperado encontrarte. Cuéntame por qué te resistes tanto. Puedo ayudarte con lo que sea que necesites hacer. No te opones tanto a nuestra unión como quieres que piense.
Sintió la sorpresa de ella por que hubiera penetrado sus barreras hasta tal punto. Sintió que le dolía que él pudiera pensar que formaba parte de una gran conspiración para hacerle daño cuando había arriesgado la vida para sacarle del laboratorio.
Sintió su retirada, pero no podía permitir que eso importar. La encontraría. No tenía otra elección.
Los Cárpatos con frecuencia viajaban con la forma de una lechuza. El vampiro estaba preparado para capturarle con la forma de la niebla, sabiendo que los cazadores con frecuencia utilizaban la niebla para viajar. El vampiro podía muy bien haber planeado una trampa para un pájaro que se deslizara volando a través del cielo. Riordan eligió la forma de un pequeño felino, un civet, capaz de moverse rápidamente por la autopista de ramas sobre el suelo del bosque. Cualquier trampa diseñada para un animal, sería para un lobo o un leopardo que era mucho más pesado, Esta forma era la utilizada para viajar rápido.
Fue mucho más cauteloso mientras saltaba de rama en rama. Su mente se sintonizaba continuamente hacia Juliette.
Riordan estaba acostumbrado a tener el control absoluto, sin el peligro de emociones intensas, y sus recién adquiridos sentimientos tiraban de su equilibrio normal. Suspiró. Estoy tan atrapado como tú.
El silencio fue tan largo, que temió que se negaría a responder. Yo no he dicho atrapado. Simplemente obsesionada, y la obsesión es muy perturbadora.
No me importa ser el objeto de tu obsesión.
Me importa a mí. Me niego a estar obsesionada con nada, o con nadie, y mucho menos con un hombre.
Sintió el calor en su voz, el puro deseo. En algún lugar, Juliette estaba pensando en él, fantaseando con él. Hubo un silencio, y captó vistazos de imágenes en la mente de ella. Sus bocas unidas, sus manos acariciándole el cuerpo, sus labios recorriendo las terribles quemaduras de su pecho. La temperatura de Riordan se elevó agudamente. El trueno latió en su cabeza. Su cuerpo se puso tenso e incómodo. El pequeño gato tropezó cuando el impulso sexual le golpeó con fuerza.
No puedes hacerme esto. Sabía que su voz era ronca y ligeramente ruda pero no podía evitarlo. Su cuerpo ardía, se estaba quemando. Cada paso era doloroso y mezclado con las emociones animales del felino, su propia bestia rugió buscando a su compañera.
¿Por qué no? Tú me lo haces a mí. No creo que mi fantasía sobre tocar tu cuerpo o besarte sea ni de cerca tan mala como el que tú me toques sin posar físicamente un dedo sobre mí.
El pequeño felino saltó sobre una rama salpicando hojas y casi sin conseguirlo, casi cayendo sobre una gruesa serpiente que se enroscaba alrededor de una rama. El felino siseó y escupió dando a la serpiente un amplio rodeo.
Riordan casi gimió. Juliette no se detenía en su fantasía de tocarle el cuerpo o besarle. Estaba haciendo cosas deliciosas con sus labios, abriéndose camino deliberadamente hacia abajo por su cuerpo para engullirle en la caliente seda de su boca.
Gimió en voz alta, el pequeño felino se estremeció. Se estaba convirtiendo en todo un esfuerzo mantener la forma cuando el hambre le golpeaba y el deseo le abrumaba. No se había tomado tiempo para sanarse completamente y para recobrar su fuerza necesitaría sustento.
Más que nada deseaba encontrar a Juliette, enterrar su cuerpo profundamente en el refugio del de ella, aliviar la creciente presión con imparable locura en su cuerpo. Podía casi sentir su boca deslizándose sobre él. Podía saborear su calor especiado, sentir su suave piel bajo los dedos.
Un sonido le sacó de su ensueño y el pequeño felino se quedó instantáneamente quieto. Agachándose en lo alto de la canopia del bosque. Oyó un suave sonido en la distancia, amortiguado por los sonidos naturales de la noche. Los insectos canturreaban. La sabia corría en el interior de los árboles. Los murciélagos se sumergían e irrumpían en el aire. Los arbustos susurraban cuando los pequeños roedores se arremetían contra ellos buscando seguridad. Los grandes depredadores cazaban. Pero el sonido era humana... y femenino.
Riordan permaneció inmóvil, permitiendo que sus sentidos se esparcieran en la noche, escudriñando la zona en busca de intrusos, buscando trampas, buscando la identidad del humano oculto a millas de él.
Juliette. El corazón se le aceleró. Cambió a su forma natural mientras sus incisivos se alargaban en anticipación. Ella estaba cerca, justo delante cerca del arroyo. Podía oír el agua burbujeando sobre las rocas y cayendo sobre una especie de charca.
Tenía que estar allí, refrescando su cuerpo del calor de la jungla, del fuego que corría fuera de control entre ellos. Cuando estuvo absolutamente seguro de que estaban solos, sin nadie a millas cerca de ellos, empezó a abrirse paso hacia ella, utilizando el follaje como cobertura.
Te deseo. Respiró las palabras en la mente de ella. Diciéndolas en serio. Necesitándola.
Hubo la más pequeña de las vacilaciones. Bien, quizás yo también te deseo, pero hay cosas que tengo que hacer, obligaciones que cumplir. No pudo simplemente cambiar mi vida para agradarte.
Su voz era jadeante, sensual. Ella estaba sintiendo el mismo calor, las mismas necesidades. Riordan estaba empezando a entenderlo todo a cerca de los compañeros. Había estado lejos de su gente demasiado tiempo y había olvidado los vínculos cercanos. Había olvidado que lo que sentía un compañero, lo sentía el otro. Las relaciones eran altamente sexuales y siempre intensas.
Encontró su camino hacia la pequeña gruta donde ella descansaba. Se sentó sobre ella, alto entre los árboles, disfrutando del profundo placer y salvajismo solo mirándola. Era tan hermosa que le robaba la capacidad de hablar, de respirar. Podría mirarla por toda la eternidad y no cansarse nunca de ello.

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Aclaracion-Disclaimer

La Saga Serie Oscura, es propiedad de la talentosa Christine Feehan.
Este espacio esta creado con el único fin de hacer llegar los primeros capítulos de estas magnificas obras a todos ustedes que visitan el blog. Lamentablemente, en latinoamericano muchos de estos maravillosos ejemplares, no estan al alcance de todos.
Si tienes la posibilidad de conseguir estas historias en tu pais, apoya el trabajo de Christine y compra sus libros. Es la unica manera de que se continue con la publicacion de los mismos.
Gracias por su visita
Mary